Terror y miseria del III Reich. Bertolt Brecht [epub]



A pesar de la militancia a favor de la causa bolchevique, este es un libro imprescindible para conocer la realidad alemana con los nazis en el Poder. Brecht nos describe magistralmente el ambiente de violencia y sinrazón en el que los nazis lograron primero imponerse para después ser aceptados por una gran mayoría de alemanes. Los cuadros que dibuja Brecht con palabras, se convierten en vívidas imágenes en nuestro cerebro al leer estas palabras escritas por un testigo de primera línea y con su capacidad intelectual y descriptiva. 


AL SERVICIO DEL PUEBLO

Aquí están ya los guardianes,
Los soplones y rufianes
Sirviendo al pueblo con celo.
Los que oprimen y trituran,
Los que azotan y torturan.

Con el máximo desvelo. Campo de concentración de Oranienburg, 1934. Un pequeño patio entre las paredes de las barracas. Antes de que se ilumine la escena, se oyen latigazos. Luego se ve a un hombre de la SA azotando a un detenido. Al fondo está un jefe de grupo de la SA, fumando, de espaldas a la escena. Luego sale.

EL HOMBRE DE LA SA, cansado, se sienta en un tonel: Sigue trabajando. El detenido se levanta del suelo y comienza a limpiar las letrinas con movimientos nerviosos.

¿Por qué no puedes decir que no, so cerdo, cuando te preguntan si eres comunista? A ti te dan una paliza y yo me pierdo la salida, hecho polvo como estoy. ¿Por qué no se lo encargan a Klapproth? A él le divierte. Si ese chulo de putas vuelve a aparecer —escucha—, coges el látigo y te pones a dar golpes en el suelo, ¿entendido?

EL DETENIDO: Sí, jete.

EL HOMBRE DE LA SA: ¡Cuidado! Fuera se oyen pasos, y él hombre de la SA señala el látigo. 

El detenido lo coge y da latigazos en el suelo. Como el ruido no suena auténtico, el hombre de la SA señala perezosamente un cesto que hay al lado, y el detenido empieza a golpear en él. Los pasos de fuera se detienen. El hombre de la SA, nervioso, se levanta rápidamente y azota al detenido.

EL DETENIDO, en voz baja: En el vientre no. El hombre de la SA le azota el trasero. El jefe de grupo de la SA se asoma. 

EL JEFE DE GRUPO DE LA SA: Dale en el vientre. El hombre de la SA azota al detenido en el vientre.



LA DELACIÓN

Ahí vienen delatores que, sin tino
Cavaron la fosa de su vecino
Y saben que lo sabemos.
¿Tal vez la calle lo olvide?
No duermen: nadie lo impide.

Algún día los tendremos. Breslau, 1933. Un piso de pequeños burgueses. Una mujer y un hombre, de pie junto a la puerta, escuchan. Están muy pálidos.

LA MUJER: Ahora están abajo.

EL HOMBRE: Todavía no.

LA MUJER: Han roto la barandilla. Estaba ya sin conocimiento cuando lo sacaron del piso arrastrando.

EL HOMBRE: Yo sólo dije que no era aquí donde se escuchaba en la radio emisiones extranjeras.

LA MUJER: Sólo dijiste eso.

EL HOMBRE: No dije nada más.

LA MUJER: No me mires así. Si no dijiste nada más, es que no dijiste nada más.

EL HOMBRE: Eso digo yo.

LA MUJER: ¿Por qué no vas a la comisaría y dices que no tuvieron visitas el sábado?

Pausa.

EL HOMBRE: No voy a ir a la comisaría. Lo han tratado como bestias.

LA MUJER: Le está bien empleado. ¿Por qué se mete en política?

EL HOMBRE: No hubieran tenido que romperle la chaqueta. No era para tanto.

LA MUJER: La chaqueta es lo de menos.

EL HOMBRE: No hubieran tenido que rompérsela.



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