A causa de las persecuciones que sufrían los militantes en Barcelona, por cuya razón no podía actuar normalmente la organización, el Comité Nacional decidía consultar al Comité Regional de Andalucía y Extremadura si aceptaría que éste se trasladara a Sevilla, teniendo en cuenta que existía una organización potente con muy buenos militantes. La respuesta fue afirmativa y se procedió a trasladar la documentación, y con ella un asesor del Comité Nacional, que pusiera al corriente de las relaciones con las demás regionales y del estado de la organización, al nuevo Comité.
El Comité Regional de Andalucía decidió consultar al compañero Paulino Díez, que residía en Málaga, si aceptaba el cargo de Secretario General del nuevo Comité Nacional. Este compañero se trasladó a Sevilla para hacerse cargo de su nombramiento, a fines del mes de julio de 1923, y se procedió a nombrar a los demás miembros del Comité que recayeron sobre los siguientes compañeros: Ramón Mazón, secretario de actas, Manuel Pérez, contador, y yo fui nombrado tesorero, un compañero del Sindicato de Vidrieros, otro del Transporte, de quienes no recuerdo los nombres, y Pedro Calderón del Sindicato de la Madera.
Paulino Díez con Aurea Cuadrado de Mujeres libres y su hija en Panamá |
Apenas habíamos comenzado la labor de relación entre las Regionales cuando se produjo la dictadura del general Primo de Rivera, lo que nos obligó a tomar precauciones y prevenir a la organización contra una posible acometida de la dictadura, pues aunque ésta se dedicó a perseguir y destruir a los partidos políticos que habían votado en el Parlamento las sanciones contra el rey Alfonso XIII, por las responsabilidades del desastre militar de Annual en el año 1921, no descartábamos que, una vez eliminados los adversarios políticos, atacaría a las organizaciones obreras, en particular a la C.N.T.
A poco de un mes del pronunciamiento militar, se acercaron a nosotros unos representantes de los republicanos valencianos, de los vascos y de la fracción de Maciá, de Cataluña, para concertar una acción revolucionaria que pusiera término a la naciente dictadura. Como no podíamos decidir, sin antes consultar a la organización, si aceptábamos o no la proposición de los comisionados y tampoco conocíamos en detalle con qué medios se contaría para lanzarnos a tal empresa, decidimos consultar a la organización y ésta acordó celebrar un Pleno de Regionales, que tuvo lugar en Zaragoza, en el local del antiguo Casino, que fue propiedad del cardenal Soldevila, cerrado en aquella época, en el mes de octubre de 1923. El Pleno delegó en el compañero Paulino Díez, por el Comité Nacional, y en Antonio Parra, en representación del Comité Nacional de Grupos, para asistir a la reunión que debía celebrarse en Perpiñán, donde residía el señor Maciá.
Ésta se celebró en Font Romeu, en la que un individuo, en representación de los comunistas bilbaínos, intentó estar presente en la reunión. Nuestra delegación anunció que se retiraría en el acto si se admitía al representante comunista. Y éste, que representaba a los cuatro comunistas que había en aquella fecha en Bilbao, se retiró y la reunión se llevó a cabo. A nuestro regreso a Sevilla determinamos interesar a los compañeros de Portugal a reunirse con nosotros para establecer una acción común contra la dictadura de Salazar, si se llevaba a cabo el movimiento que se proyectaba contra la dictadura de Primo de Rivera.
Calle Trajano en la actualidad, entrando desde la Alameda de Hércules |
Como delegados para concertar el acuerdo vinieron a Sevilla, confundidos con los miembros de un equipo de fútbol, los compañeros Quintal y Sousa, este último, padre del que fue secretario de la Federación Anarquista Ibérica, durante la guerra en España. Una noche que estaba reunido el Comité Nacional en el local de la calle Trajano, se presentó un individuo proponiéndonos revelar las intenciones de la patronal sevillana para constituir sindicatos libres. Le dijimos que no creíamos en cuentos de brujas ni nos asustaba lo que pretendiera hacer la patronal. Se marchó y tras él salió un compañero quien lo vio conversando a la puerta del Teatro del Duque, con un agente de policía, apellidado Martín, que hacía poco había regresado de Canarias.
Seguimos reunidos y al rato de haber regresado el compañero e informados, por tanto, de quién se trataba, se presentaron, esta vez eran dos, en el local nuevamente. Se situaron en el umbral de la puerta donde celebrábamos la reunión y con las pistolas nos intimidaban. No cabe duda que la primera visita no tenía otro objeto que conocer, para el desarrollo de su estrategia, las condiciones del local. Volvieron al ofrecimiento y lo volvimos a rechazar, y en el ínterin apareció un compañero, que se percató de lo que sucedía y aprovechó la ventaja de que su presencia no había sido advertida, para encañonarles, y nosotros aprovechamos el momento para abalanzarnos sobre ellos, desarmarlos y propinarles una buena paliza.
A la mañana siguiente nos citaron a la comisaría para acusarnos de haber proporcionado una paliza, con magullamientos, a dos individuos allí presentes. Le dijimos al Comisario que siguiera adelante con la denuncia y que el juez determinaría lo que habría de responsabilidad en el caso. Pero a nuestra salida de la jefatura de policía fuimos a ver al gobernador, general Perales, para decirle que la organización no se haría responsable si las provocaciones de esos tipos continuaban y mucho menos si la patronal intentaba crear los sindicatos libres, de triste recordación en Cataluña. Le dijimos que los dos pistoleros eran protegidos por el agente Martín. Prometió meterles en la cárcel, lo que cumplió, y trasladó al padrino a otro lugar. Descubrimos que los sujetos eran los hermanos Simón, que participaron en el asesinato de Seguí y Paronas el 10 de marzo de 1923.
Cárcel del pópulo en los años '30 |
En ocasión de haberse cometido un crimen y un asalto al tren expreso Madrid-Sevilla, y no encontrando a los autores de él, a las autoridades policíacas se les ocurrió la idea luminosa de que el asalto se había cometido por elementos de la C.N.T., y nosotros, como Comité Nacional, fuimos a dar con nuestros huesos a la cárcel, a la que se llamaba "El pópulo". En la redada cayeron los compañeros Quintal y Sousa. Del atraco se nos exoneró, pero permanecimos en la cárcel seis meses para salir camino al destierro. El atraco fue cometido por un señorito, de casa bien y un empleado de correos. Como continuábamos en la cárcel y previa consulta a las regionales, éstas determinaron trasladar el Comité a Zaragoza.
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