La represión estatal contra la A.I.T. (1870-1881)

 


Tras el período "revolucionario" llamado el sexenio democrático (1968-1974), una de las primeras y más urgentes medidas que tomó la autoridad incompetente fue la de disolver la AIT. El decreto firmado por Serrano y García Ruíz, abocó a todo el movimiento internacionalista y anarquista a la clandestinidad. De 1874 a 1881 los anarquistas no tuvieron otra que la de proseguir su camino a través de sociedades secretas. A partir de 1881 el movimiento anarquista pudo salir de la clandestinidad, cuando Sagasta llega al poder. 

Pero todos estos años de dura represión habían hecho mella en la paciencia de los más desfavorecidos y ya revindicaban algunos sectores la violencia como única salida, puesto que los gobernantes habían demostrado sistemáticamente que ese era el único lenguaje que manejaban.

Hasta mis manos ha llegado un manuscrito en formato digital de la Comisión Federal de la FRE-AIT, Circular nº38 del año 1874 en el que se expone esta nueva situación de ilegalidad impuesta por los republicanos*:

                                                                                Asociación Internacional de los trabajadores

                                                                         Federación regional española                                                                                                     Circular nº 38.- Reservada

                                                                                   La Comisión Federal á las Federaciones locales. 


Compañeros: El llamado poder ejecutivo de la república, que tiene por origen el brutal golpe de fuerza del 9 de Enero, en la Gaceta de ayer, publica un decreto firmado por los republicanos Serrano y García Ruíz, "disolviendo todas las reuniones y sociedades políticas, que como la Internacional atente contra la propiedad, contra la familia y demás bases sociales," como si la criminal burguesía no robase la única y legítima propiedad á los trabajadores, tuviera familia y no se destruyese, cuando le conviene a las bases sociales que pretende defender.

Desde la proclamación de la república hasta la fecha, nuestra Asociación ha sido perseguida en detalle: saqueando los Centros locales, prendiendo á los Centros locales, prendiendo á nuestros compañeros y asesinando a obreros indefensos. Ahora la compañía de aventureros políticos que con el apoyo de los asesinos asalariados disolvió las Cortes burguesas, cree dar un golpe mortal á nuestra Asociación, decretando que sean disueltas todas las Federaciones locales. Si Pí Margall, Castelar y Salmerón no lograron mas que convertir las organizaciones públicas, en secretas; tenemos la seguridad de que Serrano, Sagasta, García Ruíz y comparsa, no lograrán mas que sus antecesores, es decir: que la organización pública sea secreta; y que aumente el número de las nuevas Federaciones.

La asociación Internacional de los Trabajadores que tiene por objeto realizar la Justicia, debe realizarla dentro de la ley burguesa ó fuera de ella; y mucho mas, cuando la ley burguesa tiene por origen la Fuerza, y por objeto el sostenimiento de los privilegios de la criminal burguesía.

Considerando que los derechos naturales de Asociación y reunión, son anteriores y superiores á toda ley, y que nadie puede restringirlos, ni atentar á su libre ejercicio, os proponemos:


1º. Las federaciones locales continuarán como hasta hoy, apesar del decreto del llamado poder ejecutivo de la república; sin perjuicio de poner en lugar seguro los documentos y objetos de importancia.


2º. Si las federaciones locales reciben órden de disolverse, formularán una enérgica Protesta contra tamaño atentado, haciendo constar que la Asociación Internacional de Trabajadores, no se disolverá hasta que haya logrado el objeto que se propone: la completa y radical Emancipación del Trabajo.


3º. Las Federaciones locales que no puedan reunirse publicamente, convertirán la organización pública en secreta; y al efecto, cada una de las Secciones podrá dividirse en grupos, que no sean muy numerosos, con objeto de poderse reunir cuando lo crean conveniente, ó adoptando la forma que cada Federación en uso de su autonomía considere mas acertada, á fin de que nuestra organización funcione regularmente y en todo lo que sea posible.


4º. Considerando que las instituciones que se sostienen por la fuerza, solo por la fuerza, pueden ser derribadas, las Federaciones locales procurarán, por los medios que consideren mas oportunos, organizar todos los grupos revolucionarios que les sea posible, á fin de estar apercibidos y dispuestos para la acción revolucionaria socialista del proletariado; procurando que esta organización revolucionaria se lleve á cabo con todas las precauciones debidas.


5º. Las Federaciones locales cuyo Centros sean allanados por los señores del llamado poder ejecutivo de la república, si quieren continuar con local abierto, presentarán á la autoridad (alcalde o gobernador), un Reglamento que solo tenga por objeto establecer un Ateneo, Escuela ó Sociedad de Socorros mútuos, pudiendo por este medio burlar la vigilancia de los polizontes.


Compañeros: Si actualmente creemos que no es posible repeler la fuerza con la fuerza, tenemos la seguridad de que si somos activos en la propaganda y Organización de la Revolución Social, esta indudablemente vendrá á pasos agigantados.

La guerra social, la guerra de clases, la guerra entre pobres y ricos, tantas veces provocada por la burguesía, no debe arredrarnos en lo mas mínimo, porque tenemos la seguridad de que la Razón y la Justicia están con nosotros, y que el triunfo será de los hijos del Trabajo.

Por nuestra parte permaneceremos en el puesto que nos habeis designado, sin temor a las amenazas y sin miedo a lo atropellos de los agentes del llamado poder ejecutivo de la República; si cada uno y todos internacionalistas hacen lo mismo, salvaremos nuestra organización de las asechanzas de los ladrones del fruto de nuestro trabajo, y cooperaremos eficazmente al triunfo de la Anarquía y del Colectivismo. La indiferencia ó el temor en las presentes circunstancias es un crimen, y los internacionales no podemos ser criminales.

Esperamos que nos acusareis recibo de la presente circular. La Federaciones locales que no hayan remitido dirección reservada, se servirán remitirla á la mayor brevedad. Servíos manifestarnos si habeis recibido las circulares nº 36 y 37, el listado de cuentas y la Memoria de los delegados al sexto Congreso general.


Recibid, queridos compañeros, un fraternal abrazo de los que os desean Salud, Anarquía y Colectivismo. Madrid, 12 Enero 1874

                                                                            Por la Comisión federal firma: Francisco Tomás                                   

(*) Esta carta la he transcrito yo, he respetado el original, por lo que puede parecer que tenga faltas de ortografía, pero así es como exactamente se escribió en su momento. (Fuente: IISH Amsterdam. Digitalizado por: Francisco Fernández Gómez)



Antecedentes de la ilegalización de la Internacional (1868-1974)


Las constituciones políticas, aunque respondiendo a tan pobres fines, distaron mucho de alcanzar la perpetuidad que soñaron sus autores; por eso vemos que en poco más de medio siglo de parlamentarismo se han elaborado en España las siguientes Constituciones: la de 1812, restaurada en 1820 y 1836; la de 1837, la de 1845, la de 1855, la de 1869, la de 1873 y la de 1876 hoy vigente. No hemos alcanzado en esto a los franceses que desde 1789 al presente han promulgado 16 Constituciones.

                                                                                  Anselmo Lorenzo. Medio siglo de parlamentarismo (1866)


El 2 de julio de 1855 se declaró la primera Huelga General en Cataluña, exigiendo, entre otras cosas, el derecho de Asociación. En esas fechas se firmaron los primeros contratos (convenios) colectivos. En el año 1857 una revuelta campesina en Sevilla reivindicó el reparto de tierras. En 1861 la revuelta se generalizó por gran parte de Andalucía: Málaga, Granada, Córdoba, o la más conocida, la de Loja. 

La maldita curia, aunque nada bueno se esperaba de ella, seguía mostrando su espíritu inquisidor, de hermandad sólo entre criminales como ellos. El Papa Pío IX (1792-1878) en su encíclica Quanta cura (dic.1864) a través de su Apéndice Syllabus Errorúm condenó todas las ideologías progresistas: a la Internacional (AIT) y la masonería. Su sucesor León XIII (1878-1903) también las condenó en varias de sus encíclicas: Humanum genus (1884), Inimica vis (1892), Custodi di quella FEDE (1892). 

Los trabajadores ya no confiaban en reyes inviolables, cebados obispos, militares de república bananera o burgueses bien hablados. En 1820, colaboraron con los industriales de Barcelona; en el triunfo de Riego y del liberalismo constitucionalista; así como en el alzamiento progresista de 1854. La Revolución de Septiembre de 1868 “La Gloriosa”, con el derrocamiento de los Borbones y la posterior proclamación de la Primera República en 1873, trajo consigo esperanzas rapidamente aplastadas. Los trabajadores ya no podían volver a confíar en la bondad de sus reiterados verdugos. La justicia social solamente podría alcanzarse por medio de la lucha, la unión y la solidaridad de los trabajadores. Los trabajadores sólo podrán conquistar su libertad con sus propias manos.

La situación por la que pasaba España en 1974 ya se venía fraguando desde 1868, ello se hizo patente en 1871, con motivo del debate sobre la Internacional en las Cortes. La burguesía temblaba ante una posible fuerte organización de los trabajadores; solidaria y combativa, consolidada y reconocida legalmente. Estos indicios de prematura reacción podemos encontrarlos reflejados en lo que dijeron Nocedal, Candau, Cánovas del Castillo y muchos republicanos en su momento. Así se expresaba Nocedal:


¿Conque es verdad, señores diputados? ¿Conque hay errores culpables que merecen execración y castigo? ¿Conque hay verdades inmutables y eternas contra las cuales no es lícito ir? ¿Conque va saliendo broma aquello de que la libertad era el mejor correctivo contra la libertad misma, y aquello de que la discusión era fuente de luz, y de que a la luz de la libertad se disipan las nieblas del error? ¿Conque teníamos nosotros razón en decir que la libertad engendraba todo linaje de crímenes? ¿Conque ahora lo veis en La Internacional, y ahora tenéis que dar la razón a los hombres de nuestra escuela? ¡Ah, señores! Hace mucho tiempo que uno de nuestros escritores narraba dia por día y momento por momento todo lo que ha sucedido en la hecatombe espantosa de Paris (refiriéndose a la Comuna).


¡Qué triste es, señores, acertar en ciertos hechos! ¡Cuánto mejor no hubiera sido que hubiéramos merecido los dictados con que nos calificabais, de ilusos y de visionarios!


Esta zañuda represión provocó el efecto contrario al esperado por las autoridades, ya que la obligada clandestinidad favoreció -en lugar de impedir- la potencia reivindicadora de los anarquistas. De esta manera, a partir de 1874 los internacionalistas se constituyeron en sociedades secretas. Los contactos y el sistema organizativo se llevaron a cabo de la manera más discreta posible. Los congresos fueron sustituidos por conferencias que disimulaban el verdadero sentido de la reunión. La represión estatal en constante aumento llevó a muchos militantes hasta el camino de la vindicación, "la reciprocidad en la violencia". Cuando las asociaciones anarquistas pudieron salir a la luz pública en 1881 con Sagasta, pudo comprobarse claramente que habían nutrido sus filas de una manera hasta entonces desconocida gracias a la sinrazón de los saqueadores de España.

La confrontación entre capital y trabajo venía agudizándose desde el 68; no en vano, en la etapa posterior a La Gloriosa aparecieron las primeras filiales de la Internacional en el país, o "del proletariado militante", como decían por entonces los anarquistas. Desde el primer momento que la oligarquía supo de la llegada de la Internacional a España, comenzaron a afilar sus cuchillos.. En fecha tan temprana como 1871, con motivo del debate sobre la Internacional en las Cortes, ya daba muestras de inquietud la burguesía ante un frente obrero consolidado, bien organizado y con las ideas claras, así como reconocido legalmente. Resulta muy útil leer las declaraciones que por entonces hicieron en ese debate Nocedal, Candau, Cánovas del Castillo, etc... La prensa burguesa del momento también ilustra muy bien la situación, como "La defensa de la sociedad" de Bravo Murillo, por ejemplo. Y también las "Cartas a un obrero" de Concepción Arenal. O "Cartas a un arrepentido de la Internacional" de I.M. Ferrán, así como los variados testimonios que ha publicado al respecto Antoni Jutglar.

Nada más organizarse los trabajadores la reacción no se hizo esperar, la AIT podría tomarse como un hito en la radicalización antiobrerista de la burguesía y élites extractivas, podría acabar con el eterno privilegio de los grandes saqueadores de España. Arrogándose el papel de custodios de la paz social en base a una argumentación teológico-moral que sólo era pura hipocresía e interés bastardo, los burgueses se dispusieron a callar cualquier voz disidente. Fue a partir de la rebelión cantonalista cuando las autoridades dejaron claro que sólo conocían la imposición violenta, puesto que nunca conocieron la razón. Y a partir de entonces, la represión no quedó limitada a los obreros más activos, se llevó a cabo siguiendo una política de tabla rasa. Acusaron de antisociales a los republicanos de todo pelaje e incluso a otros grupos bastante menos combativos y de mínima militancia. No se toleraba ni un amago de tos.

Ya durante la República comenzaron las deportaciones a Filipinas, presidios de África, etc... Se encarcelaron, sancionaron o despidieron miles de trabajadores, y en todos los casos las garantías de los procesos judiciales y el comportamiento policial brillaban por su ausencia absoluta. Todo se hacía de forma arbitraria, ni siquiera se tomaron la molestia de dar a la represión una pátina de legalidad, puesto que la Ley de Enjuiciamiento Criminal no será promulgada hasta 1882, coincidiendo con la vil farsa de "La Mano Negra", el primer montaje criminal masivo de las autoridades contra el anarquismo en nuestra tierra. No debe dejar de señalarse que precisamente los mandarines del 68 y de la república fueron quienes perpetraron estos crímenes desde 1872, culminando su sadismo en 1882. Sus nombres deben ser recordados para ocupar un puesto destacado entre las mayores sabandijas nacidas en el país: Prim, Castelar, Serrano, Cánovas, Sagasta, Romero Robledo, Topete y García Ruíz entre otros muchos más de menor significación. 

Pi y Margall fue un buen hombre con justas ideas, pero también un iluso que pretendió cambiar la naturaleza carroñera de la burguesía española. Los cantonalistas fueron más inteligentes que él, a pesar de ser iletrados en su mayoría, vieron con claridad que tratar con tahúres sólo conduce a una parte, a la derrota más humillante, puesto que en la apuesta política siempre gana el peor.

Castelar, Serrano, Cánovas, Sagasta, Romero Robledo, Topete, García Ruíz... Los nombres de toda esta gentuza criminal ensucian nuestras calles, son un constante insulto a todas las personas de bien que en nuestra tierra aun tienen que soportar a los descendientes de los saqueadores de siempre. Y encima pretenden obligarnos a ser españoles de bandera y misa de domingo con leyes y decretos, pero todo el que tiene algo de cultura y capacidad de empatía en nuestra tierra, es sabedor de que nuestra Historia es la de la infamia, y en muy pocos casos gloriosa, excepto cuando el pueblo expulsó a los gabachos capitaneados por Napoleón, mientras el Borbón miraba a otro lado o incluso mandaba encarcelar a quienes se resistían a la invasión napoleónica. Nuestra Historia de gloria fue la de los cantonalistas que escupieron al poder central con las manos casi desnudas. La misma Gloria que mostraron los anarquistas en la Revolución del 19 de Julio. No la de los mandarines que aparecen en los libros de historia oficialista y desinformativa, ellos son los responsables de todas las desgracias sufridas en este país.





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