En estas elecciones catalanas tan calentitas y que parecía enfrentar irreversiblemente a toda la casta política de la comunidad autónoma entre sí, existe algo en lo que todos están de acuerdo en destacar, la participación ha sido la mayor en la historia de toda la dedocracia en Cataluña, diez puntos más que en los comicios de 2010 (58,78%), y supera en más de cuatro puntos el récord absoluto de votantes, alcanzado en 1984 con un 64,36 %, claro que es lógico que ahora, perdedores y ganadores se estén frotando las manos al comprobar que su chollo seguirá durante bastante tiempo gracias a la "legitimidad" que les dan los votos. Los catalanes han puesto el hacha en la mano de su verdugo, si realmente lo que querían era trabajo, libertad e independencia creo que han escogido el peor de los caminos, el de la ruina moral perpetrada por todos los partidos políticos cómplices de este sistema caduco y de demostrada ineficacia en lo que respecta al bienestar de todos los ciudadanos. Pero estas cifras, como todo en la vida, pueden tener otra lectura diferente y bastante contraria, porque si la participación ha sido del 70% redondeando, eso quiere decir que un 30% de ciudadanos no han participado en la farsa del sufragio universal, 1/3 de los catalanes en edad de votar, pero estas personas no cuentan para el estado, son "minorías" molestas y además amenazan con quitarles el chollo para siempre. Sin embargo, mira por donde que resulta ser el mismo porcentaje de votos alcanzado por el partido que gobernará, ¿es eso soberanía popular?, yo lo veo más que como un engaño infumable.
Todos los medios de comunicación masivos siempre obvian esta delicada cuestión, porque ningún partido político puede tener legitimidad moral y mucho menos llamarle mayoría a contar con 1/3 del electorado. Si ha ello le sumamos la infumable Ley de D'hondt, creada para robar la soberanía al pueblo y transvasarla a manos de los servidores del capital, el engaño es bastante claro. Si una democracia no respeta su principio más básico no es democracia, si cada persona y cada voto no cuentan igual hablamos de otra cosa muy diferente a la democracia. El caso del referéndum para la Constitución Europea es muy clarificante. Según el Gobierno, de cara a la Unión Europea, fuimos el primer país en aprobar la Constitución Europea por mayoría en referéndum. El caso es que sí, el 76% de los votos fue para el sí, por lo que la Constitución fue aprobada por una amplia mayoría. Eso sí, solo fue a votar el 42% del censo. Casi el 60% de los españoles se quedó en casa. Fue la participación más baja de toda la historia de la mafiocracia. ¿Se tuvo en algún momento en cuenta la opinión de 2/3 de la población? No. La Constitución se aprobó pese a ello.
En España no se utiliza un sistema proporcional normal y lógico, como sería el de una persona, un voto y en el que cada partido se lleva el tanto por ciento de escaños que ha conseguido en las urnas. En España utilizamos una complicada fórmula matemática, la ley d’Hont (explicada pasito a pasito aquí http://www.elmundo.es/elecciones2000/cifras/graficodhont.html), con una regla de salida básica: si no llegas al 3% de los votos, no entras en el juego. Los votos en blanco, aunque no se le reparten a nadie, sí que hacen el saco de votos más grande, con lo que los porcentajes, se hacen más pequeños. Como consecuencia los partidos con menos votos salen perdiendo. Esta ley electoral no la conoce o comprende nadie al 100%, ni siquiera los políticos, pero estos sí saben que les conviene y por eso nunca se modifica, porque ello significaría dar un poco más de voz al pueblo, cosa a la que temen profundamente.
Además, los artículos 68 y 69 de la Constitución Española establecen que la circunscripción electoral para las elecciones generales (Congreso y Senado) es la provincia. Eso quiere decir que, aunque un partido se pase del 3% en el recuento de votos nacional, si provincia a provincia no llega al 3%, queda eliminado. En las últimas elecciones generales, le pasó a IU de manera escandalosa. Aunque sacó más votos que CiU en las elecciones al Congreso, sacó 8 diputados menos. ¿Por qué? Porque circunscripción a circunscripción había quedado eliminada, a pesar de tener un total nacional superior.
En la elecciones municipales y autonómicas pasa tres cuartos de lo mismo. Cada autonomía tiene su propia Ley Electoral, siendo la Valenciana de las más hirientes contra los partidos minoritarios, ya que eleva el mínimo al 5%. No obstante, como la circunscripción electoral sigue siendo la provincia, aunque un partido llegue al 5% global en todas las provincias de la autonomía, o incluso al 10%, o al 12%, no tendrá acceso a escaño si no llega al 5% al menos en una de ellas.
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