En este país es suficiente con ocupar algunas horas de TV Prime Time y saber enlazar unas cuantas palabras que regalen oídos, para conseguir que los electores confien en uno ciegamente. Uno de los casos más claros es el de Revilla, que para más inri tiene apellido de marca de chorizo español de toda la vida, todo un clásico en nuestros bocatas... y en la oligarquía falangista que sigue mandando, incluso con la complicidad de sus víctimas. Revilla dice que su pasado lo conoce todo el mundo, aunque más allá de su querida Cantabria, pocos saben que fue un aplicado esbirro falangista. Resulta curioso que quienes sean los que han abierto el cajón de mierda reservado para Revilla, sean sus propios camaradas de fascio, los de 13 TV "denuncian" que los podemitas, junto al PSOE, han dado el poder a un falangista, ironías de la vida. Hasta ahora se sabía, al menos por quienes se molestan un poco en saber, que Revilla tenía un oscuro pasado de facha recalcitrante; que no era un mero trabajador, que vivía muy bien gracias a los servicios prestados al criminal de la gorra. Pero sus camaradas de fascio tenían guardados unos antiguos recortes de periódicos en los que Revilla aparece claramente como un fiel servidor del Estado totalitario franquista, una prueba irrefutable incluso para la compulsiva berborrea de Revilla.
No es extraño que Revilla se muestre como reconciliador de tirios y troyanos, que haga uso del populismo más arrabalero y casposo o que babee ante la foto del Borbón de turno y besara el suelo que pisaba Botín, ya que precisamente esa era la manera de actuar de los falangistas; solidaridad trocada en asquerosa caridad y orden impuesto por la violencia, con un militar al mando de todos los ejércitos, ya sea un dictador o el Borbón que toque. Quien fuera pieza del engranaje de la picadora estatal franquista, cuenta ahora con el apoyo del PSOE y Podemos, ha conseguido lo que su querido José Antonio quiso alcanzar; unir izquierdas y derechas dentro de un régimen de criminal orden burgués y con los militares bajo el único mando del rey.
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