8-M: a defender los derechos de las mujeres




¡HACIA LA HUELGA FEMINISTA!


Venimos de lejos, tenemos una larga historia feminista, y un recorrido de muchos 8 de marzo tomando la calle, la plaza, la palabra con el propósito de subvertir el orden del mundo y el discurso heteropatriarcal, racista y neoliberal. Al grito de “ni una menos, vivas nos queremos” que lanzaron las feministas argentinas se llevó a cabo la primera huelga global de mujeres de trabajo productivo y reproductivo el 8 de marzo de 2017. Millones de mujeres de 70 países, desde Argentina a Polonia, desde Turquía a Estados Unidos, desde Brasil a Italia pasando por nuestras tierras, nos contagiamos y ocupamos las calles para hacer visibles nuestros trabajos, nuestras demandas y nuestros cuerpos.


Porque en los últimos años desde el movimiento feminista intergeneracional, creciente en número y en energía, impulsamos y desarrollamos propuestas e ideas para pensar en otras vidas y otro mundo. Somos miles, millones, las mujeres dispuestas a conseguirlo, y vamos a por todas. En 2018 queremos llegar más lejos y visibilizar con una huelga más amplia de la de 2017 nuestra fuerza, nuestra rabia y dolor y a la vez nuestra alegría compartida de sabernos fuertes. Queremos que nadie pueda mirar a otro lado frente a nuestras propuestas y nuestra centralidad en el mundo.


Por eso la Comisión 8 Marzo del movimiento feminista nos convocamos a una huelga feminista. Es una huelga que va más más allá de lo que se identifica como paro laboral porque la participación de las mujeres es nuclear en todas las esferas de la vida, y la huelga tiene que alcanzar también otros trabajos y espacios: el de los cuidados, el consumo, la vida estudiantil y asociativa. Una huelga de mujeres en la que podremos reflexionar colectivamente qué pueden hacer todos y cada uno de los hombres para cambiar una situación sobre la que se deberían haber manifestado ya contrarios a ella.


Practicamos un feminismo interseccional porque sabemos que estamos atravesadas por desigualdades y precariedades que nos sitúan en lugares muy diversos frente al patriarcado, el trabajo asalariado, los cuidados, el consumo, el ejercicio de nuestros derechos, la formación y la participación ciudadana, por las diferencias que atravesamos alguna de nosotras según la procedencia, la clase, la edad, la orientación sexual, la identidad de género y habilidades. Pero la huelga es de todas, hay un hueco para todas y cada una de nosotras en nuestra huelga feminista del 8M.


Nos convocamos todas, como hicieron nuestras antecesoras, para quebrantar los privilegios de una sociedad patriarcal y capitalista, racista y heteronormativa. Nos convocamos todas a esta huelga que tiene sus antecedentes en la tragedia que supuso para nuestras hermanas que fueron asesinadas, quemadas, acusadas de “brujas”, para perpetuar el control del modelo social y económico masculino, que se sentía amenazado. 




El nuestro es un grito global, transfronterizo y transcultural. Somos un movimiento internacional diverso que planta cara al orden patriarcal, racista, capitalista y depredador con el medio ambiente, y que propone otras vidas y otro mundo radicalmente distinto. Formamos parte de las luchas contra las violencias machistas, por el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra vida, por la justicia social, la vivienda, la salud, la educación, la soberanía alimentaria, y la laicidad, contra el extractivismo y los tratados de libre comercio, la explotación y muchas otras luchas colectivas. Unidas por otra forma de entender y organizar la vida, la economía y las relaciones. Porque somos antimilitaristas y estamos contra las guerras, y las fronteras, contra los Estados autoritarios y represores que imponen leyes mordaza y criminalizan la protesta y la resistencia feminista. Unidas a las mujeres que defienden los derechos humanos y la tierra, arriesgando sus vidas.


Formamos parte de un proceso de transformación radical de la sociedad, de la cultura, de la economía, de las relaciones. Queremos ocupar el espacio público, reapropiarnos de la decisión sobre nuestro cuerpo y nuestra vida, reafirmar la fuerza política de las mujeres, lesbianas y trans y preservar el planeta en el que vivimos. Y por eso el 8M pararemos nuestro consumo, el trabajo doméstico y los cuidados, el trabajo remunerado y nuestros estudios, para demostrar que sin nosotras no se produce, y sin nosotras no se reproduce.


Esto ni empieza ni acaba el 8 de marzo. El proceso empieza mucho antes del día de la huelga, haciendo reuniones, construyendo propuestas, tejiendo redes, poniendo en marcha procesos de contagio... y culminará el día 8 con una huelga en la que visibilizaremos nuestras denuncias y exigencias en todos los espacios, tomando las calles en pueblos y ciudades.


El documento que presentamos es fruto de ese saber colectivo feminista que vamos tejiendo al compartir las calles, el intercambio de experiencias, saberes y prácticas de resistencia individual y colectiva frente a las distintas formas en que se manifiesta el patriarcado. Es un documento de propuesta y de acción para el proceso de la huelga feminista. Tiene dos partes. En la primera explicamos el por qué y el para qué hacemos huelga en relación a algunos ejes temáticos que hemos querido resaltar, en torno a los que se articulan las propuestas, las acciones y el discurso para la huelga. No están todos, pero es una forma de empezar. Cada una puede tener más motivos a sumar a los que aquí apuntamos.En la segunda parte apuntamos algunas ideas sobre cómo hacer la huelga de cuidados, consumo, laboral y estudiantil: La huelga feminista


Somos muchas, pero seremos más porque: si paramos todas paramos todo.


El 8 de marzo puede ser un gran día en esta revolución que hemos puesto en marcha ¡la revolución feminista!


Madrid, diciembre 2017. Comisión 8 de marzo del movimiento feminista



Descargar argumentario completo en Pdf:

http://hacialahuelgafeminista.org/argumentario/

Enrique González Duro. Las rapadas [La interminable represalia]




LA INTERMINABLE REPRESALIA


El día 2 de agosto de 1936, Franco ordenó al comandante Castejón que se sumara con su columna norteafricana al avance de las tropas del teniente coronel Asensio, que poco antes había salido de Sevilla en dirección Madrid, procediendo a la «limpieza de los marxistas» que encontrase en su camino. La preparación de esta marcha hacia Madrid se había iniciado pronto, con la caída el último día de julio de pueblos como La Pajarera, Burguillos, El Algarrobo, etc. Cuando los militares rebeldes llegaron a Guillena, un pueblito perdido de la sierra sevillana, lo encontraron casi vacío de hombres. En represalia, detuvieron a 19 mujeres del pueblo y las encerraron en el depósito municipal, siendo peladas y haciéndoles recorrer las calles del pueblo con la cabeza rapada y bajo los efectos de la diarrea producida por el aceite de ricino. Las llevaron a la iglesia para oír misa, y pocos días después a 17 de ellas las trasladaron a las tapias del cementerio de Gerena, donde fueron fusiladas y arrojadas a una fosa común.




Para garantizar aún más la seguridad de las columnas norteafricanas, el 3 de agosto se envió una potente columna mandada por el comandante Santiago Garrigós contra Castilblanco de los Arroyos, que cayó de inmediato. El fortalecimiento de los flancos de la ruta que debía seguir la Columna Madrid se completó entre el 5 y el 27 de agosto con la ocupación en la provincia de Sevilla de diversos pueblos que aún controlaban los republicanos, tales como El Pedroso, Constantina, Cazalla de la Sierra, Alanís, Guadalcanal y Fuente del Arco, cerca de Llerena, ya en la provincia de Badajoz. 


Los demonios cruzados durante la toma de Constantina


El 11 de agosto los rebeldes tomaron Constantina, donde la venganza por los «desmanes» rojos se cobró la vida de 300 vecinos, el 10 por 100 de la totalidad de la población. Poco después tomaban Cazalla de la Sierra, donde una potente columna franquista arrasó el pueblo que, hasta entonces, había estado controlado por los milicianos anarquistas, ejecutando a buena parte de ellos y violando a las mujeres que se iban quedando viudas. De acuerdo con la desapasionada crónica de J. M. Lozano Nieto, hijo de uno de los militares sublevados y que luego se hizo cura, entre 600 y 1000 personas fueron acusadas de rebelión militar, incluyendo a jóvenes, viejos, mujeres y niños. Algunas familias fueron eliminadas por completo y a otras las dejaron en la más completa miseria. El pueblo estaba lleno de huérfanos abandonados, y las mujeres que quedaban fueron abusadas y humilladas con el habitual rapado de pelo, tan del gusto de los militares sublevados.


Mientras tanto, la Columna Asensio tomó el 3 de agosto de 1936 El Ronquillo, el último pueblo de la provincia de Sevilla, y ese mismo día, por la noche, la Columna Castejón entró en Santa Olalla (Huelva). Castejón se quedó en este pueblo, tratando de asegurar los flancos de Asensio, que, tras una escaramuza con milicianos llegados de Badajoz, entró en Monesterio (Badajoz) el 4 de agosto, procediendo a las previstas tareas de «limpieza». Al tiempo Castejón "limpiaba" Cala y Real de la Jara, pueblos en que la vanguardia de regulares tuvo una brutal entrada, con el pretexto de que se les había impedido el paso con barricadas. Ya en la madrugada del 4 de agosto, dividió sus fuerzas en dos pequeñas columnas: la primera siguió hacia Monesterio, donde ya había llegado Asensio, y la segunda fue desviada hasta Llerena. Las dos columnas norteafricanas estaban ya pisando suelo extremeño, mientras que otras unidades franquistas trataban de consolidar las posiciones conquistadas en la provincia de Huelva, donde la cuenca minera de Riotinto y la sierra del norte de la provincia seguían en poder de los republicanos.


La ciudad de Huelva resistió más de 10 días el golpe militar, haciendo frente a los que se habían sublevado. Entre tanto, las columnas organizadas en Sevilla por Queipo de Llano y financiadas por voluntarios adinerados, falangistas o requetés, y bien dotadas de armamento, artillería y vehículos, salían por la carretera general en dirección a Huelva. Esa columna iba mandada por Ramón de Carranza Gómez, designado alcalde de Sevilla por Queipo de Llano, y contaba con un importante refuerzo de artillería y de nutridas secciones de legionarios y regulares. Ante el acopio de medios de los golpistas, la resistencia popular fue poco menos que imposible y los pueblos situados en la carretera Sevilla-Huelva fueron cayendo sucesivamente. Y así fue hasta el 29 de julio, en que fue ocupada la ciudad de Huelva, donde los militares sublevados, muy poco antes, habían recibido con inmensa alegría a la columna que llegaba desde Sevilla. Tras la caída de la capital, todo el sur de la provincia quedaba en manos de las fuerzas franquistas, que se posicionaron frente a Valverde del Camino, población importante y vía de entrada a la temida cuenca minera, que de antemano había sido reforzada. 


Salvo algunas operaciones militares a finales de julio, todo sucedió durante dos semanas. Previamente, la columna de Ramón de Carranza había ocupado todos los pueblos sevillanos situados al este de la capital y que aún estaban en manos republicanas: Camas, Valencina, Analcazar, Aznacállar, Aljarafe, Escacena, etc. No fue casualidad que en muchas de estas localidades se encontraran las grandes fincas de Carranza, hijo del gran cacique de Cádiz Ramón de Carranza, y Fernández de la Reguera, marqués de Villapradillo y gran latifundista, así como las de otros integrantes de la columna, como Rafael Medina, prometido de la hija del duque de Medinaceli, y el comandante retirado Luis Recondo, que mandaba un destacamento de requetés. Toda la zona estaba constituida por grandes latifundios dedicados al cultivo del trigo y de la aceituna, además de extensas praderas donde pastaban ovejas, cabras y cerdos. Los comités obreros de defensa republicana habían organizado la distribución del alimento y del ganado, colectivizando algunas grandes fincas, deteniendo a los simpatizantes de los militares rebeldes y confiscando sus armas. Pero no pudieron resistir el avance incesante de aquella potente columna.


La fotografía fue publicada por el periódico madrileño Ahora el 9 de octubre de 1936.


Ya en la provincia de Huelva, y por la carretera que conducía a la capital, los sublevados tomaron Palma del Condado y Bollullos Par del Condado. En este último pueblo los rebeldes detuvieron a numerosas mujeres, acusadas de salir en manifestaciones en apoyo de la Reforma Agraria republicana, de su ideología izquierdista, de haberse ilusionado con el cambio social, laboral y político que propiciaba la República, de escasa religiosidad y de anticlericalismo. 


Entre agosto de 1936 y octubre del mismo año, muchas de ellas fueron «sacadas» de las cárceles y ejecutadas. Manuela Cano Iglesias no pertenecía a ningún partido o sindicato, sólo salía a las manifestaciones, y por ese motivo fue detenida, insultada y abucheada por las calles hasta su llegada a la cárcel, donde sólo permaneció unos días. Poco después fue detenida por segunda vez y purgada con medio litro de aceite de ricino. 


Dolores López Martín, de «profesión sus labores» y persona de izquierdas, tampoco pertenecía a ningún partido político. Firme en sus ideas, expresaba libremente su opinión, indisponía a las criadas contra las señoras y participaba en los entierros civiles de la localidad. Detenida sin explicación, estuvo retenida en los Altos del Ayuntamiento durante cerca de un mes, en el que recibió palizas y sufrió varios intentos de violación. Finalmente, fue fusilada en Almonte, y su cadáver fue despojado de la ropa para el regocijo de los asesinos: tenía entonces veinticinco años de edad.




En La Palma del Condado, en agosto de 1936 ya habían comenzado a detener a las mujeres consideradas rojas, fusilándolas o bien sometiéndolas al ritual del rapado. El caso más notorio fue el de una mujer muy joven, que fue trasladada por varios falangistas forasteros a la plaza pública, donde hombres y mujeres de derechas esperaban, jaleando, el espectáculo público que iban a presenciar. Sentada en una silla, se obligó a que un barbero le rapara el pelo, mientras que el público la insultaba. Cuando la dejaron ir, un hombre, a cuya hija también habían rapado la cabeza, se le acercó y le dio un sombrero. «De los meses siguientes le quedó la impresión de tener la cabeza fría, helada. Lloró por primera vez a los 10 días de los hechos, cuando adquirió conciencia de la vejación a la que fue sometida. El paso del tiempo sólo hizo aumentar el sufrimiento».


El 25 de julio de 1936 la columna rebelde había llegado a Almonte. A medida que los pueblos caían, Carranza destituía a las autoridades locales con gran arrogancia y las detenía, nombraba una comisión gestora en el Ayuntamiento con «personas de orden», fusilaba a los más significados y cargaba a los prisioneros en camiones que salían para Sevilla, donde se llevaba a cabo el grueso de las ejecuciones. El 27 de julio la Columna Carranza llegó al municipio de Rociana, donde los republicanos habían cometido algunos excesos: habían destruido los símbolos religiosos y quemado la iglesia y la casa rectoral, de donde el párroco y su sobrina fueron sacados literalmente por el alcalde y otros izquierdistas. Tras la «liberación», el cura dio un sermón incendiario desde el balcón del Ayuntamiento: «¡Guerra contra ellos, hasta que no quede ni la última raíz!». Se detuvo entonces a numerosos hombres y mujeres. A las mujeres les raparon la cabeza, y a una de ellas, la Maestra Herrera, la acusaron de haber salido a pasear por los alrededores de la iglesia cubierta con un manto quitado a una imagen religiosa. Esta mujer fue rapada, le pusieron una túnica, la ataron a un burro y la pasearon por el pueblo, ante la mofa y el escarnio del público. Sobre el animal iba un chico dando avisos con una corneta, llamando a presenciar la ejecución, efectuada al día siguiente. Después, la furia represiva se calmó en el pueblo, pero el 17 de enero de 1937 el párroco escribió al delegado de orden público de Sevilla quejándose de la «condescendencia injustificada y la falta de celo en la represión», ofreciéndose para acabar con «tanta lenidad».




Cayeron Bonares, Niebla, San Juan del Puerto, Moguer, Palos de la Frontera y La Rábida, donde la represión fue extrema, y el 29 de julio llegó el grueso de la Columna Carranza para consolidar la posición de los que se habían sublevado y eran dueños de la ciudad. Sucesivamente fueron ocupadas las localidades de Isla Cristina, Lepe y Ayamonte, llegando hasta la frontera portuguesa. El avance prosiguió hasta Valverde del Camino, importante nudo ferroviario y puerta de entrada a la cuenca minera, repleta de milicianos y de refugiados armados y muy combativos. La represalia en el territorio ya ocupado fue desproporcionada y creciente. Aunque la mayoría de los milicianos habían huido ante la entrada inminente de los «nacionales», no por ello las represalias fueron menores, ensañándose con hombres y mujeres, muchos de los cuales fueron fusilados de inmediato. En esos días los sublevados dedicaron sus esfuerzos a conquistar los pueblos de Sevilla que aún estaban en manos republicanas y penetrar por la carretera general en Badajoz...







Lo que podamos tomar o crear por nosotras mismas, no esperarlo como merced de nadie. Lucía Sánchez Saornil


No podemos menos de sonreír al escuchar con qué cándida ternura muchas mujeres pronuncian la palabra democracia. Se diría al oírlas que en esta palabra está contenido todo el sentido de la vida, que es el límite de las cosas, el término de todas las posibilidades. No intentaremos negar que la democracia ha tenido su hora y ha representado su papel en la historia del progreso humano; pero no podremos aceptar tampoco, como muchos pretenden, que sea una forma definitiva de estructura política, ni aún que no esté ya agotada y, como todo lo muerto, se convierta en un lastre que dificulte el avance que ella misma impulsó.


El nacimiento de la democracia fue ese rebrotar de impulsos generosos, esa revalorización del sentido humano, que periódicamente se repite a través de la Historia cuando las estructuras políticas de los pueblos se anquilosan por un exceso de mecanicismo. Pero la democracia, como todos los sistemas políticos, ha debido recorrer un proceso, describir una parábola —he aquí la imagen exacta— y agotado su impulso, empeñada en mecanizar a su vez las manifestaciones espontáneas de los pueblos, se convierte, por último, en ese obstáculo de que hemos hablado, y que le es preciso a la Humanidad salvar si quiere salvarse. Y nadie puede decirnos que la democracia no haya superado ya la etapa evolutiva y comience su vertiginoso descenso, en el que siempre está contenido un sentido de regresión. Así vemos cómo cada día tropieza con nuevos problemas —la guerra, el maquinismo y su consecuencia el paro obrero, el intercambio, etc.— insolubles dentro del área de sus limitaciones políticas.


Es que la democracia, que se ha titulado a sí misma régimen de libertad, se ha olvidado de asegurarse la libertad propia, dejando en pie lo más sustancial de los antiguos regímenes: el privilegio. Ya solo por esto la acusamos de falsedad. En cualquier diccionario hallaremos que «democracia» quiere decir gobierno del pueblo, y la democracia no es, ni con mucho, el gobierno del pueblo, sino el gobierno de una clase. Recientemente — incapaz de llevar por más tiempo el peso de su mentira, ante la violencia con que vienen empujando las clases desheredadas— se ha adjetivado a sí misma y se ha llamado «democracia burguesa».


Es mejor; ya la tenemos desnuda, tal cual es, y entonces nos explicamos perfectamente su incapacidad para resolver determinados problemas, y entonces, también, su nueva modalidad: la regresión. Seguir avanzando significaría poner en peligro los intereses que representa, los del privilegio, y recoge bridas. En un instante no le importa contradecir su obra de un siglo; y así hemos visto cómo en Alemania, en Italia y en otros países, para contener el avance de los pueblos, que la rebasaban, se ha echado en brazos de la reacción. El fascismo alemán ha nacido de la democracia; el fascismo italiano ha nacido de la democracia; el fascismo austríaco ha nacido —pese a su gesta postrera— de la democracia. Ella abrió las puertas del mundo a los «descamisados»; pero cuando los «descamisados» han adquirido conciencia y pretenden establecerse en el mundo, cierra las puertas de golpe, estrepitosamente, y entrega las llaves al fascio, si no se convierte en fascio ella misma de la noche a la mañana.


No le ha importado reducir a cenizas sus famosos derechos del hombre —del hombre, entiéndase bien, que los de la mujer aún no se han promulgado— , y el de asociación, el de huelga, el de libre emisión del pensamiento se han convertido en uno solo: el del pataleo; y esto a solas, donde el vecino, si es amante de la democracia, no se aperciba. En esos tres derechos citados estaba contenido lo más sustancial de la democracia, si no la democracia toda; y ¿qué queda de ellos? En España, para no correr más, la Ley de 8 de abril, la de Orden público y la censura de Prensa.


Digámoslo otra vez. Todo régimen político, como toda manifestación humana, obedece a unas leyes biológicas, las mismas que regulan la vida de los seres organizados: nacimiento, desarrollo y muerte. La democracia, como todo ser vivo, llevaba en sí el germen de su propia destrucción: el principio de libertad: ella despertó en las multitudes oprimidas el ansia de liberación y les mostró el camino; lo que no puede hacer es detenerlas en medio de la ruta: las multitudes pasarán sobre sus despojos. El principio de libertad la ha estrangulado. La democracia ha muerto. Se ha cumplido la ley. Sobre su tumba, un epitafio: MENTIRA.


¿Lo habrán comprendido así, al fin, las mujeres de Unión Republicana Femenina? A lo menos, ya han comenzado a exteriorizar su decepción en ese reciente manifiesto en que se duelen del desvío de la República hacia su causa; del desdén de los gobernantes y los legisladores por su actuación, que tuvo una expresiva eficacia en las urnas electorales para los mismos que hoy las olvidan.


He aquí las seis peticiones, todas interesantes, sin duda alguna, que comprende el manifiesto de las mujeres republicanas:


PACIFISMO. IGUALDAD DE DERECHOS. DERECHOS DEL NIÑO Y DE LA MADRE. INVESTIGACION DE LA PATERNIDAD. PROHIBICION DE LA EXPLOTACION INFANTIL. EFECTIVIDAD DE LA PROTECCION A LA INFANCIA Y A LA MATERNIDAD. SANIDAD MATERIAL Y MORAL (certificado prematrimonial y abolición de la trata de mujeres) APORTACION FEMENINA AL MUNICIPIO E INICIATIVA POPULAR.


No negamos el interés de estas peticiones, de ninguna manera; pero tenemos la seguridad de que la lucha por esas reivindicaciones consumirá sin eficacia un verdadero caudal de energías femeninas. Algún día hemos dicho en otra parte que la misión de la mujer no es pedir leyes, sino romper todos los decálogos. Crear una vida nueva y libre. Hacia arriba siempre. Nuestro puesto, como oprimidas, al lado de los oprimidos, y lo que podamos tomar o crear por nosotras mismas, no esperarlo como merced de nadie.

Lucía Sánchez Saornil



Mi Majestad no vota. Anselmo Lorenzo


Días pasados, El Liberal, de Barcelona, publicó un artículo tomado de su homónimo de Madrid, titulado «Quijotes y Sanchos», en que censuraba la apatía de los electores, y muy particularmente la abstención electoral de los trabajadores, de quienes decía que eran unos ingratos con los republicanos que tan bien les quieren y tantas cosas buenas les han de traer con su república. Fundado en la buena acogida que en otras ocasiones he hallado en aquel diario, quise en el mismo justificarme ante la acusación inmerecida de ingratitud, por la parte que me toca, pensando que mi justificación podrían ampliarla muchos para sí, pero mi escrito fue rechazado y aun perdido, y para no perder el trabajo, le reconstituyo en parte y dedico a El Porvenir del Obrero, deseando ser grato a su director mi buen amigo y compañero encerrado en una cárcel. Decía: No he votado nunca, a la implantación del sufragio universal era ya mayor de edad, pero antes de las elecciones de las constituyentes de 1869 conocí a Fanelli, el Santiago del Proletariado emancipador de España, y comprendí que tenía algo mejor que hacer que confundirme en esa masa que sirve de fundamento a la ficción denominada «soberanía popular».


Nunca me he dejado timar por candidatos ni por oficiales de la política que se me acercaban dándome el título de mi majestad como parte integrante del pueblo soberano. Nada, pues, tengo que ver con la apatía electorera, ni nadie puede acusarme de abstencionista, ya que a la política no he opuesto la negligencia ni la abstención, sino la negación anarquista. Dedicado desde entonces a la organización y propaganda del proletariado para alcanzar la socialización de los medios de producir juntos con la equitativa distribución de los productos, y considerando a la burguesía como usurpadora y detentadora de esos medios y de esos productos que constituyen el patrimonio universal, lo de todos, ¿qué podía tener de común con esos partidos, que consideran al trabajador como un inferior condenado a salario perpetuo?


Si creyera, con los liberales más o menos radicales, que el progreso consiste únicamente en una serie de reformas en sentido cada vez más liberal, implantadas por las mayorías parlamentarias, no me hubiera abstenido jamás, y considero que todo abstencionista que no ha podido en su juicio dar a la acracia el valor de una aspiración racional y práctica no tiene justificación posible; mas como veo que la razón, la verdad y la justicia están siempre en minoría, que el parlamentarismo es un juego de compadres en que predominan los intereses particulares sobre los generales y que la política, en el gobierno como en la oposición y hasta en los programas más radicales, no es nunca precursora si no rezagada cuando no rémora, me aparto de ella como de lo reconocidamente inservible y hasta perjudicial para tan gran fin como es el progreso humano. Hay todavía una razón más: la burguesía, que, según la expresión bíblica donde tiene su tesoro allí está su corazón, está incapacitada para concebir un estado social que dé amplia satisfacción al derecho inmanente personificado en todo ser humano, y por una razón de equidad suprema y perfectamente natural, lo que no pueden hacer los ricos por aquello del camello y del ojo de la aguja, lo han de hacer los pobres, y lo van haciendo, y lo harán definitivamente, a menos que un cataclismo mundial trastorne el planeta que habitamos.


Conque déjese tranquilo a los trabajadores antipolíticos que cumplen su misión humanitaria y progresiva a su manera, y conténtense los candidatos con aprovechar esos otros trabajadores más sensibles a la retórica que a la razón y a la realidad de su triste situación de desheredados. Con ellos, con los votos comprados, con los manejos caciquiles y sobre todo con el encasillado central y los pucherazos de última hora todavía puede ir tirando ese Estado que garantiza a propietarios y capitalistas el goce de ese derecho de accesión que establecieron los romanos sobre los esclavos y por el que todavía en lo presente se despoja a los trabajadores del fruto de su trabajo. Vote, pues, el crédulo que confía en su infinitesimal participación en la soberanía del pueblo, que yo al Homo sibi Deus de Pi y Margall me atengo, y por eso no he votado, ni voto, ni votaré.


Anselmo Lorenzo. El Porvenir del Obrero, 296 (22 marzo 1907).



Salazar, Manuel. Las letras del horror. [Tomo I La DINA y Tomo II La CNI] epub




DINA y CNI son dos siglas de triste memoria para Chile y para la humanidad. Corresponden a los organismos creados por el régimen de Pinochet para reprimir y aniquilar a los partidarios del gobierno de Salvador Allende en un primer momento, y a aquellos que exigían el retorno a la democracia después.


En dos tomos, Manuel Salazar nos aporta antecedentes sobre estructuras, centros de detención, los nombres de las víctimas y de sus victimarios. Esta primera entrega, centrada en la Dirección de Inteligencia Nacional, pone de relieve algunas preguntas inquietantes: ¿Por qué los integrantes de la DINA se ensañaron con sus detenidos? ¿Dónde y de quiénes aprendieron las brutales técnicas de tortura que aplicaron con ellos? ¿Cuáles fueron los motivos para asesinar y hacer desaparecer? ¿Cómo operaron las redes secretas que el otrora poderoso coronel Manuel Contreras tejió en América y Europa?




El segundo volumen de Las letras del horror se enfoca en el organismo creado por la dictadura luego de la disolución de la DINA: la Central Nacional de Informaciones, CNI, que lejos de terminar con el terror, se caracterizó por una mayor “profesionalización” de sus miembros y métodos, si un término como éste le cabe al vil oficio del exterminio programado. Operación Albania, Misión Alfa Carbón, Carrizal, Las Vizcachas y muchas otras operaciones represivas son detalladas en estas páginas, además de las estrategias de algunos militares para asegurarse un retiro holgado.



Zgustova, Monika - Las rosas de Stalin [epub]




«Mi nombre es Svetlana Allilúyeva. Nací el 28 de febrero de 1926. Mi padre murió en 1953. Se llamaba Yósif  Stalin».


Svetlana Allilúyeva
Svetlana Allilúyeva fue la hija única del dictador soviético. Y su destino pareció reunir las peores catástrofes. Su madre se suicidó cuando Svetlana tenía seis años, harta de la convivencia con su esposo. A los dieciséis Svetlana se enamoró de un cineasta judío, a quien su padre envió al gulag. Más tarde, en 1963, se enamoró de nuevo, en esta ocasión de un intelectual de izquierdas hindú, y cuando él murió Svetlana quiso llevar sus cenizas a la India. Una vez allí, solicitó asilo político a través de la embajada de Estados Unidos. Al llegar a Nueva York pensaba haber alcanzado por fin la libertad. Pero era el momento álgido de la guerra fría, y Svetlana se convirtió en uno de los principales objetivos para los servicios secretos norteamericanos y soviéticos. ¿Era una traidora al sueño comunista? ¿O una espía enviada por Moscú bajo la apariencia de una mujer desquiciada? ¿Cómo iba la CIA a dejar pasar un testimonio tan abrumador de denuncia del régimen soviético sin utilizarlo a su conveniencia? 


En vez de la libertad, Svetlana es sometida a nuevas formas de vigilancia. A pesar de todo, en Estados Unidos se hizo rica con su famoso libro «Veinte cartas a un amigo». Pero cada vez que lograba la estabilidad algo venía a perturbarla cuando no era ella misma. Su vida fue siempre una lucha para huir de la sombra de su padre y de los fantasmas del pasado hasta su muerte en 2011 en Wisconsin.


Monika Zgustová nos presenta aquí una novela original, emocionante y llena de giros inesperados.


MONIKA ZGUSTOVÁ, aunque nacida en Praga reside desde los años ochenta en España. Traductora, escritora y periodista (colabora con El País-Opinión, entre otros periódicos, nacionales e internacionales), tiene en su haber sesenta traducciones, del checo y del ruso, de Bohumil Hrabal, Jaroslav Hašek, Václav Havel, Milan Kundera, Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, entre otros, por las que ha recibido el premio Ciudad de Barcelona y el premio Ángel Crespo. Es autora de seis novelas entre las que destaca La mujer silenciosa, aclamada entre las cinco mejores novelas del 2005, Jardín de invierno, muy elogiada por la crítica y La noche de Valia, premio Amat-Piniella 2014 a la mejor novela del año. Su obra se ha traducido a nueve idiomas, entre ellos inglés y alemán, con cuatro de sus novelas publicadas en Estados Unidos. Ha estrenado dos obras de teatro.


Gonzalez Duro, Enrique - Las rapadas [epub]




EL TERROR DE QUEIPO DE LLANO


Tras el triunfo de la sublevación militar en el norte de África, el 17 de julio de 1936, el general Franco se había puesto al mando del ejército colonial sublevado, pero con las miras puestas en Sevilla y, sobre todo, en Cádiz, plaza esencial para poder desembarcar a sus tropas en la península. En la madrugada del 18 de julio de 1936, el gobernador militar de Cádiz se levantó en favor de los sublevados e impuso el estado de guerra en toda la provincia, contando con el entusiasta apoyo de los terratenientes, que podían recuperar las fincas que habían sido colectivizadas, de los falangistas y de los regulares marroquíes recién llegados en barco al puerto de la ciudad. Cádiz no opuso resistencia a los franquistas, o, si la opuso, fue débil y fácilmente superable. E igualmente pasó en las principales ciudades de la provincia: San Fernando (donde fue liberado el coronel Varela, preso tras el golpe militar fallido de 1932), Jerez de la Frontera, San Roque, Algeciras, La Línea, Puerto Real, Puerto de Santamaría, Rota, Tarifa, etc. 


Quedaban aún en manos de los republicanos numerosos pueblos pequeños, próximos a la sierra o en plena sierra del nordeste de Cádiz, fronteriza a la Serranía de Ronda (Málaga). Simultáneamente, Queipo de Llano se había levantado en Sevilla, aunque tenía serias dificultades para apoderarse de toda la ciudad por la dura resistencia que encontró en zonas y barrios obreros. Tuvo que esperar refuerzos que Franco le envió desde el norte de África para arrasar las unidades legionarias toda resistencia obrera, con la consiguiente matanza de todo aquel que hubiera portado un arma. La anarquista Carmen Luna salió, junto con otras muchas personas, en manifestación contra el golpe militar, enarbolando una bandera republicana. 


Cuando la resistencia acabó en la capital, esta mujer fue detenida e ingresada en prisión: le raparon la mitad de la cabeza, colgándole de la otra mitad banderitas rojas y gualdas. La exhibieron por la calle montada en un caballo, acabando por ser fusilada y enterrada en una fosa común. Al mismo tiempo, Queipo tomaba pueblos tan importantes como Dos Hermanas y Alcalá de Guadaira, con lo que dejaba expedita la carretera de Sevilla a Cádiz. El 22 de julio, los sublevados tomaron el pueblo de Carmona, lo que mejoró mucho la comunicación entre Sevilla y Córdoba, capital que también había caído en manos de los militares sublevados.


Écija fue controlada por el movimiento militar el mismo día 19 de julio de 1936. Tenía un considerable valor estratégico, pues estaba en la carretera de Madrid, ya muy próxima a la provincia de Córdoba. Pese a la nula resistencia republicana encontrada, los sublevados comenzaron rápidamente con la «limpieza» de la ciudad, fusilando por «orden del bando militar» a los republicanos más significados o sospechosos de serlo, con las detenciones que no cesaban, con los encarcelamientos en cárceles improvisadas, las «sacas», los «paseos», etc. Las calles ecijanas se convirtieron en depósitos de cadáveres empapados de sangre. Para escarnio público, un amplio grupo de mujeres fueron expuestas en las puertas del convento de Santa Inés, rapadas y con un escapulario sobre sus bocas. Pastora Soto Valderrama fue fusilada en su propia casa. Delante de sus nietos y con la cabeza pelada: su delito fue el de haber bordado una bandera republicana. Según se ha contabilizado a la baja, hubo más de 500 muertes violentas en las primeras semanas subsiguientes al golpe militar. Había prisa por limpiar Écija, una ciudad estratégica por su excelente posición en la comunicación entre Córdoba y Sevilla.


Utrera, otra importante ciudad de la provincia, situada al sur de la capital, también había caído desde el principio, siendo utilizada para lanzar expediciones o razias, para perseguir, castigar y en su caso tomar todos los pueblos de su comarca que seguían siendo republicanos. Atemorizados por las amenazas que Queipo de Llano lanzaba desde Radio Sevilla, a menudo los responsables republicanos o los milicianos más significados huían de los pueblos próximos, mientras que las mujeres y los niños esperaban ansiosamente la entrada de los «nacionales». Se diría, incluso, que éstos trataron con mayor saña a las mujeres, considerando que las rojas o las mujeres de los rojos habían traicionado su ser esencial, al tiempo que los rojos actuaban mal pero como hombres, como lo que eran esencialmente. La represión o limpieza la hacían los guardias civiles, los falangistas y otros grupos paramilitares, siendo cuantitativamente superior en los varones. 


Pero las mujeres sufrieron muchas más humillaciones y vejaciones. Los sucesos ocurridos en Fuentes de Andalucía, una pequeña población del este de Sevilla, indican hasta qué punto los sublevados consideraban legítimos los abusos sexuales contra las mujeres. La población se rindió sin resistencia el 19 de julio a los guardias civiles de Écija y de otras ciudades cercanas. Con la ayuda de falangistas y de los propietarios del pueblo, se constituyó una Guardia Cívica para controlar a los izquierdistas. Se saquearon las viviendas y los bienes de los detenidos, y el 24 de julio comenzó la matanza. Controlaron a los hombres dentro del pueblo, y a varias mujeres las trasladaron a una finca de las afueras. 


Entre ellas había varias muchachas de entre catorce y dieciocho años de edad. Les obligaron a hacerles la comida, antes de violarlas y fusilarlas, arrojando sus cadáveres a una fosa común. A su regreso al pueblo, la Guardia Civil desfiló por las calles con los fusiles decorados con la ropa interior de las mujeres asesinadas.


Marchena, una ciudad grande, de 20 000 habitantes, y situada en la campiña de Sevilla, estuvo ocupada por los «nacionales» desde el 20 de julio de 1936, pero la represión no comenzó hasta diez días después: las fuerzas represivas necesitaban también reorganizarse para estos menesteres. Rosario Pliego García, La Próspera, era la mujer de un destacado sindicalista, y ella misma fue una activa defensora de la resistencia antifranquista: acusada de ir con una escopeta al hombro junto a su esposo y de «estar en la calle y alentar a los hombres a la lucha», fue detenida, «paseada» por los falangistas, procesada y condenada a reclusión perpetua, aunque siete años más tarde pudo salir en libertad provisional. Como en casi todos los pueblos sevillanos ocupados por los militares sublevados, se hizo desfilar a innumerables mujeres peladas al cero y purgadas con aceite de ricino. Les dieron banderas republicanas o de los partidos republicanos para que se limpiasen con ellas y de ese modo les «sirviesen de verdad». Casi todas las muchachas calificadas o tomadas por republicanas fueron sistemáticamente humilladas sin cesar. Isabel Soler y María Jesús Rodríguez pudieron escapar de la primera oleada represiva, después de haber perdido a sus maridos, sus hogares y sus pertenencias. Se refugiaron en Sevilla, creyendo que allí pasarían desapercibidas, pero no tardaron en ser localizadas, detenidas y devueltas a Marchena, donde fueron vejadas, peladas al cero y paseadas por las calles cercanas a sus antiguos hogares, que les habían sido requisados, para ser finalmente asesinadas. Aquel control represivo resultó para la mayoría de las mujeres que lo sufrieron una experiencia insoportable que, además, debieron olvidar y permanecer siempre calladas. Antonia Moreno, que ya había vivido la experiencia del desfile callejero con la cabeza rapada, no pudo soportar el saber que de nuevo iba a ser detenida: optó por tirarse a un pozo.





Fernandez de Mendiola, Francisco - Isaac Puente, el médico anarquista [epub]




Cuando se cumplen en 2007 ciento once años del nacimiento de Isaac Puente y setenta y un años de su muerte, me vienen una vez más a la memoria las anécdotas que mis abuelos paternos, José y Remedios, me contaban sobre este personaje. Desde que tengo uso de razón he oído hablar en mi casa de Isaac Puente. Mi abuelo ejerció como cartero de Maeztu desde finales de la década de 1920 y durante varios años de la década de 1930, años en los que coincidió con Puente ejerciendo ambos su profesión. Por esa razón establecieron contacto, ya que era mi abuelo quien entregaba y recogía la numerosa correspondencia que éste generaba. Por este trato profesional entre el cartero y el médico, mi abuelo fue catalogado en algunos momentos como "rojo" y su integridad física llegó a correr peligro, siendo su único delito el manejar gran número de revistas, periódicos y demás publicaciones libertarias y anarquistas de la época, aunque realmente lo único que hacía era recogerlas y entregarlas.


Mis abuelos nos contaban que hubo en Maeztu un gran médico, el mejor médico que nunca jamás había pasado por el pueblo, que atendía de forma magistral a los enfermos y que era una persona de una gran humanidad. Con estas pinceladas y alguna que otra anécdota sobre su profesión fue como empecé a conocer la figura de Isaac Puente. Poco o nada nos comentaron de su perfil libertario y anarquista, seguramente porque lo desconocían, ya que al parecer en Maeztu Puente simplemente era "el médico".


En 1994, un grupo de jóvenes de Maeztu y de los pueblos de alrededor, descontentos con la gestión que los políticos de turno hacían del Ayuntamiento de Arraia-Maeztu, decidimos crear una candidatura independiente a la que le pusimos el nombre de Maeztuko Aukera, con el objeto de presentarnos como alternativa en las elecciones municipales de 1995. Una de nuestras referencias era precisamente Isaac Puente, como figura libertaria, aun a sabiendas de que aquél estaba totalmente en contra de todos los políticos, tanto los que ostentaban el poder como los que estaban en la oposición, porque para él tanto unos como otros, una vez que habían conseguido el gobierno, se olvidaban de su procedencia, que no era otra que el pueblo. Sin embargo, en nuestra defensa hemos de decir que nosotros no éramos ni somos políticos; simplemente somos vecinos del pueblo con ganas de trabajar por él.


En las elecciones municipales de mayo de 1995 obtuvimos con esta candidatura dos de los siete concejales que componen el Ayuntamiento de Arraia-Maeztu, disponiendo hoy en día de tres. Gracias a la iniciativa de este colectivo se organizó en Maeztu el 2 de junio de 1996, a través de la Asociación Cultural Zumalde, el homenaje a Isaac Puente, coincidiendo con el centenario de su nacimiento. El día elegido fue el domingo 2 de junio, aunque realmente la fecha del centenario era el día 3, siendo el acto más destacado el de dedicar una plaza de Maeztu a Isaac Puente, que desde entonces lleva su nombre. En este acto tomaron parte varios familiares suyos, entre ellos sus dos hijas, que fueron las encargadas de descubrir la placa con el nombre de su padre.


Preparando este homenaje y los distintos actos que alrededor de él se realizaron, conseguí numerosa información acerca de Isaac Puente de los más variados autores. Con toda esa documentación en la mano detecté la falta de una biografía completa y "definitiva" de este personaje. Unos trabajos hablaban de determinados episodios de su vida, otros estudiaban su persona dentro del anarquismo, otros dentro de la medicina pero nadie englobaba toda su existencia en una sola obra, por lo que pensé que sería interesante escribir un libro sobre la vida y obra de Isaac Puente. Me puse en contacto con la editorial Txalaparta para proponerles la idea, la cual aceptaron de inmediato, y nuestra primera intención fue la de publicarlo en 1996, año del centenario de su nacimiento, sin embargo, distintos motivos nos obligaron a posponer el proyecto.


Esta iniciativa la volvimos a retomar unos años después, contando en ese momento con mucha más información de la que disponíamos al principio. El objetivo marcado ahora era el de escribir un libro que recogiera todos los aspectos de su vida, artículos publicados, etc., y de este modo intentar conseguir que esa obra fuera lo más completa posible. La meta marcada es difícil de conseguir en su totalidad porque siempre habrá algún episodio, libertario y anarquista, seguramente porque lo desconocían, ya que al parecer en Maeztu Puente simplemente era "el médico".


En 1994, un grupo de jóvenes de Maeztu y de los pueblos de alrededor, descontentos con la gestión que los políticos de turno hacían del Ayuntamiento de Arraia-Maeztu, decidimos crear una candidatura independiente a la que le pusimos el nombre de Maeztuko Aukera, con el objeto de presentarnos como alternativa en las elecciones municipales de 1995. Una de nuestras referencias era precisamente Isaac Puente, como figura libertaria, aun a sabiendas de que aquél estaba totalmente en contra de todos los políticos, tanto los que ostentaban el poder como los que estaban en la oposición, porque para él tanto unos como otros, una vez que habían conseguido el gobierno, se olvidaban de su procedencia, que no era otra que el pueblo. Sin embargo, en nuestra defensa hemos de decir que nosotros no éramos ni somos políticos; simplemente somos vecinos del pueblo con ganas de trabajar por él.


En las elecciones municipales de mayo de 1995 obtuvimos con esta candidatura dos de los siete concejales que componen el Ayuntamiento de Arraia-Maeztu, disponiendo hoy en día de tres. Gracias a la iniciativa de este colectivo se organizó en Maeztu el 2 de junio de 1996, a través de la Asociación Cultural Zumalde, el homenaje a Isaac Puente, coincidiendo con el centenario de su nacimiento. El día elegido fue el domingo 2 de junio, aunque realmente la fecha del centenario era el día 3, siendo el acto más destacado el de dedicar una plaza de Maeztu a Isaac Puente, que desde entonces lleva su nombre. En este acto tomaron parte varios familiares suyos, entre ellos sus dos hijas, que fueron las encargadas de descubrir la placa con el nombre de su padre.


Preparando este homenaje y los distintos actos que alrededor de él se realizaron, conseguí numerosa información acerca de Isaac Puente de los más variados autores. Con toda esa documentación en la mano detecté la falta de una biografía completa y "definitiva" de este personaje. Unos trabajos hablaban de determinados episodios de su vida, otros estudiaban su persona dentro del anarquismo, otros dentro de la medicina pero nadie englobaba toda su existencia en una sola obra, por lo que pensé que sería interesante escribir un libro sobre la vida y obra de Isaac Puente. Me puse en contacto con la editorial Txalaparta para proponerles la idea, la cual aceptaron de inmediato, y nuestra primera intención fue la de publicarlo en 1996, año del centenario de su nacimiento, sin embargo, distintos motivos nos obligaron a posponer el proyecto.


Esta iniciativa la volvimos a retomar unos años después, contando en ese momento con mucha más información de la que disponíamos al principio. El objetivo marcado ahora era el de escribir un libro que recogiera todos los aspectos de su vida, artículos publicados, etc., y de este modo intentar conseguir que esa obra fuera lo más completa posible. La meta marcada es difícil de conseguir en su totalidad porque siempre habrá algún episodio, algún artículo publicado en alguna revista o semanario que se nos haya escapado, pero el trabajo ha ido encaminado en esa dirección.


La importancia de Puente dentro del anarquismo ha sido destacada a lo largo de los años por los más diversos autores, Juán Ferrer decía que «la bondad de Puente era tan auténtica, que no tenía enemigos ni en la tierra reaccionaria donde moraba. Precisó una requisa forastera para que el bueno de Isaac Puente pudiera ser conducido al calvario ante el estupor de los maeztucinos». Fernando Ferrer Quesada comentaba que «su ejemplo cotidiano convenció incluso a quienes no tenían la mínima noción de sus ideas y sus escritos. Homenaje bien merecido a la labor humanista, científica y sociológica que caracteriza la rectitud del hombre íntegro que fue Isaac Puente, puestos su corazón y su saber al servicio del pueblo».


Una anarquista de contrastada y reconocida talla política, como fue Federica Montseny, llegó a escribir que «las balas que perforaron su cráneo, la descarga criminal con el que el fascismo le arrancó la vida no destruyó solamente el hombre que era, la obra que ha quedado hecha; destruyó el hombre que hubiera llegado a ser, la obra que quedó virgen en el fondo de su pensamiento, en el gesto nervioso, por siempre más inerte, de sus ágiles manos. Manos de curador, manos buenas y humanas, que prodigaron el bien, que sólo dispensaron ternura, que ignoraron siempre la contracción que da dolor y el impulso cruel de la muerte».


Fabián Moro opinaba de él que «su persona y su conducta eran motivo de admiración, pero como la luz estorba a los cavernícolas, éstos la apagaron a tiros. Mirar de un magnetismo benefactor sin que él, acaso, se diera cuenta. Aquel mirar fue aquel sentir y aquel vivir. Sencillo, tenaz, imperturbable. Recto en el cotidiano vivir, estoico ante los zarpazos de la represión, la firmeza limpia que su mirar expresaba, expresaba también su personalidad».


Un compañero y amigo dentro de la CNT de Vitoria, Daniel Orille, comentaba que «el conocerle era amarle. Nadie que le conociera podía dejar de sentirse atraído por su bondad y simpatía. Era anarquista, aun cuando él no lo hubiera deseado. El anarquismo en él nacía por generación espontánea. Hombre modesto, honrado, solidario sin afectación y valiente con ostentación. Cuanto tenía lo daba, nunca a nadie pidió nada. Se creía de todos deudor y no comprendía que nadie pudiera deberle a él nada».


En opinión de José Peirats, «la prosa de Isaac Puente, así cuando trata de aspectos profesionales como al referirse a problemas sociales, es de una sobriedad transparente. Nada tiene de ampulosa, y si algo hay en ella de rebuscado, es la sencillez del maestro con vistas a la mentalidad en flor del educado Huye de los períodos complicados, de las frases sonoras y de los adjetivos detonantes. Esta sencillez que impregna sus escritos asombra en un hombre de ciencia y máxime en un médico familiarizado en el garabato recetario y con la deformación profesional frecuente en las justas académicas e, incluso, ajustadas y ponderadas (permítaseme la expresión) en el fragor de la polémica, pues fueron frecuentes las suyas, siempre cordiales».


Para Ricardo Sanz, «Isaac Puente era más que un libre pensador, un puritano de las ideas libertarias. Escribía en la prensa obrera, asistía a los comicios que los trabajadores de la CNT convocaban en el plano nacional, como observador permanente. Su preparación intelectual le permitía captar las inquietudes de los trabajadores manuales con una precisión y una facilidad admirables, que eran el asombro de sus más cercanas amistades».


Para completar esta biografía sobre la vida y obra de Isaac Puente he querido contar con la colaboración de dos expertos en la faceta política y en la faceta médica del personaje. Una vez analizados gran cantidad de artículos que escribió en distintas publicaciones libertarias de la época, el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, Antonio Rivera, expone su visión sobre el papel teórico jugado por Puente en la formulación de una vía insurreccional que, finalmente, fue la que se impuso durante el período republicano en la acción del movimiento libertario español. Por su parte, el médico José Vicente Martí Boscá, investigador de la relación histórica entre el anarquismo y la sanidad, estudia la importancia de Isaac Puente como médico y describe la relación entre su ideología política y su pensamiento sanitario.

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