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Hace como un mes que me han jodido el Google Drive por mor de los putos derechos de autor. Algunos enlaces estarán inactivos. Si queréis alguno de esos libros podéis pedirlos y os los mando por correo. Aunque iré reparando algunos enlaces cuando pueda. Salud.

Baquero, Juan Miguel. El pais de la desmemoria (Una tierra sembrada de fosas comunes)


Casi la mitad de las 2.246 fosas inventariadas están en Aragón y Andalucía. (Mapa Ministerio de Justicia).


Una tierra sembrada de fosas comunes


Unos botones. Un peine. El grafito de un lápiz. Unos zapatos comidos por el tiempo. Anillos. Monedas. Crucifijos. En las fosas comunes del franquismo aparecen objetos que formaron parte de la vida de las víctimas que yacen en ellas. Objetos que cuentan parte de la historia y arrojan pistas sobre la identidad de los desaparecidos forzados de Franco. Un pendiente puede ayudar a poner nombre y apellidos a una mujer en La Bañeza (León), como una ficha de dominó permitió encauzar la investigación sobre un militar ejecutado en Valladolid. Porque son utensilios personales que perduran enterrados como testigos quietos del terror y desvelan la verdad de la estrategia golpista: el exterminio del adversario social y político. La aplicación de la violencia extrema como táctica de guerra.


Unas gafas aparecidas en la fosa de Zalamea la Real (Huelva).


Como las balas. Cada proyectil que se desentierra de una tumba ilegal de la Guerra Civil y la dictadura va asociada a episodios de muerte violenta. Aparecen elementos de balística en la arena, en el interior de los cráneos, y hay esquirlas por cualquier parte del cuerpo o apenas como un leve rastro en los pigmentos verdosos que las piezas metálicas dejan en los huesos. Son vestigios de los disparos efectuados con fusiles alemanes máuser, de los tiros de gracia de las pistolas falangistas de 9mm o las detonaciones a quemarropa de otras armas de fuego engatilladas por los golpistas. Los crímenes rebeldes están dibujados en cada huella conservada en la tierra.


«Como aquellos días tenía una herida en la oreja que le dolía, no se puso el pendiente y lo dejó encima de la cómoda», relata Josefina Alonso. Habla de su hermana María, ejecutada por los franquistas en 1936. Tenía 32 años. Cuando Josefina supo que habían secuestrado a María, que no volvería más, tomó el objeto y lo llevó «muchos años colgado del cuello», sostenido en una cadena como quien traza un hilo indisoluble con el pasado. «Y luego lo engarcé en la alianza». Tuvieron que transcurrir 80 años para que los adornos de Josefina acabaran uniendo «quizás la historia más bonita» de las rescatadas por los voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Ocho décadas para unir a dos hermanas rotas por la tragedia.


«Al final de la fosa estamos cribando la tierra y aparece un anillo y, al poco, sale un pendiente», explica el vicepresidente de la ARMH, Marco González. Las piezas están enterradas en una tumba colectiva donde fueron sepultados de mala manera nueve hombres y una mujer en el municipio leonés de La Bañeza. Los arqueólogos buscan «como locos» el segundo zarcillo. Pero no aparece. Salen también unas gafas «con un remiendo en la patilla». Una anciana de más de 90 años confirma que los objetos pertenecían a su hermana. Y que no busquen más la joya que falta. La tiene ella desde el momento del secuestro y muerte de María Alonso Ruiz.


«Sabíamos que usaba gafas, que era barbera y tenía su propio negocio, que era una mujer politizada, moderna y bastante adelantada para su época en una ciudad con mucha tradición de iglesia y de pensamientos de derechas», dice Marco González. Alguien, resume, «decidió que María no debía seguir viviendo». Los pendientes fueron el indicio que acabó poniendo nombre y apellidos a una víctima del franquismo.


Josefina Alonso con el pendiente de su hermana, María.


Sepultura número 10 del cementerio de Guadalajara (Castilla-La Mancha). Los asesinados yacen metidos en ataúdes. No es lo habitual. «En una de las láminas vemos una maderilla que tenía unos puntos», cuenta el equipo arqueológico. Se trata de un dado de madera. «Casi arte carcelario, o fruto del aburrimiento, poco más podrían hacer los detenidos», suponen. La pieza estaba en el bolsillo de Eugenio Molina Morato. Muy cerca de donde quedó enterrado Timoteo Mendieta.


Entre los objetos que surgen de las fosas del franquismo abundan elementos asociados a la vida y costumbres de cada una de las personas allí enterradas. Llaves, mecheros o petacas de tabaco, monedas, la mina de grafito de los lápices, o restos de vestimenta como cinturones, hebillas, carteras deshechas, trozos de tejidos y botonaduras, lo que queda donde antes hubo una camisa. O colgantes, gemelos y elementos decorativos diversos. Y zapatos. El tipo de calzado señala la clase social a la que pertenece el individuo: no es igual pisar con un estilizado botín de cuero que con unas rústicas sandalias o abarcas. Ni con botas militares que con alpargatas rematadas con suelas de caucho o neumático reutilizado.


«Un hombre llevaba una cajita de pastillas de regaliz de las que aún se siguen vendiendo, de la marca Juanola», narra el presidente de la ARMH de Valladolid, Julio del Olmo. El hallazgo fue útil. «Estuvo bien encontrar este pastillero porque es metálico» y a partir del año 37 la fábrica cambió el material, obligada «por necesidades de la guerra». Ya tenían una pista.


En el bolsillo aparece otro llamativo objeto: una ficha de dominó, el tres doble. Son elementos valiosos aunque no determinantes para definir la identidad. Como sí lo serán las «insignias militares del arma de infantería, el zapato y el cinturón», o un dato sutil: «En la cal se conservó una línea roja que era del lateral del pantalón». Los asesinos cubrían los cadáveres con cal viva para acelerar la descomposición. En este caso dejaron una pista en forma de pigmento y, en todos, una huella de la estrategia de desaparición. Estos objetos, ¿tienen un significado concreto? ¿Quién era su portador? Lo encuentran. Es el sargento Francisco González Mayoral, natural de Labajos (Segovia) y que contaba 29 años cuando arranca el golpe de Estado fascista. El soldado será uno de los identificados de entre las 247 personas que la intervención arqueológica rescata en varias fosas del camposanto pucelano.


En el cementerio de El Carmen aparecieron otros múltiples vestigios. Como un recorte de periódico con la clasificación del Tour de Francia del año 36 y conservado de forma misteriosa. O en la fosa número 2, donde los técnicos descubren un cuerpo femenino que porta dos medallas colgadas al cuello. «Una era normal, otra de una cofradía y, al leer el pequeño texto, vemos que es de un pueblo concreto», de Castromocho (Palencia). La ARMH palentina notifica que en aquella población solo fue asesinada una mujer y se llamaba Lina Franco Neira. El apunte queda confirmado con muestras genéticas de su propia hija, Anunciación Martínez (94 años). «En la misma fosa está su padre, al que todavía no tenemos plenamente identificado», precisaba Del Olmo.


En un pinar de la provincia vallisoletana «nos dicen que están apareciendo restos humanos». Cuatro personas. Una de ellas lleva una pluma estilográfica. Es «de oro, de una calidad extraordinaria». El estado de conservación, casi perfecto. «Contamos el caso en una publicación y a los pocos meses nos llama una mujer de San Sebastián diciendo que su padre es de Alaejos», que se llamaba Hilario González. Y que sabe que en el momento de su asesinato «llevaba un reloj de oro, que se lo robaron, y una pluma». La hija, Nazaria, tenía nueve años entonces. Pero recuerda la peculiar estilográfica de su padre. «En el enganche tiene un indio con las plumas, un indio americano». En efecto. Recuperar aquel objeto de su padre fue un momento de emoción extrema. Poner rostro a Hilario sirvió además para reconocer al resto de los muertos que habían sido arrojados a la misma fosa. Eran el alcalde de Alaejos, Antonio Losada, y los sindicalistas Leoncio Puertas y Francisco González.


Nazaria González con la pluma estilográfica de su padre, Hilario.


En Puerto Real (Cádiz) estaba la segunda mayor fosa excavada en Andalucía: los científicos sacaron los huesos de 185 personas. «Por las suelas se ve la calidad de vida del asesinado», en palabras del presidente de la ARMH local, Francisco Aragón.


Los zapatos marcan un patrón de existencia. Sin embargo, la tumba guardaba otros muchos detalles. En el enterramiento colectivo predominaban los sujetos por debajo de los 30 años, entre los que destacaban nueve menores de edad con menos de 17. Casi todas las víctimas presentaban evidencias claras de muerte violenta, como orificios en cráneos y fracturas perimortem, en torno al momento del fallecimiento. Junto a uno de cada diez cadáveres aparecieron balas.


Entre la fina arena de la bahía gaditana que cubría los restos óseos se dejaron ver «relojes de bolsillo, peines, un jarrillo de lata, el aro de un sombrero, crucifijos y medallas, anillos, cinturones, trozos de cremallera, lápices, pipas de fumar, dientes de oro», recita Aragón. Y «horquillas» en las dos únicas mujeres, ambas hechas «de aluminio y caseras, que se las hacían ellas mismas, del mismo tipo de las que luego hemos visto en Benamahoma», explica otro voluntario, Antonio Molins. En esta pequeña aldea de la sierra a la que alude, precisamente, escribieron su crónica genocida un grupo de pistoleros falangistas conocidos como los Leones de Rota. Mataron a más de cincuenta personas en apenas un mes, de agosto a septiembre del 36.


Restos óseos con evidencias de muerte violenta en la fosa de Puerto Real (Cádiz).


La ARMH puertorrealeña hizo una exposición para intentar emparejar estos elementos. Fue visitada por muchos familiares, recuerdan, «aunque era difícil que tantos años después pudieran reconocer algo». Siquiera un «mechero de yesca y un librillo de papel de fumar marca Bambú» extrañamente intactos. O «una cajita metálica con caramelitos de menta», como objetos más curiosos. «Los caramelos los seguía teniendo dentro», confirman. La magnitud del terror construyó una montonera de huesos en una fosa de treinta metros de largo por dos y pico de ancho y ahí se escamoteó la posibilidad de asignar un nombre y un apellido a las piezas localizadas. Unos objetos que siempre cuentan la historia en pequeños retazos. En pinceladas que son la memoria personal e íntima de las fosas del franquismo, las cuales reposan como prueba de las violaciones sistemáticas de los derechos humanos cometidas por los golpistas. De los miles de delitos contra la humanidad que nunca prescriben que, en su mayor parte, siguen penando bajo tierra.


Como hemos dicho, España es uno de los países con más desaparecidos forzados del convulso siglo XX. Hay quien lo sitúa como el segundo del mundo después de Camboya. Pero además del de los Jemeres Rojos del sanguinario Pol Pot hubo otros conflictos con millones de bajas, como es el caso de la segunda guerra chino-japonesa (unos veinte millones de muertos) o la represión de la época estalinista. Más allá del puesto en la clasificación de la barbarie, lo cierto es que no hay situación análoga en Europa Occidental. Ni de una represión continuada tan duradera, desde el año 36 al 75. Y eso que las ejecuciones extrajudiciales por motivos políticos son una constante repetida en el terrorismo de Estado, con ejemplos como la dictadura de Argentina —unas 30 000 personas— o Chile —más de 3500 entre ejecutados y desaparecidos—, las limpiezas étnicas en la guerra de los Balcanes o en tantos episodios de violencia extrema institucionalizada.


Fosa común en Estépar, provincia de Burgos, con 26 víctimas del bando republicano. La excavación tuvo lugar en los meses de julio y agosto de 2014.


¿Cuántas fueron las víctimas de Franco? Porque no hay una cifra oficial y exacta de los asesinados. Tampoco un inventario de las que quedan por recuperar. El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón recibió en el año 2008 un listado de 143 353 personas aportado por la Plataforma de Víctimas de Desapariciones Forzadas por el Franquismo en la causa abierta contra los crímenes rebeldes. En el posterior auto, el magistrado se declaró competente para investigar las ejecuciones ocurridas durante la Guerra Civil y la dictadura sosteniendo que el sistema de desaparición forzada fue usado sistemáticamente por los golpistas para imposibilitar o dificultar la identificación de las víctimas. Garzón cifró el número de desaparecidos entre el 17 de julio de 1936 y diciembre de 1951 en 114 266 personas. La mayoría siguen enterrados en las al menos 2591 tumbas ilegales que contabiliza el Mapa de Fosas nacional.


Juan Miguel Baquero



Periodista. Especializado en Memoria Histórica y Derechos humanos. Colaborador habitual de eldiario.es. 


Autor de 'El país de la desmemoria' (Roca Editorial) y de los libros 'Las huellas en la tierra' y 'Que fuera mi tierra' –reconocido con el Premio Chaves Nogales al mejor libro periodístico del año 2016 –, sobre intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía.


En la investigación que titula El país de la desmemoria, Juan Miguel Baquero utiliza nuevos testimonios, incontables datos y sincera pasión para denunciar la estrategia de terror desencadenada por Franco desde que dio el golpe de Estado contra la República hasta su muerte. Y da cuenta de lo muchísimo que queda por investigar, y por juzgar, sobre las víctimas del franquismo en este país que no quiere hacer frente a la verdad.

¡Qué les voten sus "ilustres" muertos!




La estupidez generalizada, el egoísmo como forma de vida y la inopia orgullosamente voluntaria son los tres ingredientes básicos e imprescindibles para alimentar a la bestia parda llamada fascismo. Las sociedades capitalistas están condenadas a sufrir el yugo fascista, puesto que su burdo engaño se cimienta en los tres ingredientes antes señalados. El Estado en todas sus degeneradas formas alimenta estas iniquidades que le saben a néctar divino, pero que al pueblo llega como amarga hiel. Después acusa a quienes le acusan de las consecuencias que conllevan esa miserable manera de entender la vida y como siegan todas las posibilidades que ésta nos ofrece. El Estado representa a la represión de nuestras naturales necesidades. Imposición, nunca consenso. Defensa del más fuerte ante la razón. 


Los partidos políticos de todo pelaje y casta son los necesariamente imprescindibles sostenedores de ese Estado, adquiera este la forma o camuflaje que quiera adoptar. Por su propia y degenerada naturaleza, todos los Estados tienden al totalitarismo, y por ende, todos los partidos tienen como fin imponer sus propias ideas, que no representan más que las aspiraciones de Poder de un@s cuant@s vanidos@s con aspiración de dirigir vidas ajenas.


Todos los Estados basan su Poder en la ignorancia generalizada, en el enfrentamiento del penúltimo contra el último, en la propaganda en lugar de la cultura; en la tergiversación de nuestra Historia, de nuestros orígenes, de el porqué de la realidad que hoy vivimos. Por eso se les llama a los políticos dirigentes en lugar de administradores, porque ellos dirigen y deciden y tú, con tu voto asientes. 


En estos 40 años de supuesta democracia nuestro pueblo no ha llegado ni a olerle los pies al resto de Europa en lo que a cultura y conocimiento de su propia Historia se refiere. El antiguo imperio de paletos es en pleno S. XXI un país de analfabet@s orgullos@s de su condición. ¿Cuál sino es la explicación de que el PPSOE siga contando con tantos votantes tras todo lo perpetrado en 40 años? 


Buena prueba del legado franquista que aun padecemos en nuestros días la encontramos en las dificultades que nuestro supuestamente democrático Estado enfrenta a la hora de defenestrar al sanguinario dictador que murió matando. El PSOE, solamente a la búsqueda de réditos electorales en cuanto se le presenta la ocasión, no hace más que reafirmarse en su miserable condición de lameculos borbónico y sostenedor del nudo gordiano franquista que tan bien atado dejó el Cabronsísimo, por más que quiera mostrarse como el liquidador de lo que pudre toda posible convivencia pacífica y sostenida en el tiempo.


Nos hablan de "un entierro digno" para quien asesinó todo lo digno que este país tenía. De "respeto a la familia" que se siente orgullosa de todos los crímenes perpetrados por sus abuelos para así vivir hoy la vida regalada de la que disfrutan. De "abrir heridas" que nunca dejaron cicatrizar quienes las infringieron. El embajador del papa frita grazna que "Dios juzgará" y no se le expulsa a gorrazos de nuestra tierra para negarle su regreso nunca más, simplemente, la pelleja ministra sociata dice que "se quejarán", qué asco más grande dáis. Si ni siquiera se molestaron en hablar sobre la cancelación del Concordato antes de las elecciones, menos lo harán ahora que vuelven a sentirse dirigentes de nuestras vidas porque supuestamente así lo hemos querido quienes sufrimos su falta de humanidad.


Tras los inmisericordes gobiernos de Rajoy la derecha se nos presenta aun más deshumanizada, Vox marca la senda. La diferencia entre reaccionarios sin filtro y tímidos reformistas burgueses se nos vende como algo que divide en dos a España, volvemos a las andadas. La tercera España, un tercer mundo dentro de este supuesto oasis demócrata, no cuenta, nunca contó. Ese tercio de la población que nunca conoció las bondades del Estado de bienestar, esa realidad recalcitrantemente abstencionista a pesar de los millones de euros que los políticos gastan para engañar a quienes creen más tontos que ellos, cada día que pasa aumenta su porcentaje. Cuando ese porcentaje amenace los intereses de quienes realmente mandan y que nunca conoceremos, solamente les quedará mostrar su verdadero rostro, cosa que ya están haciendo descaradamente ante los que no quieren ver y por eso siguen votando y dando sus ojos a los cuervos que ellos crían.


Nunca podremos dejar como herencia a nuestr@s pequeñ@s un mundo más justo mientras sigamos confiando ese futuro a quienes representan a lo peor de nuestra especie: a l@s ambicios@s, a l@s trep@s, a l@s vanidos@s que dicen ser l@s mejor preparad@s para decirnos lo que más nos conviene. A manos de quienes la triste historia de la humanidad ha demostrado sobradamente hacia donde nos dirigen. 


¿Solución? No existe. Quien todavía crea que puede cambiar nuestra enferma sociedad y la naturaleza humana degenerada irreversiblemente por los Estados vive en la irrealidad. Pero si toda esa gentuza que nos manipula, que nos enfrenta y nos engaña sin escrúpulo alguno es consciente de que no confiamos en ell@s, que l@s odiamos, al menos no vivirán tan tranquil@s y satisfech@s de sí mism@s. Si nos sabemos perdedores antes de comenzar el juego, mejor partimos el tablero. Si las reglas de ese juego vienen impuestas por el dueño del tablero robado, rompámoslo, ese no es nuestro juego, esas no son nuestras reglas. ¡Que les voten sus "ilustres" muert@s!

E. M. Cioran. Cuadernos (1957-1972)




Además de una obra filosófica excepcional, E. M. Cioran dejó a su muerte treinta y cuatro cuadernos manuscritos que empiezan el 26 de junio de 1957 y terminan en 1972. «Llevo el fragmento en la sangre», señaló el propio autor, y, efectivamente, casi a diario Cioran fue anotando estas reflexiones dispersas que ahora ofrecemos a nuestros lectores a partir de la selección realizada para la edición alemana por Verena von der Heyden-Rynsch, escritora, traductora al alemán de los libros del pensador rumano y experta en su obra.


No es éste un diario al uso; las entradas son por lo general breves y sólo están fechadas en ocasiones muy excepcionales. En cambio, el Cioran intimista y, al tiempo, desinhibido de estos Cuadernos nos brinda una galería de retratos —fruto, por ejemplo, de sus encuentros con autores como Beckett o Ionesco— de verdadera antología. No faltan el aforismo angustiado sobre el dolor de existir ni la humorada sarcástica acerca de la estupidez humana, pero tal vez lo más interesante sean los fragmentos, esbozos y proyectos literarios rebosantes de un nihilismo provocador y que nos permiten descubrir un Cioran inédito, pero implacable en su escéptica observación de los seres humanos.




NOTA A LA EDICIÓN ESPAÑOLA


Los Cuadernos de Cioran fueron descubiertos, copiados y acortados por su compañera poco tiempo después de la muerte de su autor en 1995. La editorial Gallimard publicó mil páginas de esta obra póstuma en 1997. Para las traducciones ulteriores, los editores extranjeros decidieron hacer una selección de unas trescientas páginas.


Esta antología está más que justificada por el hecho de que los Cuadernos no representan un conjunto de textos que el autor hubiera querido publicar, sino esbozos, observaciones, ocurrencias, notas intelectuales y personales, que constituyen en parte la materia prima de aforismos y fragmentos filosóficos posteriores. En esto radica su interés y al mismo tiempo la diferencia con el resto de la obra, que Cioran, un maestro del estilo, revisó múltiples veces y pulió con verdadera obsesión.


Una amistad de veinte años y una larga experiencia como traductora al alemán de la obra de Cioran me han inducido a seleccionar los apuntes presentados en esta antología, que en parte exponen los motivos centrales de su pensamiento y, asimismo, experiencias, anécdotas y comentarios muy personales, que reflejan la complejidad y el inagotable humor de Cioran.

Verena von der Heyden-Rynsch, enero de 2000


-Yo tengo una valentía negativa, una valentía dirigida contra mí mismo. He orientado mi vida fuera del sentido que me ha prescrito. He invalidado mi futuro.


-Soy un filósofo aullador. Mis ideas —si ideas son— ladran: no explican nada, estallan.


-De la mañana a la noche, no hago otra cosa que vengarme. ¿Contra quién? ¿Contra qué? Lo ignoro —o lo olvido—, ya que nadie se libra… Nadie mejor que yo sabe lo que es la rabia desesperada. ¡Oh! ¡Las explosiones de mi decadencia!


-¿Cuál será el futuro?

La rebelión de los pueblos sin historia.

En Europa —está claro— sólo triunfarán los pueblos que no han vivido.


-Yo podría, si acaso, mantener relaciones verdaderas con el Ser; con los seres, jamás.


-Todas las imposibilidades se resumen en una: la de amar, la de salir de la tristeza propia.


-El fondo de la desesperación es la duda sobre uno mismo.


-Tener la sensación obsesiva de nuestra nada no es ser humilde, ni mucho menos. Un poco de humildad, me haría falta más que a nadie. Pero la sensación de mi nada me hinche de orgullo.


-Si el español sale de lo sublime, resulta ridículo.


-Sólo hay una nostalgia: la del Paraíso. Y tal vez la de España.


-Siempre he vivido como un transeúnte, con la voluptuosidad de no poseer; nunca hubo objeto alguno que fuera mío y me horroriza lo mío. Me estremezco de horror cuando oigo a alguien decir mi mujer. Soy metafísicamente soltero.

Poseer —besitzen— es el verbo más execrable que existe. En los monjes me atraen incluso sus facetas repulsivas y bien sabe Dios que no carecen de ellas.

Deberíamos poder renunciar a todo, incluso a nuestro nombre, arrojarnos al anonimato con pasión, con furia. La renuncia es otra palabra para nombrar lo absoluto.

Entwerden, sustraerse al futuro: la palabra alemana más bella, la más significativa que conozco.


-Lo que se me podría reprochar es cierta complacencia en la decepción, pero, ya que todo el mundo gusta del éxito, es necesario, aunque sólo sea por prurito de simetría, que haya quienes se inclinen hacia la derrota.


-Ante el teléfono, ante el automóvil, ante el menor instrumento, siento un invencible arranque de asco y horror. Todo lo que ha producido el genio técnico me inspira un terror casi sagrado. Sentimientos de desarraigo total delante de todos los símbolos del mundo moderno.


-Todo lo que me impide trabajar me parece bien y cada uno de mis instantes es una escapatoria.

Si me examino sin complacencia, la huida de la responsabilidad, el miedo a tenerla, aunque sea ínfima, me parece el rasgo dominante de mi carácter. Soy desertor en el alma. Y no por casualidad veo en el abandono, en todo, la marca distintiva de la sabiduría.


-En las montañas de Santander, una aldea perdida. En la taberna, unos pastores rompieron a cantar. En la Europa occidental, España es el último país que aún tiene alma.

Todas las hazañas y los incumplimientos de España han pasado a sus cantos. Su secreto: la nostalgia como saber, la ciencia de la añoranza.


-El diablo no es escéptico: niega, no duda; puede querer inspirar la duda, pero él mismo está exento de ella. Es un espíritu activo. Pues toda negación entraña acción. Se puede hablar de los abismos de la duda, no de los de la negación. La situación del escéptico es menos favorable que la del demonio.


-Correspondencia de Hegel. ¡Qué decepción! La verdad es que mi ruptura con la filosofía se agrava. Y, además, ¡vaya una idea la de leer las cartas de un profesor!


-Desde que sigo un régimen alimentario bastante estricto, y peno una vida regular, ya no hago nada bien. Cinco años de esterilidad, cinco años de razón. Mi mente sólo funciona gracias al desorden y a alguna intoxicación. Pago caro el abandono del café.




E. M. CIORAN (Răşinari, Rumanía, 8 de abril de 1911 - París, 20 de junio de 1995). Su nombre auténtico era Emil Cioran, fue un filósofo y escritor de nacionalidad francesa. Nació en un pequeño pueblo rumano llamado Răşinari, donde permaneció hasta 1921. Desde entonces se dedicó a leer todo lo que llegaba a sus manos, autores como Dostoyevski, Flaubert, Pascal, Schopenhauer y, por supuesto, Nietzsche. Estudió filosofía en la Universidad de Bucarest, donde comenzaron sus terribles episodios de insomnio. A partir de esta experiencia demoledora creó En las cimas de la desesperación, su furioso primer libro, que escribió inicialmente como una especie de testamento ante su plan de suicidarse antes de cumplir 22 años. Sin embargo, escribir fue para Cioran una experiencia revitalizante y liberadora. Transcurridos los años entre los estudios académicos y la creación de diferentes libros, decidió irse definitivamente a Francia.


Cioran era un hombre cuyo editor destruyó la edición completa de Silogismos de la amargura «porque no se vendían»; que vio dormirse ante sus incrédulos ojos al primer hombre al que leyó la primera página de Breviario de podredumbre, libro que reescribió al menos cuatro veces hasta terminarlo a su entera satisfacción; que vivió la mayor parte de su vida en hoteles; que jamás tuvo ordenador; que nunca se casó; que nunca trabajó —con la excepción de aquel incómodo año universitario—; que calificó a Jean Paul Sartre como «un hombrecillo de vida e ideas patéticas»; que jamás profesó religión alguna y que se resistió a recibir premios por su reticencia a «aceptar dinero en público».


En los últimos años algunos de sus libros han vendido más de un millón de ejemplares en el idioma inglés, de lo cual él se habría reído dubitativamente y habría vuelto a decir: «Todo éxito es un malentendido».


E. M. Cioran murió el 20 de junio de 1995, víctima del mal de Alzheimer.


Entre su bibliografía destacan los siguientes títulos: En las cimas de la desesperación (1934), De lágrimas y de santos (1937), Breviario de podredumbre (1949), Silogismos de la amargura (1952), Del inconveniente de haber nacido (1973), Conversaciones (1995).




Fosa de Benamahoma (Represión franquista)


Benamahoma con la Sierra del Pinar tras ella.


Benamahoma es una preciosa aldea situada bajo la falda de la montaña más alta de Cádiz, El Torreón (1654 msnm). Pertenece al término municipal de Grazalema a pesar de situarse a una distancia bastante grande de esta, El Bosque (otra población de la sierra) se encuentra mucho más cerca de la aldea. 


Pinsapar
Desde sus calles podemos comenzar la ascensión al Pinsapar, uno de los mayores tesoros naturales de Andalucía. Un bosque de abetos más propio de Finlandia que de Cádiz, reliquias de las glaciaciones que encontraron  refugio en este rincón apartado y con condiciones únicas. No se ha de olvidar que algunos años se pueden alcanzar los 2.200 litros por metro cuadrado e incluso más. En este lugar de exuberante belleza natural y muy querido por mí desde mi juventud, ya que se encuentra a solo 100 Kms de donde yo vivo, en esta pequeña aldea que aun conserva el sabor genuino de sus fundadores árabes, se perpetró una de las más terribles masacres a manos de los demonios falangistas.


No existió resistencia digna de llamarse como tal en toda la Sierra de Cádiz, los fascistas contaron con el factor sorpresa y su despiadada conciencia. A pesar de ello las listas negras ya estaban confeccionadas, toda persona que no fuera ciegamente adicta al nuevo régimen debería ser masacrada o sometida.


La fuente principal para conocer el engranaje de la picadora de carne franquista en el caso es el Procedimiento Sumarísimo Número 1098, incoado en el año 1940 contra el cabo de la Guardia Civil Juan Vadillo. Así nos lo cuenta Francisco Espinosa Maestre en uno de los capítulos del libro La Justicia de Queipo:


Fosa de Benamahoma


EL CABO VADILLO O LA MEMORIA DEL TERROR (BENAMAHOMA, CÁDIZ, 1936)


El 4 de marzo de 1940 el Juez Instructor n.º 24 Dionisio García Cubillo, alférez provisional de Infantería, envió desde El Bosque (Cádiz) al Auditor-Delegado de Cádiz el siguiente escrito:


«Dados los insistentes y mal contenidos rumores que en esta Villa y Aldea de Benamahoma circulan sobre la mala actuación del Cabo del Benemérito Instituto de la Guardia Civil, Comandante del Puesto de la mencionada Aldea en los primeros días del Glorioso Movimiento Nacional, D. JUAN VADILLO CANO, sobre asesinatos perpetrados por el mismo en personas menores de edad o de reconocida buena ideología, varios de ellos en personas del bello sexo con el exclusivo fin de violación por parte del citado JUAN VADILLO CANO, y sobre saqueos e incautaciones verificados con el sólo objeto de lucro; todo con grave detrimento del honor y prestigio militares, pues por la mala conducta de éste solo individuo nos miran a todos como indignos de vestir el honroso uniforme con el que nuestro Generalísimo pregonara Patria, pan y justicia; a V. S.I. tengo el honor de comunicarlo, con el atento ruego se digne disponer sobre el particular lo que estime conveniente. Dios guarde a V. I. muchos años».


Un mes después García Cubillo tuvo que ampliar esta información como testigo. Dijo haber tenido noticia de tales hechos a través del encargado del puesto de El Bosque, Antonio García, y de los guardias Salazar, Fernández, Cascajosa y Barranco. Todos supieron de las andanzas del cabo Vadillo en Benamahoma por su cercanía a El Bosque. Tal importancia tuvo el asunto que a mediados de 1937 se encargó al cabo Antonio García que informara sobre lo ocurrido. Pero éste se vio impotente ante la gravedad de los cargos y confesó al alférez que dicha información debió ser encargada a un oficial que pudiera actuar con más independencia. Cabo y guardias reconocieron, entre otras cosas, que Vadillo robó objetos de las casas de los huidos y acosó a varias mujeres, a alguna de las cuales violó y asesinó. García Cubillo concluyó su declaración diciendo que podía dar nombres de personas dispuestas a declarar sobre los hechos.


El 12 de abril de 1940 el alférez García Cubillo amplió la comunicación anterior, informando de que el cabo Juan Vadillo Cano, «no creyéndose seguro», se encontraba en Barcelona. En cuanto a los informantes dio los nombres de las autoridades locales de 1936 (alcalde, juez y jefe local de FE) y los de diez testigos. El primero en declarar fue el cabo-comandante de puesto de El Bosque Antonio García Gálvez. Recordó que Vadillo estuvo de comandante de puesto de Benamahoma entre septiembre y diciembre de 1936 y que oyó que había cometido violaciones; que durante septiembre y octubre también pasaron por Benamahoma los falangistas de Rota al mando de Fernando Zamacola Abrisqueta, «cuya actuación se dice que fue mala»; y que se apoderaron de bienes y objetos de los huidos (destacó el caso del domicilio de Salvador Ferrazzano, cuya casa fue saqueada y que fue acusado de cobijar al comunista Manuel Adame Misa, hermano de la mujer con la que convivía). Al final matizó que no tenía noticia de que hubiese fusilado de modo arbitrario a nadie y que «dado el temperamento de mujeriego de Vadillo no [parece] extraño tuviese relaciones íntimas con mujeres del pueblo, pero no usando la violencia ni empleando la fuerza como se le atribuye».


La primera testigo, M. G.G., de treinta años, declaró el 27 de abril. Lo primero que dijo, en palabras del que tomara la declaración, es que su marido fue fusilado junto a la iglesia el día 28 de septiembre y que momento antes de morir un cura llegado de Villamartín le dio las bendiciones. Luego, cuando con otras mujeres fue obligada a servir al cabo y a los falangistas, un día de octubre fue llamada a su despacho por Vadillo, «proponiéndole efectuar el acto carnal negándose la exponente de manera rotunda saliendo de la habitación llorando». Al verla en ese estado las demás compañeras se imaginaron lo ocurrido. Unos días después Vadillo le dijo que le permitía volver a casa, ya saqueada, y la acompañó, situación que aprovechó para violarla, prohibiéndole gritar o chillar, ante lo que ella nada pudo hacer. «Llevaba correaje y pistola Vadillo en aquel momento aun cuando no la amenazó con armas», hace constar el instructor. Cuando tras la violación el guardia civil quiso darle a la mujer dos duros de plata, ésta los rechazó. Luego siguieron otras violaciones en los días siguientes. Además, como la madre y la hermana se trasladaran con ella a vivir hubo quien creyó que Vadillo le había regalado la casa. Después de octubre no volvió a ver al cabo Vadillo. M. G.G. no firma la declaración por carecer de instrucción.


Trabajos en la Fosa de Benamahoma


El mismo día 27 de abril de 1940 dio también su testimonio Isabel Sierra, viuda de sesenta y cinco años y vecina de Benamahoma. Se limitó a decir que en septiembre de 1936 varios falangistas se llevaron a su hija Inés Fernández Sierra y la mataron en Ubrique. El marido, Antonio Calvillo Morales, estaba huido. Añadió que posteriormente su marido y un hijo, José Fernández Sánchez y Diego Fernández Sierra, habían sido condenados a muerte. Recordó que los falangistas de Rota registraron la casa y se apropiaron, entre otras cosas, del dinero guardado para el alquiler. Luego, por orden del cabo Vadillo, le pidieron la escritura de una huerta que poseían de la que previamente habían robado aperos de labranza, grano, animales, etc. En los saqueos intervinieron el cabo y falangistas del pueblo. Los útiles de barbería y zapatería de su hijo desaparecieron. Abajo, junto a las del instructor y el secretario, la firma temblorosa de Isabel Sierra.


Antonia Jarillo Calvillo, viuda de treinta y dos años, trabajaba en la casa de Salvador Ferrazzano. Aunque se fue a Ubrique, tuvo que volver y fue destinada por Vadillo con otras mujeres a su servicio y al de Falange. Estando un día arreglando la habitación de Vadillo sufrió el acoso de éste, pero pudo librarse. Declaró que M. G.G. tuvo un hijo del cabo, al que recordaba siempre borracho, y que I. J.C. sufrió también abusos por parte de Vadillo y Zamacola. José Ramírez Jiménez, viudo de cuarenta y siete años, recordó que, tras huir al campo, volvió al pueblo el 19 de septiembre y al día siguiente se presentó Vadillo en su casa advirtiéndole que dijera la verdad si no quería correr la suerte de su mujer, Ana Ruiz Gil, asesinada el día 18 junto con Alfonso Román en el Cementerio de El Bosque por decir que no sabía dónde estaba su marido. 


Ana Mateo Domínguez, viuda de cuarenta y siete años, dijo que el 16 de agosto de 1936 se presentaron en su casa… el jefe de Falange Almendro ordenando que su marido Manuel Salguero Chacón y su hijo Manuel Salguero Mareo, que entonces contaba quince años de edad, que se personaran en el Cuartel de Falange para hacerle una pregunta, y en efecto fueron a dicho sitio. Que poco después un coche ligero y conducido por una pareja de falangistas le llevaron en dicho vehículo a Ubrique donde estuvieron varios días presos y al traerlos de vuelta para Benamahoma le [sic] fusilaron en las inmediaciones del Cementerio de El Bosque. Preguntado [sic] si tiene algo más que añadir dice que ni la dicente ni sus familiares han profesado nunca ideas comunistas.


Obsérvese que la manera en que está escrita la declaración oculta que fueron asesinados padre e hijo. Fermina Rodríguez Gallego, viuda de cincuenta y ocho años, dijo simplemente que el 17 de septiembre se presentaron en su casa un guardia civil y varios falangistas preguntando por su hijo «insistentemente» y como no estaba se llevaron al padre, Alfonso Román Chacón, «el cual según dicen fue fusilado en el Cementerio de El Bosque». I. J.C., de veintitrés años, recordó que hacia mediados de septiembre Vadillo y Zamacola estuvieron en su casa y la amenazaron con fusilarla o pelarla si su novio, Francisco Gil, se encontraba con los huidos y recogía provisiones por las noches. Unos días después, estando en casa de su tía, se presentó un falangista armado con orden de llevarla ante Zamacola para unas preguntas. Camino del cuartel de Falange se les unió Zamacola con unas llaves en la mano y al pasar junto al matadero la obligó a entrar y la violó. Luego quiso darle dinero pero ella lo rechazó. De vuelta a casa, se acercó el falangista que había ido por ella y trató de llevarla a un lugar apartado para violarla también, pero ella dijo que «se dejaría matar pero que nadie más abusaría de ella, reprendiéndole Zamacola».


Que el padre de la dicente no [denunció] el hecho entonces por estar todo el pueblo aterrorizado y además le aconsejó el Alcalde Pepe Castro no hicieran gestión alguna porque era inútil.


Recordaba también cómo el cabo Vadillo, yendo por cualquier sitio, mostraba cosas robadas y preguntaba a sus dueños si las recordaban.


Fosa de Benamahoma


El primero en declarar el 28 de abril fue el súbdito italiano Salvador Ferrazzano Valenzuela, de sesenta y tres años y dueño de la fábrica «Martinete». Su casa fue saqueada por Vadillo y los falangistas pero cuando el primero fue interrogado por el teniente de la Guardia Civil José Robles Alex dijo que «los autores habían sido una cuadrillas de rojos asesinados». El jardinero de Ferrazzano, Juan García, fue testigo de que los que entraron en la casa fueron Vadillo, Zamacola y Almendro. Luego declaró Isabel González Jarillo, de veintidós años, quien contó que también su novio, Juan Menacho Gil, andaba en el verano de 1936 por la sierra de Grazalema y que sufrió el acoso de Zamacola, quien la amenazaba con quitarle la vida si no cedía. Recordaba Isabel que al día siguiente de matar al marido de M. G.G., organizaron un baile por la noche en el cuartel de Falange y la obligaron a bailar.


Hubo más bailes aquel verano. A veces tuvo que bailar con Vadillo. También el 28 prestó declaración Aurelio Chacón Rosa, dueño del bar situado frente al cuartel de Falange. Le dejaron a deber nueve mil pesetas y le hicieron firmar, bajo amenaza de muerte, un recibo de que había cobrado. Dijo que «como el cabo Vadillo ordenó no vendiera bebidas alcohólicas a los falangistas éstos le insultaban y le dijeron le iban a destrozar la estantería».


Sebastián de la Rosa Castro, de treinta y cinco años, dijo que por ser enterrador requirieron sus servicios [al] anochecer del día en que afusilaron [sic] los tres primeros que eran forasteros por lo que el dicente ignora si eran marsistas [sic]. Que Almendro le ordenó buscase ayudantes diciéndole: que si querían ir por las buenas irían por las malas [sic] y de no ir por las malas abrirían el hollo [sic] y se le fusilaría. Entonces buscó un tal Domingo (a) El Penco, José Campos y otros que no recuerda. Que con Vadillo estuvo sobre el veinticinco de septiembre de mil novecientos treinta y seis en casa de Teresa Ramírez esiguiéndole [sic] entregase una sortija de oro para el Ejército que ella no dio a pesar de decirle que si no se lo [sic] facilitaban eran comunistas, que dicha mujer tenía un hijo en la zona roja que ha vuelto de ella ciego. Que Vadillo empleaba la palabra fusilar por sistema y a cada momento teniendo en aquella época a la gente de Benamahoma aterrorizada.


El 3 de mayo declaró el guardia civil Manuel Baroni Suárez, quien recordó que «Los Leones de Rota» llegaron recién ocupada la aldea y que a Zamacola lo acompañaban dos de los vigilantes de la Prisión del Puerto, Soto y Agustín Díaz, ya fallecido. Baroni afirmó que el que decidía quién debía ser asesinado era el cabo Vadillo, asesorado por el cabo de El Bosque, Antonio García, y un vecino llamado Gregorio Pacheco. No recordaba fusilamientos de menores ni de mujeres, salvo el de una mujer de Villamartín que trató de atacarles con un cuchillo y a la que asesinaron junto a la iglesia de Benamahoma. No recordaba ningún caso de violación. El también guardia civil Francisco Espinal Gómez tampoco recordaba violaciones, pero sí que dos mujeres fueron rapadas y a una de ellas se le dio purgante «por ser opuestas al Movimiento Nacional»; nada de menores, pero sí el «fusilamiento» de una mujer en El Bosque.


El 6 de mayo de 1940 prestó declaración María Chacón Rosa, de cuarenta y tres años, natural de Benamahoma pero que trabajaba en la casa de Leonardo Rodrigo Lavín, decano de la facultad de Medicina. Tuvo la mala fortuna de aparecer por el pueblo a mediados de agosto y que Vadillo, interesado por su marido, Miguel Bandera, huido, le dijera que «tenía orden de fusilarla a las cinco de la tarde, añadiendo que era una lástima que sus tres hijos se quedaran sin madre pero [que] irían al hospicio». María Chacón concluyó su declaración afirmando «que desde luego tiene la impresión que en Benamahoma se fusiló gente de sana ideología y entre ellas dos mujeres que eran buenas personas». Su hermano Aurelio, el dueño del bar situado frente al cuartel, tuvo que intervenir urgentemente a su favor. Por esos días llegaron al Instructor nuevos informes político-sociales, en este caso del entonces alcalde Gregorio Pacheco.


El 22 de mayo se ordenó la detención del cabo Juan Vadillo Cano, de cuarenta y ocho años, residente en el cuartel de Consejo del Ciento de Barcelona, y su ingreso en el castillo de Santa Catalina, de Cádiz, lo que se llevó a efecto el 4 de junio. Dos días después fue interrogado. Contó que el 12 de agosto de 1936 recibió orden de sumarse a la columna de Manuel Mora Figueroa, partiendo al día siguiente para Villamartín y Ubrique y quedando más tarde como jefe de puesto de Benamahoma con dos guardias, Manuel Baroni Suárez y Francisco Espinal Gómez, y treinta y tres falangistas, los llamados «Leones de Rota», al mando de Fernando Zamacola y cuyos subjefes eran Manuel Almendro y Agustín Díaz. El primero y el último habían muerto ya. A mediados de septiembre llegaron tres guardias civiles más (José Acosta Bote, Manuel Naranjo Moreno y Juan Mena Mateos) y unos cuarenta falangistas de Jerez de la Frontera al mando de Fernando Casteleiro, José Moreno Vega y un tal Ortega, que quedaron allí hasta final del año. «Que los elementos de la Falange de Rota eran gente indeseable», añadió Vadillo. Reconoció que aunque dijo al jefe de Línea, el teniente José Robles Alex, que los responsables del saqueo de la casa de Ferrazzano eran rojos, luego supo que fueron falangistas; y dijo ignorar que una radio y una serie de muebles de los que se adueñó fuera propiedad de ese hombre. Vadillo negó ser el responsable de la represión en Benamahoma, pues según dijo los falangistas generalmente traían una lista de vecinos del pueblo que habían de ser sancionados fuera de Benamahoma cuyos nombres supo le serían dados por el Cabo García, del Bosque, que conocía el personal, así como también por Gregorio Pacheco, Jefe de Investigación entonces de falange y miembro de la Junta Parroquial de Benamahoma.


No recordaba que el hijo del cartero Manuel Salguero Chacón fuera menor, pero sí que se realizaron varios fusilamientos junto a la iglesia de Benamahoma. Recordaba a las «criadas del Cuartel» (Leonor la del Guarda, Frasquita la de Ana, Antonia Jarillo e Isabel González) pero dijo no ser idea suya que estuvieran allí. Por supuesto negó todo lo relativo a acosos y violaciones, y de una de las mujeres denunciantes dijo que era «de mala conducta moral» y que «mantenía relaciones carnales con Zamacola y con un guardia civil». También negó haber asesinado a Ana Gil Ruiz por haber ocultado información sobre su marido. Reconoció que el dinero de las suscripciones, aunque luego lo entregaran a sus superiores, se lo repartían entre Zamacola, Almendro, Díaz y él. Negó haber entregado a mujer alguna alhajas o dinero de dichas suscripciones. Finalmente, preguntado, como era habitual, si tenía algo que decir añadió que no pudo evitar que los elementos de la falange de Rota cometieran desmanes en la época que ha hecho mención y que algunos de ellos eran licenciados del Penal del Puerto de Santa María.


Fosa de Benamahoma


Aportó en su favor un certificado laudatorio de la Junta Parroquial de Benamahoma y una carta del párroco de Villamartín. El primero, con fecha 29 de septiembre de 1936, hablaba de «la excelente labor de pacificación y castigo ejemplar realizado y del celo y meritísima labor patriótica llevada a cabo por dicho señor en favor del Movimiento Salvador de España».


El guardia civil José Acosta Bote, a sus órdenes en Benamahoma, dijo ignorar todo lo que se le preguntó respecto a Vadillo. El falangista Manuel Almendro López, que vivía por entonces en Valencia, mantuvo igualmente «no conocer dato alguno sobre los hechos a que se hace referencia». El instructor se interesó también por los «Leones de Rota» y por los falangistas de Jerez. De estos últimos, por ejemplo, Fernando Casteleiro, era para entonces teniente de Infantería y seguía los cursillos de capitán en la Academia de Zaragoza. En cuanto a los «Leones de Rota», «que mandó el heroico falangista Fernando Zamacola (Presente)», la Falange local dio por fin en julio de 1940 los nombres de Manuel López Mateos, Manuel Gutiérrez Ruiz, José Hidalgo Martín, Antonio Florido Fénix, Fernando Manzanero Domínguez, Pedro Romero Torres, Luis Neva García de Quirós, José Prieto Vargas, José Patino Sánchez, José Bejarano Verano, Antonio Rodríguez Martín-Niño, Ramón Bruaño Ruiz, Juan López Gutiérrez, Rafael Galea Puisegut y Pedro Pupo Marrufo.


Al sumario se incorporó también un artículo de prensa del verano de 1936 que daba noticia del primer acto público tras la ocupación, con asistencia de autoridades y fuerzas militares y de Falange, y los párrocos de Benamahoma y Villamartín. Lo más destacado fue el bautismo colectivo de veintisiete niños que fueron apadrinados por Vadillo, Zamacola, Almendro, Díaz, Gregorio Pacheco, el maestro Aurelio Romero y el alcalde José Castro, entre otros. Según el corresponsal «resultó un acto sumamente simpático que hizo resurgir la fe religiosa por desgracia tan decaída en estos últimos tiempos entre la mayoría de los vecinos de ésta». Y concluía:


«Felicitamos muy sinceramente a los organizadores del mismo comandante militar señor Vadillo y jefes de Falange señores Zamacola, Díaz y Almendro, que animados de una verdadera fe religiosa y espíritu español y patriótico iniciaron con sumo acierto la lucha de pacificación y castigo ejemplar que ha de redimir a esta aldea y a España de la ruina que la amenazaba y contribuyendo al renacimiento de ésa era de paz y de alegría, de civilización y de cultura, base de una España única, grande y libre. ¡Arriba España!».


El 14 de octubre de 1940 el Instructor eleva su informe, señalando que «aparecen indicio razónales [sic] para suponer que Vadillo obrase de modo equivocado en el desempeño de su cometido, imputándose la violación de algunas mujeres que prestaban servicio como criadas en la Casa-Cuartel de la Benemérita y así mismo haber perpetrado otros atentados contra la propiedad». El informe posterior del fiscal Quintanilla, de junio de 1941, consideró que «la aplicación del Bando de Guerra» estaba justificada, como demostraban las declaraciones de guardias y falangistas. En cuanto a los abusos y violaciones, el fiscal no los vio probados y con la única mujer con la que tuvo «acceso carnal» éste «no fue objeto de intimidación y revela la anuencia de la mujer el hecho de haber realizado el coito con el procesado repetidas veces según ella misma declara»


Tampoco los robos habían sido demostrados. Quintanilla sólo vio un delito contra la integridad personal en la muerte de Ana Gil Ruiz por constar su «buena conducta» y no actuar contra el Movimiento Nacional. 


El Consejo de Guerra se celebró en julio de 1941. El fiscal había solicitado veinte años de reclusión menor y 15 000 pesetas de indemnización a los familiares de Ana Gil y la defensa, la absolución. Se adjuntaron nuevos certificados de buena conducta de Andrés García, alcalde de El Algar; y del párroco de Villamartín, Eduardo Espinosa González-Pérez, obsesionado con el papel jugado por Vadillo en los bautismos colectivos. El cabo Juan Vadillo Cano fue condenado a 17 años, 4 meses y un día de reclusión menor y al pago de 15 000 pesetas a los herederos de Ana Gil. Restados los días que llevaba presos le quedaban algo más de quince años que debía cumplir en el penal del Puerto.


El 13 de enero de 1950, cuando contaba con cincuenta y ocho años, pidió rebaja de condena por considerarse incluido en el decreto-indulto de 9 de diciembre de 1949, lo que le fue concedido de inmediato, destacándose su buena conducta. Ello suponía que sería puesto en libertad en mayo de 1953.


Otro de los principales criminales fue Fernando Zamacola Abrisqueta, que recibió la medalla militar individual por su intervención en la ocupación de Grazalema, encontró la muerte en Los Blázquez (Córdoba) el 14 de junio de 1938 cuando era alférez de Regulares. Años después, el franquismo, que siempre supo conservar bien las memoria de sus mejores hombres, dio su nombre a la Residencia Sanitaria del Seguro construida en Cádiz en 1953, volada en 1975 para la construcción del nuevo Hospital Universitario «Puerta del Mar».


Cementerio de Benamahoma


En 2004 un vecino de El Bosque, José Vázquez Jiménez, de noventa y un años, se enteró de que iban a construir nuevos nichos sobre una zona del Cementerio. Sólo comentó: «Pues ahí es donde yo excavé las fosas para enterrar a los fusilados de la guerra». La información llegó de inmediato a oídos de la gente del pueblo y de otras localidades cercanas como Ubrique, Grazalema y Prado del Rey. «Fuimos cinco o seis y nos cogió la noche excavando. Era para enterrar a los nueve primeros que habían matado en Ubrique. Los recogimos en carretas y los trajimos al pueblo. Conforme se iban descargando, los llevábamos en escaleras arriba hasta el cementerio, como en unas parihuelas. Las escaleras se desbarataron de cargar tanto», recuerda José Vázquez, quien explica que la razón para dispersar a las víctimas llevándolas a otros pueblos era sólo una: que los familiares no les pudieran seguir el rastro. Debido a esto, José reconoció a muy poca gente, caso del cartero de Benamahoma y su hijo de quince años. Pero también recordaba, aunque no la conociera, el cadáver de una mujer de este pueblo. Recuerda a los asesinos: los Román, los Blanco, el cabo de la Guardia Civil Gutiérrez, de Ubrique, que acabó con todos los vecinos que firmaron antes del golpe un escrito para que lo trasladaran de puesto… Todos ellos están ya muertos. La mujer era Ana Gil Ruiz. Su hijo, Atanasio Ramírez Gil, que entonces tenía siete años, recuerda que fueron a por su padre y como no estaba se la llevaron a ella. El cartero y su hijo son Manuel Salguero Chacón y Manuel Salguero Mateo. Quedó con vida otro hijo, Santiago.


Según Eduardo del Campo, el periodista que narró en El Mundo la historia de la fosa de El Bosque, José Vázquez preguntó a una de las familiares de los asesinados: «¿Me pasará algo por haber hablado con usted?».


Las tapias de la iglesia muestra aún hoy un reguero de impactos de bala. Los cuerpos inertes de los ejecutados acaban arrojados a los sucesivos agujeros abiertos en el antiguo cementerio local. Sólo unos metros ladera abajo. Los golpistas de la zona inician la represión de inmediato, con el apoyo decidido de las fuerzas paramilitares de Falange conocidos como los 'Leones de Rota'.



El equipo científico contratado por la Diputación de Cádiz para exhumar las fosas localizadas en el antiguo cementerio de Benamahoma, en el término municipal de Grazalema (Cádiz) ultima la recuperación de los restos de personas represaliadas, que suman un total de 67 personas en 19 fosas.


Según ha indicado la Diputación en una nota, los trabajos se encuentran en la tercera campaña de una intervención que comenzó hace casi dos años, mientras que la primera fase se desarrolló de octubre de 2017 a febrero de 2018 y la segunda se llevó a cabo de junio a octubre de 2018. Al término de las dos primeras etapas se lograron recuperar los restos de 57 personas, diseminados en 16 fosas y con la tercera fase serán un total de 67 personas en 19 fosas.




La mayoría de las osamentas recuperadas son de hombres (al menos 60), predominando la franja de edad entre 30 y 45 años. Además, se han recuperado los restos de un adolescente, de unos 16 años, y de otros cinco individuos que apenas superan la veintena. Igualmente, se ha confirmado la aparición de los restos de tres mujeres, mientras que de uno de los esqueletos aún no se ha podido determinar el sexo. En gran parte de los huesos se aprecian lesiones perimortem --prueba de la violencia ejercida contra las víctimas en los momentos previos a su ejecución-- así como orificios de bala.


La magnitud del hallazgo confirma la tesis apuntada por testimonios orales e indagaciones históricas, que Benamahoma fue, tras la sublevación militar que provocó la Guerra Civil española, un lugar de ejecución en el que fueron asesinados no sólo vecinos de la antigua aldea, sino también habitantes de poblaciones cercanas como Villamartín, El Bosque o Prado del Rey.


Benamahoma