Neonazis en Grecia: Las sombras de Aurora Dorada (En Portada, TVE 2013)




La crisis y el consiguiente empobrecimiento de los griegos ha acentuado la xenofobia y ha abierto la puerta del parlamento a una nueva ultraderecha: Aurora Dorada, un nombre que encubre un ideario neonazi y totalitario. La ultraderecha griega ha pasado en tres años de ser una fuerza irrelevante a disponer de 18 escaños. Y podría llegar a tener más, ya que las encuestas señalan que es un grupo en alza capaz de convertirse en el tercer partido en representación.

Aunque se presenta como un mero partido nacionalista, y dice tener un interés social, todas su propuestas están subordinadas a un 'solo para griegos'. Una exclusión que no tiene reparos en ejercer con violencia contra todo el que no comparte su ideario y, en particular, contra los inmigrantes. Con esa estrategia consiguen votos, sobre todo en las zonas más golpeadas por la crisis.
 

Caso Scala: terrorismo de Estado

 

 
El domingo 15 de enero de 1978 la CNT organizó una manifestación en Barcelona contra la firma de los Pactos de la Moncloa y las elecciones sindicales. En la misma se juntaron alrededor de 10.000 trabajadores que seguían oponiéndose a ese pacto social y que era prueba evidente de la gran capacidad de convocatoria que tenia la CNT en aquellos momentos.
 
Arde la Sala Scala

A las 13:15 horas, terminada la manifestación, tuvo lugar un ataque con cócteles Molotov contra la sala de fiestas más conocida y de más éxito de Barcelona en aquellos momentos, la sala "Scala", situada en la esquina de la calle Consejo de Ciento y Paseo de San Juan. El resultado inmediato fue la muerte de cuatro trabajadores de la sala: Diego Montero, Bernabé Bravo, Ramón Egea y Juan Manuel López; tres de los cuales eran afiliados de la propia CNT.

Por aquellos días podría decirse que los ciudadanos estaban en cierto modo acostumbrados a las noticias de atentados terroristas. A nadie asombraba el asesinato de policías o militares, los coches-bomba y demás actos que resultaban casi habituales en aquella época. Sin embargo, un atentado contra una sala de fiestas era algo que resultaba inverosímil por lo absurdo y disparatado de la idea. Probablemente por ello en los primeros momentos se aventuraron toda clase de hipótesis. Algunos medios achacaron el atentado a vulgares asesinos, otros lo relacionaron con cuestiones particulares relacionadas con la sala de fiestas, algunos llegaron a establecer una relación con la campaña en pro de la libertad de expresión que por aquel entonces se desarrollaba en solidaridad con el dramaturgo Albert Boadella.

La duda y la incredulidad siguió siendo la tónica general para la inmensa mayoría hasta que, tan sólo cuarenta y ocho horas después, el martes 17 de enero un comunicado de la policía informó de la detención de todos los presuntos autores del atentado, a quienes inmediatamente se les relacionó con la CNT.
 
La sala quedó totalmente arrasada

«Un comando de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), integrado por tres sujetos en cuyo poder se ha hallado asimismo documentación que les acredita como afiliados a la central sindical CNT ha sido autor, según la Jefatura de Policia de Barcelona, del atentado contra el restaurante-espectáculo Scala.»
 
Efectivamente, los detenidos eran todos afiliados a la CNT y poco antes del atentado habían participado en la manifestación. Al finalizar la manifestación -según la policía- los acusados se habían dirigido a la sala de fiestas lanzando contra ella seis cócteles molotov que ocasionaron el incendio y la muerte de los cuatro trabajadores que se hallaban dentro. De esta manera quedó establecida la relación de los detenidos con la CNT y el atentado con la manifestación. Bajo la dirección del gobernador civil José María Belloch y del comisario Francisco Álvarez, empezaron las detenciones en los medios anarcosindicalistas.

Los detenidos fueron debidamente acusados y procesados, pero eso no detuvo la operación policial. Muy al contrario, en los días posteriores fueron detenidas alrededor de 170 personas más, al mismo tiempo que se desataba una imponente campaña de descrédito contra la organización confederal por medio de los medios de comunicación y de los aparatos represivos del estado, que vieron la ocasión de amordazar y destruir la única fuerza con cierto peso social que amenazaba la amplia operación de blanqueo de la dictadura franquista y de los propios franquistas. Dicha operación pasaba por los Pactos de la Moncloa -a los que ni asistieron ni fueron invitadas las fuerzas sindicales, aunque luego la mayoría de las mismas los aceptaran- destinados a hacer recaer sobre las espaldas de la clase trabajadora el grueso de la crisis económica que se estaba viviendo, a costa de fuertes recortes salariales, subidas de impuestos sobre el consumo y pérdida de derechos laborales y a la vez sentar las bases de los cambios políticos que deberían llevar a la Constitución de 1978, fruto de un gran pacto entre el franquismo y una nueva clase política emergente ávida de poder.
 
Los perros de prensa haciendo su trabajo

La CNT, reacia al conjunto de dichos pactos y reacia, sobretodo, a olvidar el pasado y a renunciar a exigir cuentas al franquismo depurando todo el aparato estatal, ya fuese político, policial, judicial e incluso cultural, se había convertido en el gran objetivo a batir.

El simple hecho de aparecer en la agenda de teléfonos de algunos de los acusados o de una persona relacionada con alguno de los acusados se convirtió en motivo suficiente para ser detenido. Después de ser interrogados y pasar alguna noche en el calabozo, los detenidos eran puestos en libertad sin cargo alguno. Resultaba evidente que la policía no buscaba nada ni a nadie -ya tenían a los culpables- se trataba simplemente de amedrentar a los cenetistas y de ahuyentar de la organización a miles de trabajadores afiliados que, si bien se identificaban con la línea sindical de los anarconsindicalistas, no estaban dispuestos a llegar demasiado lejos en su adhesión, ni mucho menos a desafiar una represión policial de aquella envergadura.

La cosa no era de broma, las noticias de nuevas detenciones crearon un ambiente de inseguridad en gran parte de la afiliación. Por otra parte, la certeza de la implicación de la CNT en el atentado fue afianzándose en la opinión pública, lo que provocó un serio deterioro en la imagen de la organización y de los anarquistas por extensión. Si a esto añadimos las noticias de agresiones y asaltos por parte de grupos fascistas, que en aquellos días se incrementaron de forma muy considerable, podemos hacernos una imagen aproximada de la situación. Ser libertario en aquellos momentos se convirtió en algo bastante desagradable. Los medios de comunicación lo hicieron impopular, la policía y los grupos de la ultraderecha lo hicieron peligroso. Como consecuencia, se fueron debilitando las filas cenetistas, abandonadas por muchos trabajadores.

Ni que decir tiene que los Pactos de la Moncloa pasaron a un segundo plano.

Como hemos dicho la represión no sólo fue policial. El caso Scala marcó el comienzo de una intensa campaña de atentados contra el Movimiento Libertario y contra una CNT de nuevo en auge -ya contaba con 100.000 afiliados sólo en Cataluña- en particular protagonizada por grupos, al parecer de ultraderecha, que se escondían detrás de siglas desconocidas e indescifrables. En aquellos meses se tuvieron noticias de atentados en varias ciudades, sin que la policía demostrara la misma eficacia en detener a sus autores que la mostrada en el caso Scala.
 
La vista del caso tuvo lugar en diciembre de 1980. Los abogados defensores solicitaron que el ministro de gobernación, Rodolfo Martín Villa, compareciese a declarar, pero no lo hizo. Tampoco lo hizo Joaquín Gambín, confidente de la policía y responsable del incendio del Scala según la defensa. Gambín había logrado fugarse de la prisión de Elche en extrañas circunstancias y, a pesar de que tenía varias órdenes judiciales de busca y captura, la policía no pudo dar con su paradero.

La posición de la defensa apuntaba hacia un montaje policial orquestado mediante confidentes infiltrados en el sindicato CNT con el objetivo de desacreditar al sindicato ante los trabajadores y evitar así su progresión en Cataluña. La sentencia condenó a José Cuevas, Xavier Cañadas y Arturo Palma a 17 años de prisión como autores de un delito de homicidio involuntario y por fabricación de explosivos; Luis Muñoz fue condenado a dos años y seis meses por complicidad, y Rosa López, a 5 meses por encubrimiento. El recurso presentado por los abogados defensores, por quebrantamiento de forma y denegación de pruebas por la no comparecencia de Martín Villa en la vista, fue rechazado por el Supremo.

La presión sobre la policía por el asunto Gambín se multiplicó a raíz de la vista y de las exigencias, en aquel sentido, del indignado fiscal del caso, Alejandro del Toro, que desde instancias judiciales conservadoras fue acusado de "simpatizar con los anarquistas". Con el paso de los años se fue descubriendo el papel crucial y decisivo que desempeñó Joaquín Gambín, el Grillo, o también conocido como el Rubio o el Legionario, en este asunto. Como se llegó a demostrar, fue él quien se infiltró en la CNT para dirigir el atentado. La presión de la prensa sobre la policía y la ausencia de Gambín en la vista del caso hicieron levantar sospechas sobre las verdaderas causas del atentado, provocando incluso desavenencias entre el Ministerio Fiscal y algunos miembros de la judicatura. Finalmente, a finales de 1981, Gambín fue detenido por la policía tras un tiroteo en Valencia. El Caso Scala volvía a abrirse.

La segunda vista del Caso Scala Barcelona, en diciembre de 1983, solo tuvo un acusado: Joaquín Gambín. La sentencia lo condenó a 7 años de prisión por acudir a la manifestación con armas y por preparación de explosivos.

El Caso Scala fue la punta de lanza de la gran represión que se abatió sobre el movimiento libertario, en momentos de cierta debilidad organizativa y estructural debido a las evidentes divisiones que se estaban ya gestando en el seno de la anarcosindical.
 

Como posteriormente escribiría Xavier Cañadas Pérez, uno de los encausados y encarcelados durante ocho años por el Caso Scala:

<<Esta relación de hechos, documentalmente contrastados, arrojan un tal cúmulo de datos que permiten afirmar que el Caso Scala constituye el punto de inflexión de una dinámica de represión, políticamente concebida y previamente estudiada en los altos niveles del Gobierno, pues dichos hechos escapan a la competencia exclusiva de un estamento, de una sola brigada o servicio policial, de un solo magistrado, de un solo Ministerio>>.
 

La intensificación de la persecución polical contra el movimiento libertario fue alarmante. El 13 de marzo de 1978 murió Agustín Rueda, preso en la cárcel de Carabanchel, a consecuencia de la paliza que le propinaron un grupo de funcionarios de prisiones. Tres meses después Agustín Valiente falleció en Almería mientras intentaba evitar una detención polical. En junio de 1979 el cenetista Valentín González murió por el impacto de una pelota de goma lanzada por la policía al reprimir la huega de los trabajadores del Mercado de Abastos de Valencia. Pero la represión no terminó aquí.

Ante esta situación creció el número de compañeros que optaron por la violencia como respuesta a la denominada nueva represión democrática. En febrero de 1978 se detuvo en Barcelona, Valencia y Madrid a veintidós personas acusadas de pertenecer a los Grupos Autónomos, en abril cuatro trabajadores de la SEAT de Barcelona fueron detenidos acusados de formar el Ejército Revolucionario de Ayuda al Trabajador (ERAT), al mes siguiente cayeron una docena de compañeros en Valladolid y ese verano continuaron las detenciones. En febro de 1979 hubo once nuevos detenidos, en mayo uno más en la Junquera y en junio hubo una amplia redada contra la Federación Ibérica de Grupos Anarquistas (FIGA) en varias ciudades de la península, en agosto se produjeron cuatro nuevas detenciones en el movimiento libertario barcelonés y en octubre otras tres en Madrid. En noviembre hubo dos heridos de bala en Valencia que pertenecían a los Grupos Autónomos Anarquistas, acusación que se repitió contra otros cuatro anarquistas detenidos en el mes de diciembre de 1979.

La ofensiva de estos miltiantes libertarios alimentó la intoxicación de los medios de comunicación, que, por jemplo, asociaban a los Comandos Autónomos Anticapitalistas con ETA, y aumentó el aislamiento de la CNT y del resto de organizaciones anarquistas. Ya no había base social para revolución alguna y el movimiento libertario se fue quedando solo en la lucha por una transformación social más profunda.
 
El Caso Scala marcó el fin del crecimiento espectacular de la CNT y del movimiento libertario, y el inicio de su decadencia acelerada. Supuso el frenazo de una organización que crecía a ojos vista, el acentuamiento de sus divisiones y un descrédito que arrastró la organización confederal que quedó ampliamente desautorizada socialmente y prácticamente neutralizada: se consumó el gran Pacto de Estado de la Transición y de la nueva Democracia Española, sin oponentes. La monarquía democrática se consolidó con la Constitución, aprobada en referendum el 6 de diciembre de 1978.

El acoso policial, la consolidación de la monarquia democrática y el reflujo de las luchas obreras llevaron a la CNT a una seria crisis. Cerrado el periodo de luchas revolucionarias del tardofranquismo, había llegado el momento de hacer balance del largo y complicado proceso de reconstrucción y adaptarse a la nueva realidad social y política de la España de los años ochenta.

Así pues, a finales de 1979 la CNT organizaría su V Congreso y primero desde el Congreso de Zaragoza en 1936 y desde que la dictadura arrojara a la organización a los círculos infernales de la clandestinidad y del exilio. Ya durante el periodo precongresual se hicieron evidentes las profundas divergencias que enfrentaban a los distintos grupos y tendencias que convivían en el seno de la organización. No había discrepancias en el diagnóstico de la situación por la que atravesaba la CNT y el conjunto del movimiento libertario, pero las diferencias eran muy agudas cuando se buscaban las causas y se proponían las soluciones.

Según se iba profundizando en el debate, se fueron decantando dos grandes corrientes de opinión que confluirían al Congreso para generar la primera gran escisión de la CNT desde 1933.

Fuente del texto:

http://madrid.cnt.es/noticia/guerra-sucia-del-estado-espanol-contra-anarcosindicalismo-caso-scala


Rodolfo Martín Villa, fue el máximo responsable de la operación del Scala. Por entonces era ministro de Gobernación y presentó la detención de los supuestos responsables en apenas 24 horas como un triunfo. La policía andaba necesitada de éxitos, temerosa de que la transición conllevara una purga en el cuerpo. Anteriormente había estado vinculado con el Sindicato vertical en la época franquista, ocupando diversos altos cargos a lo largo de los años de la dictadura. Este terrorista es en la actualidad el Presidente de Sogecable y directivo del Banco Malo. Nunca ha sido juzgado por sus crímenes.
 
El texto que viene a continuación lo he copiado del libro Caso Scala: terrorismo y algo más (descargar) escrito por Xabier Cañadas, uno de los falsamente inculpados en este atentado de Bandera Blanca.
 
 

ALGUNOS INTERROGANTES QUE NUNCA FUERON RESUELTOS.

Son demasiados quizás, los interrogantes que siempre han existido en torno al atentado contra la sala de fiestas “Scala” de Barcelona. La respuesta a todos ellos sólo podrá saberse una vez que toda la documentación –hoy Secreto de Estado-, sea desclasificada, y esto no será posible, si es que algún día llega a serlo, hasta después del 2028. Son demasiados los interrogantes que descubren la inocencia de los condenados por el “Caso Scala” y que, apuntan indiscutiblemente a uno más de tantos montajes estatales contra el Movimiento Libertario.

Como muestra de ello, apuntamos aquí sólo algunos de ellos:

¿Por qué la policía no detuvo al confidente Joaquín Gambín Hernández, ni facilitó datos acerca de él en ninguna declaración oficial a la prensa ni a los Tribunales de Justicia hasta que se lo pidió el juez instructor y, porqué tampoco fue detenido cuando en abril del mismo año, la policía, detenía y desarticulaba al E.R.A.T (Ejército Revolucionario de Apoyo a los Trabajadores)?

¿Por qué los vecinos escucharon dos fuertes detonaciones si no habían explotado los dos depósitos de gas propano y los cócteles molotov no producen explosión, sino simplemente llamarada?

¿Cumplía el “Scala” las normas de seguridad contra incendios?. Si al producirse el incendio había 12 personas en el local y murieron 4. ¿Cuántos hubieran muerto si se hubiera producido con la sala llena y todos los trabajadores en ella?

¿Por qué si el negocio era tan boyante -como declararon los propietarios “hermanos Riba” después del incendio-, unas semanas antes se habían dirigido a la Delegación Provincial de Trabajo, solicitando un aplazamiento en el pago de las cuotas a la Seguridad Social (unos siete millones de pesetas) alegando la descapitalización de la tesorería de la empresa?

¿Por qué no comparecieron en el sumario, como perjudicados, los hermanos Riba?

¿Por qué las compañías de seguros les pagaron 200 millones de pesetas cuando ni siquiera estaba concluido el sumario?

¿En qué situación quedó aquella cuenta que se abrió en varios bancos para pagar la reconstrucción del “Scala” por suscripción pública? ¿Qué se hizo de ella?

¿Por qué el entonces ministro de interior Rodolfo Martín Villa, pagó tres talones de 1.300.000 Ptas. y otro de 800.000 Pts. a los familiares de las víctimas si aún no se habían cumplido las diligencias?

¿Por qué estos mismos familiares tampoco se personaron, como perjudicados en el sumario?

¿Por qué el entonces ministro de interior Rodolfo Martín Villa, entregó un talón por valor de un millón de pesetas al “maitre” de la “Scala” para que no dijera lo que había visto?

¿Por qué en las primeras imágenes aparecidas en TVE, entonces en blanco y negro, aparece el revólver encontrado en casa de Javier Cañadas, sabiendo que era de juguete?

¿Quién compró los negativos y fotografías realizadas por un aficionado durante todo el transcurso del incendio? Fotografías éstas (Correo Catalán) que demostraban que el incendio había comenzado por la parte trasera del edificio antes de que se arrojaran “según la policía” los cócteles molotov y que la parte delantera, donde según la policía se habían tirado los cócteles, estaba intacta, y que hubieran demostrado la inocencia total de los inculpados.

¿Porqué esas fotografías no formaron parte del proceso judicial?

¿Quién y por qué hizo desaparecer el informe que solicitó el primer Juez Instructor del caso al Perito Especialista Sr. Villalba, quien tras la recogida de muestras y el posterior análisis en laboratorio descubrió que en la sala de fiestas había fósforo?

¿Por qué se hizo desaparecer el informe del Fiscal General del Estado, Sr. Burón Barba, quien tras el descubrimiento de la existencia de fósforo, exige un informe sobre la presunta participación de los Servicios de Seguridad del Estado en el atentado?

¿Por qué el Gobierno Civil prohibió el peritaje sobre las causas del incendio a personas y entidades particulares y, en cambio, permitió la demolición de los restos del edificio antes de hacerse la prueba pericial oficial?

¿Por qué se tardó nueve meses en hacer la prueba pericial, cuando ya no quedaban ni escombros del edificio y sólo se hizo tras la exigencia del Fiscal de la Audiencia Nacional?

¿Por qué el Juez de Instrucción no permitió la declaración del quiosquero, principal testigo presencial de los hechos, “Guardia Civil retirado” de enfrente de la “Scala”?

¿Por qué el Tribunal no admitió la prueba de la declaración del quiosquero de delante de la “Scala” firmada ante notario?

¿Por qué el Tribunal no admitió como prueba la declaración de las treinta personas que aseguraban haber estado tomando el vermouth a esa hora, con Javier, Arturo, José, Mª Pilar y Mª Rosa, en un bar del barrio de Verdum de Barcelona?

¿Por qué unos días después de intentar declarar ante el juez de instrucción, el quiosquero de enfrente de la “Scala”, aparece muerto con un tiro en la nuca, en una calle de Barcelona, sin que la policía investigue siquiera lo sucedido?

¿Por qué ese día no se encontraba en el interior del recinto, como cada domingo a esa hora, la unidad móvil en color de TVE?

¿Por qué es destituido el Jefe Superior de Bomberos de Barcelona, tras declarar que “ese destrozo sólo lo ha podido provocar una bomba de deflagración masiva compuesta de fósforo y el fósforo es propiedad del ejército” y no unos simples cócteles molotov?

¿Por qué Maria Pilar Álvarez Álvarez y María Rosa López Jiménez permanecen seis meses en prisión por el simple hecho de ser compañeras sentimentales de Javier Cañadas y de José Cuevas?

¿Por qué Maria Teresa Fabres Oliveras, permanece dos años en prisión y es puesta en libertad sin cargos por falta de pruebas?

¿Por qué el Estado, todavía hoy, no ha pagado la indemnización de 10 millones de pesetas por el error judicial de tener a Maria Teresa Fabres Oliveras durante dos años, sin pruebas, en prisión?

¿Por qué el Tribunal no acepta como pruebas de la defensa ni la declaración de Rodolfo Martín Villa ni del entonces jefe de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, que había coordinado los interrogatorios?

¿Porqué en la vista del juicio aparecen una serie de fotografías mostrando a los acusados, portando una bolsa de deportes durante la manifestación?

¿Por qué si en el juicio, celebrado del 1 al 4 de diciembre de 1980 –tres años después de la detención-, los acusados no son reconocidos por ninguno de los testigos presenciales y no existía ninguna prueba concluyente contra ellos, salvo las declaraciones obtenidas bajo torturas en comisaría, son condenados igualmente?

¿Por qué los acusados son condenados a dos penas por el mismo delito “6 años por incendio con causa de muertes y 7 años por imprudencia temeraria con causa de muertes?

¿Por qué tras recurrir la defensa de los condenados, la sentencia ante el Tribunal Supremo, por quinientos treinta y ocho defectos de ley y de forma, ese Tribunal desestima el recurso y confirma la pena impuesta?

¿Por qué en 1982, el criminólogo de la Central de Observación de Madrid, ofrece a los condenados Javier Cañadas y Arturo Palma, el tercer grado de clasificación penitenciaria a cambio de que firmen un documento oficial por el que se declaren autores materiales del atentado y se arrepientan de sus actos?

¿Porqué ese mismo año, 1982, dos senadores del P.S.C. acuden a la cárcel de Madrid a pedir a los tres condenados que soliciten el indulto, pues no se les puede conceder la amnistía y, saben que ellos no tuvieron nada que ver con el atentado?

¿Por qué el P.S.O.E. no concedió ninguno de los cuatro indultos (1982, 1983, 1984 y 1985) que solicitaron los condenados?
 

Scala: terrorismo de Estado y algo más, así se llama el libro de Xavi Cañadas, editado por Virus Editorial. A Xavi lo conocía del Casal del Barri de Prosperitat, donde tantas veces hemos coincidido, sin saber que era uno de los detenidos por el famoso caso Scala. Un ejemplo de manipulación mediática en donde varios jóvenes se comieron un marrón organizado por los servicios del Estado, para parar los pies a una CNT en alza. De aquel montaje nunca más se repusieron.

Los familiares de los encausados conectaron con el equipo Butifarra! y sacamos un tebeo para explicar un poco el caso,esas paginas son una pequeña muestra. Ahora, 30 años después, se van sabiendo más cosas, el incendio que provocó el desastre fue interior, con explosivos que sólo tenía el ejército, un testigo directo, un quiosquero -que encima era picoleto retirado- fue asesinado para que no contase nada, las pruebas eliminadas, Gambín, el confidente inductor del atentado a sueldo de la policía en libertad, pruebas periciales que indican que el coctel molotov echado en la puerta del local nunca pudo provocar el incendio interior, en fin.. demasiados puntos oscuros en los cuales aún hay que alumbrar con mucha luz. Aún se tendrá que hacer otro tebeo de todo aquello..

Azagra (Colectivo Butifarra!)
 
 
 
 

Partido Podrido: criminalizando, insultando y robando al obrero

 

 
Cuando algún dirigente del PP o algún vocero perro de prensa del Partido Podrido, tipo el Cerdito Marhuenda, señala a las personas que salen a la calle para defender sus derechos, los tacha a todos de izquierdistas, radicales o próximos a la kale borroka. Al igual que como ocurrió durante los turbios años de la República, todo aquél que pida pan forma parte de la conspiración judeo masónica en lo social y el contubernio comunista en lo político. Que un padre exige una educación digna y de calidad para sus hijos, claramente es un rojo agitador. Que un anciano reclama la devolución íntegra del dinero que le han robado los banqueros, es evidente su carácter violento. Que un minusválido pide que la sociedad sea solidaria con él, peligroso terrorista diletante como los de Acción Mutante. Que gritas pidiendo el derecho a techo para las más de 400.000 familias tiradas a la calle sin misericordia alguna, activistas filoetarras, como diría la Nancy Cifuentes, la novia de Chucky.
 
Estos bastardos no sólo se contentan con robarnos a manos llenas y condenarnos a medio vivir, encima lo hacen con una sonrisa sádica dibujándose en sus despreciables rostros porcinos, una sonrisa como de revancha, como queriendo dejar claro de nuevo quien ganó la guerra civil. En privado estoy seguro de que esa sonrisa se transforma en una sonora carcajada, fijo que se saben muchos chistes del tipo "sabes aquél currito que iba...". Estos dementes meapilas disfrutan perpetrando sus atentados, esa es la gran ventaja que nos tienen, quien ha perdido la humanidad carece de sentimientos humanos y se transforma en el bicho más letal habido nunca sobre la Tierra, nosotros no somos asesinos como ellos, aún conservamos lo que nos identifica como personas. Una vez se borra cualquier atisbo de ética, una vez que la conciencia queda reducida a la nada, los humanos son implacables, una jauría de lobos no son más que niñas de colegio comparados con una piara de nazis o del Ku Kux Klan, y mirad por donde que precisamente estamos en sus manos.
 
 
Estos cerdos de misa de domingo le niegan la asistencia sanitaria a los inmigrantes por el simple hecho de no ser español, yo tampoco soy español, español, español; los auténticos españoles son la casta carpetovetónica de toda la vida, sentimiento que les viene dado por la sencilla razón de que España es de ellos y nunca del españolito de abajo. Cualquier persona trabajadora de cualquier país siempre será más compatriota mío que ningún cerdo falangista español, su España se la pueden meter por donde algunos sufren en silencio. Así que si tu eres español, español, español y de abajo, sólo puedo decirte que eres imbécil, integral además. La indecencia de estas sabandijas no conoce límites, es tan profunda como un pozo de Moria, no tienen bastante con negarles la asistencia sanitaria a los inmigrantes, además penalizarán a todo aquél que preste ayuda a un inmigrante sin papeles, incluso llaman a la colaboración ciudadana para denunciar a los peligrosos solidarios ¿solidaridad? eso les suena a contubernio de rojos, ¿se puede ser más miserable?
 
 
Esta rancia casta indecente y que algún día erradicaremos de nuestra tierra, lleva siglos viviendo del trabajo ajeno y despreciando a todos los que le proporcionan esa vida tan regalada por la puta gracia de Dios. Nunca podrán ver bien que un obrero tenga un buen coche y un chalet en la playa, para ellos eso es como darle jamón ibérico a una rata. A cada uno lo suyo dirán, y todavía se mosquearán si no te compras un coche pero te compras una mountain-bike de las caras. A éstos les gusta que se note la diferencia, un ejemplo muy claro; en un restaurante de estos de última moda con chefs deconstructores y sus muertos en almíbar ¿cuánto cuesta un plato? un huevo y parte del otro ¿verdad? No hay que ser un lince para saber que ese plato que puede costar el sueldo de una semana de un currante, le ha costado al restaurante 40 duros, o menos si me apuran. Entonces, ¿por qué razón u motivo vale tan extremadamente caro ese plato que parece una muestra? Porque el chef es de gran renombre podrás contestarme, vale eso se paga, es estúpido, pero se paga. Porque el restaurante está en un sitio céntrico puedes alegar también, cierto, eso incuestionable, también se paga, sobre todo en grandes ciudades. Pero en mi corto entender la verdadera y simple razón de que en uno de estos lujosos restaurantes cueste un pez 10 veces más que en el Bar de la esquina son simples matemáticas. Quien no puede pagar nunca irá a ese restaurante, (ni falta que le hace) así que los pijos a la última moda evitan tener que mezclarse con lo que ellos llaman chusma. Siempre habrá algún currito con ínfulas que quiera ir a un bar de éstos, pero el gorila de la puerta no le dejará pasar, alegará que es un club sólo para socios o lo que le venga en gana, porque lo que les importa no es tu dinero, sino tu clase, dejándote entrar mancharían su reputación de garito pijo y exclusivo, ¿lo pillas? exclusivo.
 
 
¿Qué quiero decir con todo esto? pues que los amos de este país además de ser dueños de todo lo material, también nos ven a los de abajo como venidos a este mundo para servirlos a ellos, están totalmente convencidos de esto porque así se lo enseñaron desde pequeños. Son amos y quieren que se sepa claramente, lo que les gusta es vivir a cara de perro, sin compartir ninguna de todas esas riquezas robadas al pueblo a través de siglos de latrocinio, engaños y violencia, no en vano contamos con la oligarquía más retrógrada y cavernícola de toda Europa. Incluso los propios países europeos (nosotros somos el norte de África) están flipando con esta gentuza, ya les han dado algún que otro toque con respecto a las hipotecas y cláusulas basura, pero aún así se niegan a torcer el brazo, dejándonos cada vez más claro que hacemos lo correcto, luchar contra ellos, después ya veremos que pasa, pero lo primero es que esta piara de puercos nunca más vuelva a dirigir nuestras vidas a su antojo. El Partido Podrido ha sido el que ha roto la baraja, ¿se puede dialogar o negociar algo con quién te insulta y roba a diario? yo creo que no, deberíamos ser todos más buenos que Piolín para intentar razonar con estos "lindos cerditos", así que como diría De Guindos eso no, eso no, eso no es todo amigos, la pesadilla continuará hasta que todos despertemos.


Funeral de Piotr Kropotkin [Filmación, 1921]

 
 
Casa de Kropotkin en Dimitrov
Piotr Kropotkin falleció un 8 de febrero en 1921, en una humilde casa en Dimitrov, - que habitaba desde el verano del 1918 - un pueblecito a unos kilómetros al norte de Moscú. Por aquel entonces tenía 78 años y había dedicado sus últimos años a escribir el libro “Ética: origen y evolución de la moral”, del cual alcanzó a redactar el primer tomo antes de que fuera aquejado por la neumonía que lo llevó a la muerte.
 
Su cuerpo no fue llevado al cementerio hasta el 13 de febrero, porque los familiares y amigos de Kropoktin se negaron a que el gobierno bolchevique realizara un funeral de Estado, organizando, en cambio, una comisión de anarquistas que se encargarían de las exequias. De este modo, el cuerpo de Kropotkin estuvo dos días en Dimitrov, en su casa. Luego, el 10 de febrero, se trasladó el féretro a Moscú en un tren que llevaba banderas negras con leyendas de Piotr. Allí, se instaló el velorio en la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos, colocando en la entrada un gran lienzo negro que denunciaba al gobierno bolchevique por su negativa para liberar a los presos anarquistas, tal como había deseado Kropotkin.

En sus últimos tres años de vida no tuvo estrecho contacto con las masas y vivía sencillamente con su esposa, Sofía, e hija, Alejandra. Estaba entonces enzarzado en su obra sobre la ética, que no pudo concluir al sobrevenirle la muerte. Aunque apartado de la política y los asuntos sociales, siempre que podía escribía algunas cartas a las autoridades soviéticas y a conocidos, denunciando los abusos del régimen o haciendo sus análisis de la realidad del momento.
 

Durante dos días afluía la gente sencilla de los alrededores de Dmitrov a rendirle el último homenaje. El féretro llegó a Moscú el 10 de febrero, durante el viaje el tren llevaba varias banderas negras con textos de él, y al llegar a la estación hubo un pequeño altercado con los denominados «anarcobolcheviques» o «anarcosoviéticos» (libertarios colaboracionistas con la dictadura bolchevique) que querían llevar el ataúd a toda prisa y sin ceremonia a la capilla ardiente. Durante el trayecto se pararon junto la carcel de Butyrki y se cantaron himnos revolucionarios, como protesta al confinamiento de muchos anarquistas en las cárceles de la Cheka.
 

La capilla ardiente se situó en la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos, cerca del Kremlin. Allí se puso una gran bandera negra donde estaba escrita una denuncia de los anarquistas moscovitas, ante la negativa de liberar a los presos libertarios (la mayoría ucranianos detenidos, meses atrás, durante el Congreso Anarquista de Jarkov), deseo expreso del mismo difunto.

Hubo varias peticiones de excarcelación a las autoridades soviéticas, desde el soviet de Moscú hasta al mismo Lenin, quien se lavaba las manos delegando la responsabilidades al Congreso Panruso de Soviets y la decisión final para la misma policía política, la Cheka, para que pudiesen participar en el funeral. Y la respuesta siempre fue negativa. A pesar de las trabas oficiales, como la censura y la burocracia, se publicó el boletín de la comisión y varias octavillas en la imprenta precintada del doctor Atabekían, amigo personal de Kropotkin y que estuvo junto a su lecho de muerte.

La comisión llegó a amenazar con retirar las coronas fúnebres del Partido Comunista, además de informar de la situación a la prensa internacional, si no soltaban ya a los presos anarquistas de Taganka y Butyrki, y al final las autoridades locales, Kamenev al frente, prometieron tal liberación.

Uno de los deseos del fallecido fue que no se cantase ni tocase La Internacional (le parecía que sonaba a «los aullidos de perros famélicos») y que se pidiera la libertad para los presos.
 
Dos días estuvo expuesto el cuerpo al público. En la mañana del 13 de febrero las calles estaban llenas a rebosar, a pesar del frío. Helaba, se congelaban hasta los instrumentos musicales de la banda, pues el inicio del entierro se demoró durante una hora más hasta la llegada de los presos. Las autoridades soviéticas solamente liberaron, bajo palabra, a siete anarquistas, quienes portaron el féretro (Olga Taratuta, Fania Baron, Aaron Baron, David Kogan, Mark Mrachny, Alexandr Guevky y Alexiev Clonetsky) y algunos pacifistas tolstoianos, todos de Taganka.

El recorrido, desde la Casa de los Sindicatos hasta el cementerio de Novodévichi, duró unas dos horas y se hicieron dos paradas. La primera fue frente el Museo Tolstoi, al llegar a su altura se tocó La marcha fúnebre de Chopín. Y la segunda frente la prisión de Butyrki, desde la cual los encarcelados golpeaban los barrotes de sus celdas y entonaban un himno a la muerte. A este funeral asistieron miles de moscovitas —se comentaba que fueron entre veinte a cien mil los asistentes— y, además de multitudinaria, fue la última manifestación en Moscú en varias décadas (hasta tiempos de la Perestroika de Gorbachov) contra el régimen soviético. Y al frente del cortejo fúnebre iba la bandera contestataria. Había muchas banderas rojas y negras, y en algunas había textos del finado como: «Donde hay autoridad no hay libertad».
 
Emma Goldman en la última despedida a Kropotkin

Al final, en el cementerio, varios representantes de diversas organizaciones (comunistas, eseristas, anarquistas,...) pronunciaron sus respectivos discursos. Emma Goldman tuvo su primera intervención pública en Rusia y Aaron Baron habló en nombre de los encarcelados. Y todo esto... bajo la vigilancia de un destacamento chekista.

Los detenidos pasaron la tarde con los compañeros, pero tuvieron que regresar por la noche, acompañados por otra gran procesión popular, a la carcel de Taganka. Exceptuando uno de ellos, Mark Marchny, que fue expulsado de la Unión Soviética junto otros nueve (como Volin y Maximov, entre otros) y Fania Baron, fusilada junto el poeta Lev Chorny en los sótanos de la Cheka meses más tarde, los demás desaparecieron, tiempo después, junto a los millones de seres humanos de las cárceles y campos de concentración soviéticos.
 
Entre la diversa documentación que existe, hay un interesante álbum fotográfico bilingüe (inglés-alemán), publicado en Berlín el año 1922, y que cuenta con textos de Maximoff y Rudolf Rocker. En dicho álbum, se puede observar desde la pequeña casa de Dimitrov, el viaje en tren a Moscú junto al féretro, los lienzos negros, los discursos durante el entierro.

Asimismo, existe otro documento, casi inédito y de gran valor histórico. Se trata de una filmación de 11 minutos que documenta todo el proceso del funeral. Es una filmación muda, con intertítulos que van describiendo las diversas escenas, escenas en las cuales podemos ver desde el cuerpo de Kropotkin, hasta la expresión muda de Emma Goldman y Alexander Berkman al observar el féretro abierto del geógrafo, humanista, científico y más grande de los teóricos (y prácticos) anarquistas ruso.
 



Tumba de Kropotkin
Extraído de:
 
 

Los anarquistas no comen niños crudos

 
 
Este es un país de paletos profundos que tienen más miedo a quien lleva el pelo largo o barba que a los ladrones encorbatados que les joden la vida diariamente. Las respetables señoras y educados caballeros se llevan la mano al bolso o la cartera al ver un peluso o un punky, pero entran tranquilamente en el banco, llaman de señor al director a la vez que le estrechan la mano y se sienten capitalistas cuando sólo son meros muñecos de feria.
 
En Andalucía se multiplica la cosa por dos, por desgracia aquí en mi tierra tengo que convivir con rocieros, capillitas, los pijos más pijos de Iberia y demás ralea que no respeta, con lo cual no merecen respeto, al menos no el mío, el respeto no se regala, se le otorga a quien es merecedor de él.
 
Por mucha mierda que quieran soltar por sus podridas bocas los voceros del orden establecido, los anarquistas siempre hacen todo lo que esté en sus manos por ser mejores personas antes que ninguna otra cosa, al menos así lo interpreto yo después de conocer a Kropotkin, Malatesta o Bakunin, su ejemplo antes que nada es el ejemplo de un vida dedicada a los demás y sin esperar nada a cambio más que el bien de todos, puesto que, ¿se puede ser feliz estando rodeado de miseria?. Sin embargo buena parte del pueblo ve a los anarquistas como un peligro, el papá Estado se ha empleado a fondo en esta labor, abusando de la ignorancia y la falta de ganas por aprender que padece nuestra sociedad.

Con esto no quiero decir que todos sean ignorantes y yo estoy en posesión de la verdad, no es eso, con esto lo único que quiero decir es que nuestra mayor arma es la cultura, el conocimiento y saber el por qué de las cosas, sino eres como un boxeador noqueado que no sabe de donde le vendrá la última y definitiva ostia.
 
Yo no soy anarquista, - aunque estoy en ello -  qué más quisiera yo que parecerme a Kropotkin o Malatesta aunque sólo fuera en el blanco de los ojos, porque ellos sí que son anarquistas, no como algunos que se auto proclaman anarquistas pero después no tienen cojones ni conciencia para defender la libertad de los presos políticos, véase el caso de los 5 de Sabadell, ¿se puede pescar sin mojarse? Yo no soy nada... ni nadie, pero lucho para que mi opinión sea escuchada y respetada como la tuya, como la de todos los que no quieran imponer nada a nadie.

Entonces llegamos al nudo de la cuestión, si le preguntásemos actualmente al pueblo qué es lo que quiere seguro que dirían: <<queremos seguir amando a nuestras cadenas>>. Esta afirmación puede sonar prepotente de entrada, pero ¿y si le preguntásemos a ese mismo pueblo por la cadena perpétua o la pena de muerte? se me pone la piel de pollo sólo de pensarlo tras ser testigo obligado del circo mediático montado alrededor de los niños de Córdoba o Marta del Castillo.
 
La sociedad española ha comenzado a despertar, pero para darse cuenta de que se encuentran sumergidos en una pesadilla que los aterra y paraliza, si a ello le sumamos la falta de ganas por aprender, por conocer, por saber, por utilizar la gran maravilla que tienen dentro de sus cráneos peinados a la última moda, se dibuja un cuadro bastante dantesco.

Los anarquistas no son marxistas, los anarquistas no buscan imponer, sino convencer. No buscan el poder de cualquier manera, ya sea participando en un sistema heredero del franquismo y con un rey crápula a la cabeza, ya sea por medio del miserable engaño o ya sea achuchando a las masas hambrientas desde sus grandes salones.
 
Los anarquistas no son como los Testigos de Jehová que van dando misa por todos lados y si no perteneces a su secta de iluminados eres un pecador, no son marxistas sabelotodo y que desprecian a la parte más ignorante del pueblo, ignorante porque están condenados a ser los apestados del sistema, pero que nunca olviden todos esos marxistas que se creen en posesión de la verdad divina, que la miseria hace a las personas más sabias, reconocen rápidamente a los impostores, por eso los impostores rojos nunca contaron ni contarán con el cariño de los de abajo, como sí ocurrió con los anarquistas en Andalucía, Aragón y Cataluña años atrás. Los anarquistas intentan "enseñar", o mejor dicho mostrar sus ideas a la misma vez que aprenden escuchando las de los demás, ¿existe otra manera? yo no la conozco.

La falsa leyenda atribuida a los anarquistas sobre su legendaria violencia es otra de las grandes falacias que nos venden desde la cuna. ¿Fue asesinato o justicia el atentado contra Cánovas del Castillo? ese honorable cerdo ordenó asesinar a muchos anarquistas inocentes en el sádico garrote vil. ¿Asesinato o el debido S. Martín que a todo puerco debe llegarle?
 
La violencia asquea a los anarquistas, precisamente porque pertenecen a la parte del pueblo que lleva sufriendo siglos de violencia oligárquica. Quien defiende su vida no es violento, simplemente responde a su instinto más básico, la supervivencia. Por supuesto que los amos no cederán sin antes haber sido reducidos, ¿cómo podría ser de otra manera?, pero sin nunca olvidar que los asesinos son ellos.
 
En la nueva sociedad libertaria todo el mundo tendría su sitio y por supuesto el derecho a la vida, excepto los que quieran imponerse a los demás utilizando la violencia.  Piénsalo, ¿qué es más utópico? creer en la bondad de un pueblo educado en la cultura y el respeto al distinto, o confiar nuestras vidas en manos de mangantes sobradamente probados.
 
La primera lucha en mi agenda es la de la abstención, el exilio del rey crápula y la exigencia de trabajo digno para todos, el acceso sin límites a la cultura y una sanidad que nos asegure una vejez con calidad de vida y una muerte digna. Seguro que todas estas exigencias unen más que cualquier ideología, una vez alcanzadas será lo que queramos entre todos, no la mayoría, en mi corto entender sólo así se conseguirá una paz duradera, con un consenso en el que todos salgamos ganando, o al menos nadie pierda.
 
Así que como veis los anarquistas no comen niños crudos. Aunque todavía me queda bastante para ostentar el honor de hacer que me llamen anarquista, creo que éste experimento puede ser válido para demostrar la realidad del título de esta entrada.  Reto a quien quiera hacerme esta prueba: que me dejen en una habitación a solas con un pequeño, y si no resisto durante una hora a ese supuesto instinto caníbal y asesino o el pequeño no sale sonriendo de la habitación habrán ganado los que sólo saben decir sandeces sin ningún conocimiento de lo que significa la anarquía. Los auténticos parásitos caníbales son los que se ocultan tras caros trajes y sonrisas traidoras. Otra cosa diferente son mis sobrinas, a ellas sí que me las comería, pero ya os podéis imaginar en qué sentido. Salud y anarquía.

El proceso a Bujarin, padre de la Constitución Bolchevique (1938)

 

Siguió a Lenin en la escisión que condujo a la creación del Partido Bolchevique, de modo que formaba parte del reducido grupo comunista que se hizo con el poder tras la Revolución de 1917; según Lenin era el mayor pensador teórico del grupo (de hecho su obra El imperialismo y la economía mundial inspiró las ideas sobre el particular que después publicó Lenin).

Desde 1917 formó parte del Comité Central del partido y, desde 1919, del Politburó; como máximo guardián de la ortodoxia ideológica marxista, participaba también en la redacción del periódico del partido (Pravda) y presidió la Comisión Ejecutiva de la Internacional Comunista.

Como portavoz del ala «izquierdista» del partido impulsó la ingenua política de hacer saltar súbitamente a Rusia a un modelo económico comunista (doctrina recogida en su libro La economía del periodo de transición, 1920); aquella línea contribuyó al hundimiento de la economía rusa, creando una dramática situación de escasez, hasta que Lenin reconoció su fracaso e introdujo el "giro corrector" de la Nueva Política Económica (1921), cosa que tampoco sirvió de mucho como podemos comprobar empíricamente al conocer la historia.

Tras la muerte de Lenin en 1924, Bujarin encabezó el ala «derecha» del partido, a la cual alineó con Stalin en la lucha sucesoria contra Trotski; pero una vez derrotado éste, Stalin apartó a Bujarin del poder acusándole de «desviacionismo de derechas» (1929).

Aunque reapareció colaborando en la redacción de la Constitución de 1936, fue detenido al año siguiente y murió ejecutado en una de las purgas de Stalin, después de una farsa de juicio encaminada a eliminar a un posible rival político.

Alexander Solyenitzin
Este texto que quiero compartir lo he copiado del libro "El Archipiélago Gulag" Alexander Solyenitzin, un libro que recomiendo a todo el que pueda. Solyenitzin ha dejado un legado de advertencia a la humanidad. La prpoganda soviética ha intentado tapar todos estos asesinatos y juicios cirquenses, pero los millones de cadáveres dejados atrás con la excusa del ideal marxista apestan demasiado, es imposible camuflar el hedor, por muchas vueltas que quieran darle al lenguaje con su dialéctica de embaucadores traidores.
 
Bujarin era uno de los grandes teóricos marxistas de su tiempo, incluso fue quien más aportó a la demente constitución soviética. Fue testigo de la caída en desdicha de muchos compañeros suyos (todo el que pudiera hacer un poco de sombra a Stalin) pero él pensaba ser un buen perro para así evitar ser purgado. También cayó al final, humillado, defenestrado, borrado de la historia, torturado hasta que cantase rap en islandés, fue devorado por el monstruo que el mismo creó, como Frankenstein.
 
Orwell nos lo avisó en su profética obra 1984, muchos años antes de que se escribiera este libro. Este texto es sólo una pequeñísima parte de lo que en "Archipiélago Gulag" se denuncia. Si conocéis la obra de Orwell seguro que enseguida pensaréis, "esto me suena a mi de algo", aunque la realidad siempre es más cruel de lo que podemos imaginar.
 
Desde esta otra entrada del blog os podéis descargar el libro en PDF: http://nordicanger.blogspot.com.es/2013/04/archipielago-gulag-alexander-solyenitzin.html?zx=cf497721591d477e
 
 
Jruschov
Debido a celebridad de los acusados, estos juicios estuvieron a la vista de todo el mundo. No fueron pasados por alto, se escribió sobre los mismos, fueron objeto de interpretaciones. Y seguirán siéndolo. Nosotros nos limitaremos a rozar sólo algunos de sus enigmas.

Una reserva, aunque de poca relevancia: las actas taquigráficas publicadas no coinciden plenamente con lo que se dijo en los procesos. Un escritor que disponía de pase y figuraba entre el público escogido tomó unas notas rápidas y pudo convencerse más tarde de esta falta de coincidencia.
 
Tampoco escapó a los corresponsales lo ocurrido con
Krestinski
Krestinski, cuando fue preciso anunciar un receso para ponerlo de nuevo en la senda de las declaraciones acordadas. (Me imagino que ocurriría de la siguiente manera: antes del proceso se compuso una tablilla de emergencia. En la primera columna iría el nombre del acusado; en la segunda, qué procedimiento aplicar durante el receso si se había salido del guión en el juicio; en la tercera, el chekista responsable de aplicar el procedimiento en cuestión. Y si Krestinski se aturullaba, ya se sabía de antemano quién debía acudir a él y qué debía hacer.)

La imprecisión de las notas taquigráficas, sin embargo, no altera el cuadro ni supone disculpa alguna. El mundo contempló asombrado tres obras de teatro seguidas, tres suntuosos y costosos espectáculos en los que importantes líderes del intrépido partido comunista, que había aterrorizado y vuelto del revés al mundo, se presentaban ahora como abatidos y dóciles chivos balando todo cuanto les habían ordenado, escupiendo sobre sí mismos, humillando servilmente sus personas y sus convicciones y confesando unos crímenes que de ningún modo podían haber cometido.
 
Dimitrov
Nunca se había dado nada igual en la Historia desde que el hombre tiene memoria. Resultaba especialmente asombroso en contraste con el reciente proceso contra Dimitrov en Leipzig: Dimitrov había respondido a los jueces nazis como un rugiente león, mientras que aquí, los camaradas de esta misma inflexible cohorte ante la que temblaba todo el mundo, los más importantes de ellos, aquellos a los que llamaban la «guardia de Lenin», comparecían ahora ante el tribunal empapados por sus propios orines.

Y aunque desde entonces pudiera creerse que ya se han aclarado muchas cosas (con especial acierto por parte de Arthur Koestler), el enigma sigue siendo moneda corriente.

Se ha especulado sobre el empleo de una hierba tibetana que paraliza la voluntad, se ha hablado incluso de hipnosis. Si pretendemos dar con una explicación, no podemos rechazar de plano nada de esto, porque suponiendo que el NKVD dispusiera de estos medios, no cabe concebir norma ética alguna que pudiera impedirles el recurrir a ellos. ¿Por qué no debilitar y enturbiar la voluntad?
 
Sabido es que en los años veinte, hubo grandes hipnotizadores que dejaron de dar giras para entrar al servicio de la GPU. Se sabe de manera fehaciente que en los años treinta el NKVD contaba con su propia escuela de hipnotizadores. A la esposa de Kámenev se le permitió entrevistarse con su marido justo antes del proceso y lo encontró abotargado, muy distinto a como era normalmente. (La esposa tuvo tiempo de contar todo esto antes de que la detuvieran también a ella.)

Pero entonces, ¿por qué no doblegaron a Palchinski ni a Jrénnikov mediante un filtro tibetano o hipnosis? No. Resulta imprescindible una explicación de índole superior, psicológica.
 
Si surgen dudas es porque se ha presentado a estos hombres como antiguos revolucionarios que no habían temblado en las cámaras de tortura zaristas, como luchadores forjados, fogueados, curtidos, etcétera, etcétera. Pero esto es un simple error. No se trataba de aquellos viejos revolucionarios, sino de otros que habían heredado esa fama por su vecindad con el «Naródnaya Volia», el socialismo revolucionario, el anarquismo. Aquéllos arrojaron bombas, conspiraron, conocieron el presidio con trabajos forzados y supieron qué era cumplir una sentencia, aunque ni en sueños llegaron a ver una auténtica e implacable instrucción sumarial (porque, simplemente, no existía en la Rusia zarista).

En cambio, éstos no habían conocido ni instrucciones sumariales ni sentencias. Los bolcheviques no habían pasado por ninguna «mazmorra» de tortura, por ninguna isla de Sajalín, por ningún presidio especial en Yakutia.
 
Dzerzhinski
 
Se sabe de Dzerzhinski que le tocó un destino más duro que a los demás, que se había pasado toda la vida de cárcel en cárcel. Pero medido con nuestro rasero resulta que cumplió los diez años de rigor, que no le cayó más que un billete de a diez, como, en nuestra época, a cualquier campesino de un koljós. Cierto sin embargo, que de los diez años cumplió tres de presidio central con trabajos forzados, pero hoy en día esto tampoco es nada del otro jueves.

Los líderes del partido que nos presentaron en los procesos de los años 1936-1938 tenían en su pasado revolucionario encarcelamientos breves y leves, así como destierros de poca duración. En cuanto al presidio con trabajos forzados, ni siquiera lo habían olido. Bujarin tenía en su haber una cantidad de pequeños arrestos, pero eran cosa de broma; es evidente que nunca estuvo encerrado en parte alguna durante un año entero y que apenas permaneció en su destierro en la península de Onega.
 
Kámenev
Pese a sus largos años de agitación por todas las ciudades de Rusia, Kámenev sólo estuvo dos años en algunas prisiones, y año y medio en el destierro. Pero ahora, en nuestro país, hasta a críos de dieciséis años les han endilgado cinco años de golpe.


Zinóviev — pero si resulta ridículo decirlo — ¡no estuvo encerrado ni tres meses! ¡Nunca le cayó ni una sola condena! Comparados con los habitantes corrientes de nuestro Archipiélago, no fueron sino niños de teta, no vieron las cárceles.
 
Zinóviev después de ser detenido en 1934. Lo que no hizo el Zar lo perpetro Stalin
Rykov y I.N. Smirnov fueron detenidos varias veces, estuvieron entre rejas unos cinco años cada uno, pero en cierto modo sus estancias en prisión fueron leves, huyeron sin dificultad de todos sus destierros o se acogieron a alguna amnistía.
 
Antes de que los encerraran en la Lubianka no se imaginaban siquiera lo que era una verdadera cárcel ni lo que significaban las tenazas de una injusta instrucción sumarial. (No hay fundamento para suponer que si Trotski hubiera caído bajo esas tenazas no se hubiera comportado de la misma forma humillante, ni tampoco para suponer que su espinazo fuera más fuerte: ¿por qué iba a ser él distinto a los demás? Él tampoco había conocido sino prisiones suaves, nunca pasó por instrucciones sumariales severas y a lo sumo tuvo dos años de destierro en Ust-Kut.
 
Trotski como presidente del Consejo Militar Revolucionario
 
El aura terrible de Trotski como presidente del Consejo Militar Revolucionario y creador de los tribunales revolucionarios la había adquirido a bajo precio y no acreditaba una verdadera firmeza de espíritu: ¡quienes han mandado fusilar a muchos a menudo se estremecen ante su propia muerte! El que alguien sea firme para lo uno no implica que lo sea para lo otro.)

Radek era un provocador. (¡Y no fue el único en los tres procesos!) Y Yagoda un delincuente común manifiesto. A este asesino de millones no podía caberle en la cabeza que en el último instante el corazón del Asesino — que aún lo era más que él — no albergara solidaridad alguna para con él.
 
Yagoda
Como si Stalin se hallase sentado en la sala, Yagoda le pidió clemencia directamente a él, con aplomo e insistencia: «¡A usted recurro! ¡Dos grandes canales he construido para usted ! ». Cuenta uno de los presentes que, en aquel momento, tras una pequeña ventana del primer piso de la sala, en la penumbra, como tras una muselina, se encendió una cerilla, y mientras ésta alumbraba pudo verse la sombra de una pipa.

Quién haya estado en Bajchisarái recordará este refinamiento oriental: en la sala de sesiones del Consejo de Estado, a la altura del primer piso, había unas ventanas cubiertas con planchas de hojalata en las que se habían practicado diminutos orificios y tras las cuales discurría una galería sin iluminar. Desde la sala nunca era posible adivinar si había alguien tras la ventana. El Kan permanecía invisible y era como si estuviese presente en cada reunión del Consejo. Dado el declarado carácter oriental de Stalin, me siento muy inclinado a creer que estuvo observando las comedias en la sala de Octubre. Me resisto a admitir que se privara de semejante espectáculo, de semejante placer.)

En realidad, toda nuestra perplejidad se debe a que seguimos viendo a estos individuos como personas fuera de lo común. Lo cierto es que cuando se trata del sumario habitual de un ciudadano del montón no vemos ningún enigma en por qué se denigra tanto a sí mismo y a los demás. Lo aceptamos como algo comprensible: el hombre es débil, el hombre da su brazo a torcer. Pero de antemano tomamos por superhombres a Bujarin, Zinóviev, Kámenev, Piatakov e I.N. Smirnov, y sólo de esto, en el fondo, proviene nuestra perplejidad.

Cierto que, en esta ocasión, a los directores de escena parece costarles más trabajo la selección de los actores que cuando se trataba de procesos contra ingenieros: si entonces tenían cuarenta barricas donde elegir, ahora el elenco es poco numeroso, todo el mundo conoce a los actores principales y el público desea que sean precisamente ellos quienes salgan a escena.

¡Mas pese a todo hubo una selección! De entre los designados, los más perspicaces y resueltos no se entregaron, sino que se suicidaron antes de su detención (Skrypnik, Tomski, Gamarnik). Sólo se dejaron arrestar los que querían vivir. ¡Y con los que quieren vivir se puede hacer lo que se quiera! Sin embargo, hubo entre ellos quienes se comportaron de manera distinta durante la instrucción del sumario, se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, se obstinaron y perecieron en silencio aunque sin deshonor. Por algo no presentaron en el proceso público a Shliapnikov, Rudzutak, Postyshev, Enukidze, Chubar, Kosior, y al propio Krylenko, aunque sus nombres habrían adornado mucho aquellos procesos.

¡Presentaron a los más débiles! Hubo, pese a todo, una selección. Los seleccionados tenían menos empaque, pero en contrapartida el bigotudo Director conocía muy bien a cada uno de ellos. Sabía que eran todos seres débiles y conocía además la debilidad de cada uno en particular. En esto estribaba su siniestra superioridad, el rasgo maestro de su psicología y el mayor logro de su vida: saber ver la debilidad de las personas en el plano más bajo de su ser.
 
Stalin y Bujarin, hoy camaradas, mañana enemigo que merece la peor de las muertes

Y también a aquel que, pasado el tiempo, aparece como la mente más elevada y brillante de todos los líderes deshonrados y fusilados — N.I. Bujarin (al que, evidentemente, dedicó Koestler su inteligente investigación) —, Stalin lo veía por dentro, como si fuera transparente, también en el plano más bajo, en el que el hombre se une con la tierra, y lo tuvo largo tiempo bajo su garra mortal, jugando incluso con él como con un ratoncito, aflojando a veces la pata.

Bujarin había redactado de cabo a rabo nuestra Constitución en vigor (sin vigor), tan agradable al oído. Retozaba alegremente por encima de las nubes y pensaba que se la había jugado a Koba: le había endosado una Constitución que le obligaría a suavizar su dictadura. Pero ya estaba cogido en las fauces de la fiera.

A Bujarin no le agradaban ni Kámenev ni Zinóviev, y cuando los juzgaron por primera vez, después del asesinato de Kírov, manifestó a sus íntimos: «¿Y por qué no? Esa gente es así. Por algo será...». (La fórmula clásica de todo hijo de vecino aquellos años: «Por algo será... En nuestro país no encierran a nadie porque sí», ¡en 1935 en boca del principal teórico del partido!) El segundo proceso contra Kámenev-Zinóviev, en el verano de 1936, se lo pasó de caza en la cordillera del Tian-Shan, sin enterarse de nada. Al bajar de las montañas, supo por los periódicos en Frunze de la sentencia de muerte para ambos y vio unos artículos que referían las demoledoras declaraciones que los dos habían formulado contra Bujarin. ¿Corrió a detener el castigo? ¿Advirtió al partido de que se iba a cometer algo monstruoso? No, se limitó a enviar un telegrama a Koba: que detuviera la ejecución de Kámenev y Zinóviev para... que Bujarin pudiera tener un careo con ellos y demostrar su inocencia.

¡Demasiado tarde! A Koba le bastaba con el sumario. ¿Para qué necesitaba careos con personas de carne y hueso? Sin embargo, tardaron bastante en echarle el guante a Bujarin. Éste se quedó sin Izvéstia, y sin ninguna actividad o cargo en el partido, y así vivió medio año, como en prisión, en su apartamento del Kremlin, sito en el Palacio de Recreo de Pedro el Grande. (A decir verdad, en otoño solía ir a su dacha, y al salir, los centinelas del Kremlin le presentaban armas como si nada.) No obstante, nunca recibía visitas ni llamadas telefónicas. Todos esos meses los pasó escribiendo cartas sin cesar: «¡Querido Koba...! ¡Querido Koba...! ¡Querido Koba...!», cartas que quedaron todas sin respuesta.

¡Buscaba todavía el contacto cordial de Stalin! Mientras, su querido Koba entornaba los ojos y empezaba ya con los ensayos...
 
Bujarin en 1929
Después de tantos años distribuyendo papeles, Koba sabía de antemano que Bujarincete representaría el suyo magistralmente. A fin de cuentas, ya había renegado de sus discípulos y correligionarios (poco numerosos, ésa es la verdad) ya encarcelados y deportados, y había consentido su aniquilación. Había consentido también que fueran destruidas y denigradas las líneas maestras de su pensamiento, aun antes de que hubiera podido madurar como es debido. Y ahora, como director de Izvéstia y miembro aspirante del Politburó, había admitido como justo el fusilamiento de Kámenev y Zinóviev. Su voz no se había alzado indignada, ni tan siquiera había emitido un murmullo. ¿Acaso había necesidad de seguir haciéndole pruebas?

Ya antes de todo esto, hacía tiempo, cuando Stalin había amenazado con expulsarlo del partido (¡a todos ellos los había amenazado en distintas ocasiones!), Bujarin (¡como todos ellos!) renegó de sus puntos de vista con tal de seguir en sus filas. ¿No había sido eso también una prueba? Si se había comportado de tal modo cuando aún estaban en libertad, en la cumbre de la gloria y del poder, ¿qué no harían cuando sus cuerpos, su alimento y su sueño estuvieran en manos de los apuntadores de la Lubianka? No cabía duda: seguirían al pie de la letra el texto del drama.

¿Qué era lo que más temía Bujarin en los meses que precedieron a su detención? Se sabe con toda certeza: ¡Que le expulsaran del partido! ¡Quedarse sin el partido! ¡Seguir con vida pero excluido de sus filas! Y en este rasgo de Bujarin (de todos ellos!) apuntaló el querido Koba su juego desde que él mismo se erigió en el Partido. Bujarin (¡y todos ellos!) no tenían un punto de vista independiente, no tenían una ideología realmente de oposición que los separase y afirmase respecto al resto del partido. Stalin los declaró oposición antes de que lo fueran, y con ello les arrebató toda la fuerza. Y entretanto todos sus esfuerzos se orientaban a aferrarse al partido. ¡Y al propio tiempo, a no perjudicarlo!

¡Eran demasiadas prioridades para poder gozar de independencia! En esencia, a Bujarin se le había reservado el papel estelar por lo que no podían permitirse cabos sueltos ni omisiones en el trabajo preparatorio que el Director iba a realizar con él (también había que permitir que el tiempo hiciera su labor que el protagonista se metiera en el papel). Incluso el mandarlo a Europa a por los manuscritos de Marx ese último invierno fue algo previsto como una necesidad, no sólo como indicio externo que corroborara una trama de acusaciones por contactos en el extranjero, sino de manera que aquella libertad sin objeto, propia de una gira teatral, anunciara aún más inexorablemente su regreso a la escena principal. Y ahora, los negros nubarrones de las acusaciones, aquella larga e interminable espera que precedía al arresto, el mortificador letargo entre cuatro paredes, minaban mejor la voluntad de la víctima que la presión directa de la Lubianka (de la que tampoco iba a librarse: se pasaría ahí un año).

En cierta ocasión, Kaganóvich citó a Bujarin para un careo con Sokólnikov en presencia de importantes chekistas. Sokólnikov se refirió en sus declaraciones a un «Centro Derechista paralelo» («paralelo» al centro trotskista, se entiende), y a las actividades clandestinas de Bujarin. Kaganóvich llevó el interrogatorio de una manera agresiva, luego mandó que se llevaran a Sokólnikov y le dijo amistosamente a Bujarin: «¡No hace más que mentir, el muy hijo de p...!».

Sin embargo, los periódicos continuaban haciéndose eco de la indignación de las masas. Bujarin llamó por teléfono al Comité Central. También escribió cartas: «¡Querido Koba...!», rogando que se le permitiera desmentir en público los cargos. Entonces se publicó un vago comunicado de la fiscalía: «no se han encontrado pruebas materiales que sostengan los cargos contra Bujarin».

En otoño lo llamó Radek, que deseaba tener una entrevista con él, pero Bujarin puso objeciones: ambos estamos bajo sospecha, ¿para qué crear una nueva sombra? Mas sus dachas, propiedad de Izvéstia, eran contiguas, y un anochecer se presentó Radek: «Diga lo que diga yo después, has de saber que soy completamente inocente. De todos modos, tú saldrás indemne: nunca has tenido nada que ver con los trotskistas».

También Bujarin creía que saldría sano y salvo, que no lo expulsarían del partido, ¡eso sería monstruoso! Ciertamente, siempre había estado en malas relaciones con los trostkistas: ellos mismos se habían colocado fuera del partido, ¡y ya se sabe cómo acabaron! Hay que permanecer unidos, y si se yerra, hay que errar también unidos.

Asistió con su esposa al desfile de noviembre (su adiós a la Plaza Roja) en la tribuna de invitados con un pase de la redacción. De pronto vieron acercarse a ellos un soldado armado. ¡Se quedó helado! ¿Aquí? ¿En este momento? Pero no; el soldado les saludó: «El camarada Stalin está sorprendido de verle en este sitio. Le ruega que ocupe su puesto en el mausoleo».

Así, durante medio año le fueron dando una de cal y otra de arena. El 5 de diciembre fue aprobada con gran júbilo la Constitución de Bujarin, que fue bautizada por los siglos de los siglos como «la Constitución de Stalin». Al pleno de diciembre del Comité Central trajeron a Piatakov con los dientes rotos, completamente irreconocible. A su espalda permanecían de pie unos chekistas que no dijeron esta boca es mía (eran hombres de Yagoda, que también estaba pasando su prueba y preparaba su papel). Piatakov hizo unas declaraciones de lo más abyectas contra Bujarin y Rykov, sentados allí entre los líderes. Ordzhonikidze se llevó la mano a la oreja (era algo duro de oído): «Dígame, ¿está usted haciendo estas declaraciones voluntariamente?». (¡Qué observación! Ordzhonikidze también tendría su bala en la nuca.) «Voluntariamente, por completo», balbuceó Piatakov. En el receso, Rykov le dijo a Bujarin: «Tomski sí que tuvo fuerza de voluntad, en agosto y lo comprendió todo y puso punto final. Y nosotros dos, como un par de tontos, continuamos viviendo».

Entonces habló Kaganóvich, furioso, imprecando (¡Tenía tantos deseos de creer en la inocencia de Bujarin! Pero no, no podía ser...), y después de él Mólotov. ¡Y Stalin! ¡Qué gran corazón! Qué memoria para las buenas obras: «Considero pese a todo, que no se ha demostrado la culpabilidad de Bujarin. Rykov quizá sea culpable, pero no Bujarin». (¡Alguien está acumulando cargos contra Bujarin al margen de mis deseos!)
 
Lenin con su aprendiz más aventajado, aunque no inteligente

Una de cal y otra de arena. Así es como se paraliza la voluntad. Así va encarnándose uno en el papel de héroe convicto. Y entonces empezaron a llegar a su casa sin interrupción las actas de los interrogatorios: de los antiguos alumnos del Instituto del Profesorado Rojo, de Radek, y de todos los demás: todos presentaban duras pruebas de la negra traición de Bujarin. Las actas no le llegaban a casa en calidad de acusado, ¡oh, no!, sino como miembro del Comité Central, para su conocimiento...

Las más de las veces, al recibir nuevos documentos, Bujarin decía a su esposa (que tenía veintidós años y aquella primavera acababa de darle un hijo): «¡Léelo tú, yo no puedo!». Y metía la cabeza debajo de la almohada. Tenía dos revólveres en casa (¡y Stalin le estaba dando tiempo!), pero no acabó con su vida.

¿Acaso no se había impregnado del papel que ya le habían asignado? Hubo aún otro proceso público y fusilaron aún a otra hornada... Pero Bujarin seguía al margen, no venían a prenderlo...

A principios de febrero de 1937 decidió declararse en huelga de hambre, en su propia casa: hasta que el Comité Central estudiara el caso y se retiraran los cargos contra él. Así se lo manifestó en una carta al querido Koba y se mantuvo dignamente. Acto seguido se convocó un pleno del Comité Central con este orden del día: 1): Los delitos del Centro Derechista; 2): La conducta hostil al partido del camarada Bujarin, expresada en forma de huelga de hambre. Y Bujarin vaciló: ¿Habría ofendido realmente al partido de alguna manera? Sin afeitar, demacrado, con aspecto ya de presidiario, llegó a rastras hasta el pleno. «¿Qué ocurrencias son éstas?», le preguntó cordialmente el querido Koba. «¿Y qué quieres que haga cuando se barajan tales acusaciones? Quieren expulsarme del partido...» Stalin frunció el ceño ante este absurdo: «¡A ti nadie va a echarte del partido!».

Y Bujarin le creyó, se animó, se arrepintió de buen grado ante el pleno y ahí mismo anunció que ponía fin a la huelga de hambre. (En casa: «¡Anda, córtame un trozo de salchicha! ¡Koba dice que no me van a expulsar!».) Pero en el curso del pleno, Kaganóvich y Mólotov (¡qué atrevimiento!, ¡sin haber consultado a Stalin!)  llamaron a Bujarin mercenario fascista y exigieron que se le fusilara.

Bujarin se desmoralizó de nuevo, y en sus últimos días empezó a redactar una «carta al futuro Comité Central». Aprendida de memoria — y conservada de esta manera — ha pasado, recientemente, a conocimiento de todo el orbe. Pero no ha conmovido a nadie. (Como tampoco conmovió al «futuro Comité Central». ¡Y fíjense en el destinatario! ¡El Comité Central como autoridad moral suprema!) Además, ¿qué decidió comunicar a la posteridad, en sus últimas palabras, este brillante e incisivo teórico? De nuevo un lamento para que lo reintegraran en el partido. (¡Cuánto deshonor le costó esta fidelidad! Y además, la afirmación de que «aprobaba plenamente» cuanto había sucedido hasta entonces, año 1937 incluido. O sea, no sólo todos los anteriores procesos caricaturescos, ¡sino también: las fétidas riadas de nuestro gran alcantarillado penitenciario.)

Habiendo firmado algo así, él mismo pasaba a ser digno de sumergirse en ellas...
¡Por fin había llegado el momento de poner a este hombre musculoso, cazador y luchador en manos de los apuntadores, de los ayudantes del director! (¡En peleas de broma ante otros miembros del Comité Central cuántas veces no habría hecho aterrizar a Koba de espaldas contra el suelo! Seguramente, tampoco esto pudo perdonarle Koba.)

Preparado y molturado ya de tal modo que ni siquiera la tortura era necesaria, ¿en qué podía ser más fuerte su posición que la de Yakubóvich en 1931? ¿Acaso no era igual de vulnerable ante aquellos mismos dos argumentos? Era incluso más débil que Yakubóvich, pues aquél ansiaba morir, mientras que Bujarin temía la muerte.
Faltaba solamente un diálogo nada complicado con Vyshinski según el siguiente esquema:
 

«¿Conviene usted en que toda oposición al partido equivale a una lucha contra el partido?» «En general, sí. Prácticamente, sí.» «Y puesto que se trata de una lucha contra el partido, cabe esperar que ésta crezca necesariamente hasta convertirse en una guerra contra el partido, ¿verdad?» «Conforme a la lógica de las cosas, sí.» «O sea que las convicciones oposicionistas acaban por empujar a cualquier vileza contra el partido (asesinato, espionaje, traición a la patria), ¿no es así?» «Permítame, pero no se han cometido tales crímenes.» «Pero ¿podrían haberse cometido?» «Bueno, hablando en teoría... (¡Y es que estamos entre teóricos!)» «¿Sigue considerando usted los intereses del partido por encima de todo?» «¡Sí, naturalmente, naturalmente!» «Así pues, no queda más que superar una pequeña distinción: debemos tomar por realidad aquello que es eventual, y para poder desacreditar en lo sucesivo toda idea oposicionista será preciso que admitamos como cometido lo que teóricamente habría podido suceder. ¿Porque habría podido suceder, verdad?» «Sí, claro...» «Así pues, hay que admitir como real aquello que tan sólo es posible, no es más que esto. Una pequeña inferencia filosófica. ¿De acuerdo?
¡Ah sí, otra cosa!

Bueno, no hay ni que decirlo: si en el juicio se retracta y dice algo diferente, ya comprende, no estará sino haciéndole el juego a la burguesía mundial y daño al partido. Bueno, y como es natural, en ese caso tampoco va a poder contar usted con una muerte fácil. Pero si todo sale bien, nosotros, naturalmente, le dejaremos con vida: lo llevarán en secreto a la isla de Monte-Cristo y allí podrá trabajar en la economía del socialismo.» «Pero en los anteriores procesos, si no me equivoco, hubo fusilamientos.» «¡Vamos!, ¿cómo va a comparar a esa gente con usted ? Además, a muchos los dejamos con vida, los fusilamientos son cosa de los periódicos.»

¿Es posible que jamás existiera, pues, ese enigma impenetrable? Y de nuevo esa cantinela persistente oída ya en tantos procesos con distintas variaciones: ¡pero si usted, como nosotros, es comunista! ¿Cómo pudo usted descarriarse y levantarse contra nosotros? ¡Arrepiéntase! ¡Pero si usted y nosotros formamos un único nosotros !

En una sociedad, la comprensión de la Historia va madurando poco a poco. Pero una vez madura, resulta ser de lo más sencillo. Ni en 1922, ni en 1924, ni en 1937 pudieron los acusados afirmarse tanto en sus puntos de vista como para responder a esta hechizadora y paralizante melodía gritando con la cabeza bien alta:
— ¡No, no somos revolucionarios como vosotros! ¡No, no somos rusos como vosotros! ¡No, no somos comunistas como vosotros!

¡Y ahora nos parece que sólo habría bastado con gritar eso! Y se habrían derrumbado los decorados, se habrían deshecho los maquillajes, habría huido el director por la escalera de servicio y los apuntadores se habrían refugiado como ratas en sus madrigueras. ¡Y habría llegado de un soplo la década de los sesenta!
 
A buenas horas...