Crímenes del Aguaucho. La mayor matanza franquista contra las mujeres libres

 

 
 
"Se llevaron a las más nuevas". En voz baja, envuelta en oscuridad y miedo, esta frase se ha repetido durante décadas entre los más viejos del lugar, que se referían así a aquellas jóvenes que fueron torturadas, violadas, asesinadas y sus cuerpos arrojados a un pozo, a manos de franquistas. Esas víctimas, y todas hasta sumar los 116 asesinatos cometidos por los rebeldes en la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía, quedan ahora homenajeadas con la inauguración de un monumento en su memoria, enclavado en el parque Luchadores por la Libertad.
 
Asesinadas por los padres y abuelos de los que hoy gobiernan

El crimen se cometió el 27 de agosto de 1936. Varias personas del bando franquista secuestraron a María León Becerril, la mayor del grupo con 22 años, junto a María Jesús Caro González, Joaquina Lora Muñoz y Josefa García Lora, todas ellas con 18 años. También a la hermana de esta última, Coral García Lora, de solo 16 años.
 
Las montaron en un camión y se dirigieron al pueblo vecino de La Campana, aunque detuvieron su camino en la finca conocida como El Aguaucho. Allí las obligaron a bajar, hacerles de comer, cantar y bailar mientras sus captores las insultaban y amenazaban, bebían y se emborrachaban… Hasta que, al atardecer, estos se pasearon de nuevo por las calles fontaniegas, ahítos de venganza y sin las jóvenes, aunque sí con su ropa interior, que enarbolaban como banderas ensartadas en las puntas de sus fusiles y escopetas.
 

El paso de los años no ha evitado la transmisión oral del asesinato múltiple. El historiador José Moreno publicó por primera vez la historia de las "Niñas de El Aguaucho" en 1999 en su libro  "Fuentes de Andalucía. Crónicas del siglo XX". Cuenta que conoció el suceso mientras indagaba la memoria histórica fontaniega, "de primera mano, por personas que tenían edad suficiente para haber vivido aquella época", que referían el ensañamiento con las jóvenes. "Se llevaron a las más nuevas", le decían.

Fuentes, como muchos otros pueblos sevillanos, cayó en manos fascistas prácticamente sin resistencia. No hubo guerra, "ni se atentó contra la vida de nadie" ni hubo "dominio rojo" de ninguna clase, como recoge en "Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1963)" el escritor e investigador José María García Márquez. Sin embargo, sí se produjeron fusilamientos. De los 116 fontaniegos asesinados –103 inscritos en el Registro Civil, con la anotación de "la guerra" como motivo de fallecimiento– 27 eran mujeres, en una villa que en el '36 tenía poco más de 8.400 habitantes.
 
Ni olvidamos, ni perdonamos

"La represión a las mujeres fue doble", explica García Márquez, "de una parte a todas aquellas que se significaron política o sindicalmente y, por otra, fueron muchas a las que asesinaron solo por ser mujer, madre, hija o novia de izquierdistas que no capturaron". Aunque hubo también, apunta, "asesinatos de represalias directas, como pasó en  Guillena, o casos donde los crímenes se sucedieron a abusos sexuales, caso de Brenes o Fuentes, por ejemplo".

Los nombres y apellidos de los autores de los crímenes de Fuentes de Andalucía –de los muchos que hubo y no sólo de El Aguaucho– no se reflejan en ninguna publicación, aunque están en la mente de muchos. Virtudes Ávila (78 años) no olvida que le robaron una infancia familiar, ya que cuando tenía año y medio los golpistas fusilaron a su padre, que era teniente de alcalde, y dos meses después hicieron lo mismo con su madre, sin apiadarse de que estaba embarazada de ocho meses.

Para colmo, no dejaron que sus tías se hicieran cargo de ella y la internaron en un convento, donde las monjas le cambiaron el nombre. "Me bautizaron como Angelitas, porque eran de Sor Ángela de la Cruz, y me enseñaron a coser, a rezar y a pedir dinero", nos dice. No como a las alumnas de pago, educadas para ser señoritas. Las huérfanas de los ‘rojos' sólo podían ser sirvientas. "Una monja que me quería mucho me dijo: mira Angelita, esos muebles que nos han traído al convento eran de tus padres. Y es que no sólo se llevaron sus vidas; la casa se la quedó entera el criminal más grande que había en el pueblo", dice Virtudes sin mentar su nombre, el miedo aún deja mella.
 

Hay ejemplos de la brutalidad ejercida por los golpistas como "la caza del hombre" que detalla José Moreno, en la que iban "quemando los chozos de los que vivían en el campo". El caso de la familia Medrano, en la que encarcelan a los padres y matan a tres de los cuatro hijos del matrimonio (de 17, 18 y 20 años de edad), menos a uno que cuenta con ocho años y al que los asesinos abandonan en mitad del campo. O el de Virtudes Ávila, hija del concejal comunista fusilado Francisco Ávila, que ha luchado toda su vida por recuperar "la dignidad de sus padres" y recibió el reconocimiento de la Junta de Andalucía el pasado 28 de febrero, día de la autonomía andaluza.

La mayor parte de la información de la violencia ejercida aparece en los escritos oficiales que la Guardia Civil remitió a la Jefatura Nacional de Seguridad, ahora recogidos en el Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo (ATMTS) de Sevilla. Ahí, además de los nombres de los asesinados, quedaron escritos también el de los criminales. Caso del que fuese alcalde fontaniego Luis Conde Herce, justamente muerto en un ataque a la resistencia en Peñaflor, y su hijo Luis Conde Soto, jefe local de Falange. Y el sucesor de ambos, José Rodríguez-Moya Picornell, que aglutinó el cargo de primer edil y el de responsable falangista, y no dudó en aportar las fotografías que, con una cámara Kodak, tomó durante la anterior manifestación del 1º de mayo para así identificar a muchos de los que luego fueron pasados por las armas.
 
Monumento Fuentes de Andalucía en recuerdo a las "Niñas del Aguacho"

Se ha levantado un monumento por el recuerdo de estas víctimas inocentes y el de sus verdugos fascistas, es obra del escultor Francisco Parra y evoca un pozo invertido por el que varias palomas emprenden vuelo. El monumento está dedicado a las mujeres asesinadas en El Aguaucho y a la memoria de todas las víctimas fontaniegas del fascismo, casi 77 años después de aquellos sucesos. Se trata de una obra de acero que se eleva hasta 10 metros de altura, "como un pozo hacia la vida" en palabras de Juan Morillo. El escultor Paco Parra asegura que no ha sentido ni disfrutado más que realizando esta obra, pese a sus veinte años de experiencia artística. Parra recuerda su inspiración cuando se lo propusieron: "Pensé en humedad, en libertad y en acero representándolo: un pozo invertido y palomas en su extremo fueron las figuras que afloraron en mi mente".


Está promovido por la Comisión Memoria Histórica Democrática de Fuentes de Andalucía, formada por el Ayuntamiento local, familiares de las víctimas, partidos, sindicatos y asociaciones memorialistas, que se formó hace dos años para "divulgar la historia de la represión" en la localidad y "reivindicar la memoria y los ideales de las víctimas", refiere Juan Morillo, uno de sus responsables. Una etapa que quedaría concluida con la inauguración de la obra para dar paso, "puede ser", a partir del próximo otoño "a la tarea de las exhumaciones" de las cinco niñas de El Aguaucho. Para que sus muertes no queden en el olvido y que su recuerdo nos sirva de aviso sobre lo que hicieron los abuelos y padres de los que aún hoy siguen mandando y robando, para que comprendamos con quienes nos jugamos los cuartos y hasta donde están dispuestos a llegar con tal de perpetuar sus privilegios, para que no volvamos a permitir la victoria de los ladrones de siempre, nuestras vidas nos van en ello, siguen siendo igual de retrógrados y asesinos por mucho que sonrían constantemente y quieran aparentar honorabilidad y credibilidad.

Tantas historias de intensa represión derechista han dejado huella profunda en la configuración sociológica de Fuentes de Andalucía, sin duda una de los pueblos más de "izquierdas" de Andalucía y de España. De sus 15 concejales, 7 son de una escisión de IU –alcalde incluido–, otros 7 del PSOE y tan sólo uno pertenece al PP. Es un pueblo de gran compromiso memorialista, como se demuestra en que hace dos años se constituyó una comisión unitaria. Juan Morillo, su portavoz, se jacta de esa fuerte afición por la memoria histórica: "No es una asociación de memoria histórica al uso, es una comisión unitaria en la que están representadas todas las instancias del pueblo, desde el ayuntamiento, los pensionistas, los partidos, los sindicatos, los clubs deportivos, etc. Todos menos la Iglesia y la derecha. Además, es muy importante que en la comisión estén los hijos y los nietos de los dos bandos de la guerra".
 
En dos años de funcionamiento de la Comisión por la Memoria Histórica Fontaniega se han impulsado multitud de actividades, como un gran festival musical y cultural para recaudar fondos y el estreno de una obra de teatro titulada "El Romance de El Aguaucho" escrita por Juan Morillo en recuerdo de aquel imborrable episodio de ignominia. El grupo de teatro amateur El Gallo Rojo ya ha sumado más de 40 representaciones por toda la provincia de Sevilla, pero sus actores confiesan "sentir la misma angustia, tristeza y pena" cada vez que salen al escenario.

Fuentes:
 

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