Memoria o miseria



Quien controla el pasado controla el futuro y quien controla el presente controla el pasado.

G. ORWELL

Se repatrían los colaboradores de los nazis (incluso con honores en algunos casos), los caídos luchando por la gloria de Hitler, descerebrados que ofrecían su vida para combatir una dictadura, la bolchevique, en nombre de otra igualmente sanguinaria y deshumanizada, el III Reich. Esta gentuza acudió voluntariamente a esa carnicería que fue el frente Alemán-Soviético, se ganaron la muerte a pulso. Sin embargo, no existe posibilidad alguna de sacar de las cunetas a los asesinados por los demonios falangistas que nutrieron las filas de la infame División Azul. Mientras que el fascismo fue derrotado en toda Europa, aquí, en nuestra tierra, siguió imperando cuarenta años más... y después otros cuarenta disfrazado de centrismo y socialdemocracia. Sólo hay que darse un paseo por las calles de nuestros pueblos y ciudades para comprobar como los asesinos son tratados a la manera de próceres del país en pleno S. XXI. 

El general Agustín Muñoz Grandes fue condecorado con las Hojas de Roble de la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro por el régimen nazi en Alemania el otoño de 1942, y su nombre es recordado en las calles de la capital de nuestro país, así como la División Azul; piara infecta salida de las peores pocilgas de nuestra tierra y que fue a morir por nada en los páramos invernales de Rusia. La parte de esta ralea que sobrevivió al crudo invierno ruso y a la máquina de guerra stalinista, al llegar de vuelta a España fue tratada con los más altos honores y se les concedieron subsidios y trabajos acordes a su "heroicidad". Incluso algunos llegaron a ser verdugos del régimen, literalmente, los que giraban la tuerca del garrote vil con sus propias manos, véanse el verdugo de Sevilla y Granada entre otros ejemplos claramente ilustrativos.

Tres de los últimos verdugos de España, los tres fueron voluntarios de la División Azul

La tímida ley llamada de Memoria Histórica es poco más que una broma para Rajoy, por eso se jacta de no haber destinado ni un euro a la misma. Curiosa manera de proceder en alguien que supedita todo al imperio de la ley, según que ley claro, hipocresía típica de los ultracatólicos, mamada desde la cuna. Después de Camboya somos el país con más personas desaparecidas y enterradas en no se sabe donde, pero resulta que somos un país democrático y moderno, los antiguos son los que exigen pensiones dignas (según Montoro). Da que pensar, Rajoy, un hijo de juez franquista, hijo de un verdugo del régimen ultracatólico y fascista, no quiere que se conozca realmente la Historia de España. Por más que intenten lavar su conciencia confesando al cura lo que creen conveniente y mostrando un poco de sucia caridad de vez en cuando, saben que sus fortunas tienen los cimientos construidos sobre un mar de sangre. Aunque carezcan de la empatía propia de las buenas personas y adolezcan de las mismas taras cerebrales que sus progenitores y antepasados, además de mostrarse siempre prestos a hacer gala de su mala baba genética; la verdad termina por imponerse más tarde o más temprano, y aunque en nuestro caso puede que sea demasiado tarde, más vale tarde que nunca. 

Desde 1977 se ha tratado de maquillar la sangría que sufrió lo mejor de nuestra tierra a manos de la represión franquista. Desde entonces hasta ahora nunca han faltado perros de prensa o pseudohistoriadores bien pagados que intentan enterrar otra vez a quienes asesinaron sus defendidos. Forma parte de la lógica humana que muchos de los políticos del PPSOE se avergüenzen de su ascendencia familiar y el origen de su actual vida regalada. Pero también forma parte de la lógica humana el deseo de justicia, reparación y verdad... y en esas estamos desde hace 40 años. Os dejo un extracto del libro "Violencia roja y azul" en el que el historiador Francisco Espinosa Maestre nos recuerda como ya en los prolegómenos de la actual "democracia" se intentó hacer creer que fueron los rojos quienes más asesinaron. Burdamente, como es sello de la casa en todo fascista redomado, el general Salas Larrazábal cuadra el círculo por mor de sus cojones castrenses. Veamos:

Francisco Espinosa Maestre

<<Es muy probable que de no haber existido por parte de algunos el firme propósito de que el terror fascista no quedara silenciado y olvidado para siempre, a estas alturas estaríamos aún manejando las cifras exactas que el general Salas Larrazábal nos dejó en 1977 como herencia de lo que fue la historiografía franquista que él tan elegantemente personificaba. Así, con aquella bien presentada mistificación, verdadera orgía de números, porcentajes y técnicas de voleo y progresión, quiso dejar resuelto de un plumazo tan vidrioso asunto. Resulta un misterio saber cómo se movió en aquel marasmo estadístico para que, sin caer en las absurdas cifras que la propaganda e incluso el propio Franco mantuvieron durante mucho tiempo, en el resultado final los buenos siguiesen siendo buenos y los malos, malos. Es decir, los «nacionales» acabaron con 57 808 y los «gubernamentales» con 72 337.

Cuando se le advirtió, como ocurrió con motivo de unas jornadas celebradas en Córdoba en 1986, acerca de qué pasaba con la represión no inscrita y, por tanto, no controlada por su fuente básica y única, el INE, el general se limitó a decir que cuando falta gente por inscribir en una localidad lo único que podemos decir es que no están allí inscritos, no que no han sido inscritos, ya que lo pueden haber sido en cualquier otro lugar. O sea que, según esta absurda teoría, no cabría afirmar que alguien no ha sido inscrito hasta que fueran investigados no sólo todos los libros de defunciones de una localidad concreta desde el 36 a la actualidad, sino los registros civiles de todo el país. En cualquier caso Salas Larrazábal afirmaba, convencido, que la represión no inscrita nunca superaría el 10% de los inscritos. Dado el estado de la investigación se podía permitir decir esto.

El general murió en 1993, cuando ya existían pruebas contundentes de que no tenía razón, como por ejemplo aquel libro de 1984 del colectivo navarro AFAN titulado ¡¡No, general!! Fueron más de tres mil los asesinados. Le hubiera bastado con cualquiera de las investigaciones provinciales que se realizaron desde los ochenta para percibir que lo que afirmaba era solamente válido, y no siempre, a partir de la puesta en marcha a comienzos de 1937 de la maquinaria judicial militar y los consejos de guerra sumarísimos de urgencia. Ése fue también el momento en que por orden militar los presos existentes en los depósitos municipales pasaron a depender de las Auditorías de Guerra.

¿Ignoraba estas cosas tan básicas Salas?

Lo que el general parece que no tuvo en cuenta es que el instrumento utilizado por los golpistas para imponerse por el terror desde el 17 de julio hasta principios de 1937 fueron los «bandos de guerra». ¿No sabía acaso que sus colegas militares y guardias civiles llevaban un recuento, éste sí bastante exacto, de todas las personas que estaban siendo asesinadas? ¿Desconocía que los responsables de la desaparición de miles de personas por bando de guerra no pasaban comunicación alguna ni a las familias de los afectados ni a los registros civiles? ¿No se percató en su análisis de los datos del INE de que el goteo de inscripciones relacionadas con la represión se prolongó a partir de la aprobación del decreto 67 de noviembre de 1936 sobre inscripción de desaparecidos a lo largo de los años cuarenta y cincuenta, disminuyó, sin desaparecer, en los sesenta y rebrotó a fines de los setenta con la Ley de Pensiones de Guerra? Por último, ¿no le hubiera resultado más fácil acudir, en vez de al INE, a sus amigos militares y guardias civiles para que le informaran de los verdaderos efectos de la represión? Si alguien como Pemán pudo hacerlo, ¿por qué no él?

La verdad es que resulta difícil de creer y de admitir tanta ignorancia. Todo esto le podría haber orientado sobre la gravedad del problema pero, por la razón que fuera, optó por eludirlo concentrando sus energías en demostrar que, pese a todo y aunque los franquistas tampoco lo hicieron mal, mataron más los rojos. Para la época era un mensaje que encajaba bien: se bajaban las cifras infladas que se habían manejado hasta entonces, se reconocía que los «nacionales» mataron más de lo que jamás habían reconocido y se seguía manteniendo una cifra considerablemente más alta para el terror rojo. En definitiva, la operación respondía al viejo lema gatopardesco sobre la conveniencia de cambiar algo para que todo siga igual.

También hay que tener en cuenta otra cosa. Era previsible lo que se avecinaba y había que salvar los restos del naufragio. Ésa fue la tarea de Salas, todavía reconocida por los herederos de la historiografía franquista. Lo que se avecinaba era simplemente la gente queriendo saber. Y fue aquí donde empezaron los problemas y se vieron las consecuencias del pacto del olvido y de la amnistía del 77. 

Los archivos militares eran aún un mundo cerrado y para los demás hacían falta los permisos de las más altas instancias: de la Dirección General de Registros para los libros de defunciones de los juzgados y de la Fiscalía General del Estado para la Causa General. Para acceder al Servicio Histórico Militar, por ejemplo, fondo clave para cualquier investigación sobre la sublevación convertido por la dictadura en coto privado de los historiadores franquistas, se requería un aval de un militar o un personaje ilustre. Por supuesto los archivos de las capitanías y los fondos judiciales militares era como si no existieran. Mientras tanto, los únicos que podían haber cambiado esa situación, los responsables de Cultura de los tiempos de la UCD y el PSOE, miraban para otro lado, como si no fuera con ellos o, simplemente, ni siquiera eran conscientes del estado anómalo en que seguía el patrimonio documental pese a haber pasado de la dictadura a la democracia. La mejor prueba de ello es que, en más de treinta años y a veinticinco de la Ley de Patrimonio Documental de 1985, nadie haya tenido tiempo de preparar una ley de archivos.">>

                                                                                   F. Espinosa Maestre. (Violencia roja y azul)


<<… Franco fue mucho más respetuoso con la legalidad republicana que los republicanos. Mi conclusión es que la Guerra Civil se produjo porque existía un peligro revolucionario y no un peligro fascista.>> Pío Moa

El neo-revisionismo se nos muestra igualmente burdo y falto de pudor que siempre. Puesto que al público que van dirigidos los rebuznos trasladados al papel que asiduamente publica Pio Moa no le importa la verdad en absoluto. Este hijo de falangista y que se hizo terrorista comunista, siempre gustó del autoritarismo; ya que de adorar a Stalin hasta defender la dictadura católico-fascista española tampoco hay que recorrer mucho camino, el del servilismo propio de sabandijas humanas. Para este tipo de espécimen humano no existe más camino que el de servir a alguien, a ser posible el que mejor pague.

Su conclusión, no lo que el piensa o cree, no, su conclusión. La conclusión de un terrorista verbal que antes lo fue material. El PCE consiguió el 4% del censo electoral en febrero del 36, pero sin embargo existía peligro de bolchevización en España. Azaña era más burgués que Rockefeller y más conservador que Cánovas, pero existía peligro de ateísmo masón. En el primer gobierno creado tras las elecciones del 36 sólo habían burgueses, la república era una república burguesa. Pero la reacción cavernaria, carpetovetónica y ultracatólica odiaba igualmente a socialistas que a liberales. Sólo les interesaba hacer borrón y cuenta nueva para transportarnos a la Edad Media. Después, una vez muerto en su cama el dictador, nos impusieron a un rey raptado a su padre desde tierna infancia para ser moldeado según el capricho del sibilino sátrapa, terminando la dictadura al modo de las intrigas palaciegas del medievo, con un hijo usurpando el trono de su padre. Como Dios manda. 

Ni Pío Moa es historiador ni sus libros son de Historia. Abordar su propaganda desde la crítica histórica constituye un error y una pérdida de tiempo, un ejercicio inútil que sólo contribuye a darle importancia a quien nunca fue más que un mercenario a sueldo. Al autor de moda entre los rancios de España y que siempre encuentra editores le importan muy poco la realidad de La Matanza de Badajoz. Lo único que pretende, como él mismo reconoce, es evitar que la actual derecha sea «identificada como producto de aquella derecha extraordinariamente criminal» (según las campañas de la izquierda) y liberar a esa misma derecha del «continuo chantaje moral y político» al que ese pasado permite someterla. Para ello —y ésa es la misión bien pagada de Moa— hay que limpiar la memoria de la derecha y emponzoñar la de la izquierda. 

Moa y Cía. representan la respuesta que la derecha en el poder da al movimiento de recuperación de la memoria surgido en torno a 1996-97 en el momento en que el PSOE, ajeno hasta entonces a estas cuestiones, se suma a estas iniciativas, justo cuando pierde el Poder en 1996. El Partido Socialista captó la demanda social y comprendió que la memoria histórica podía serle rentable políticamente, y el PP, consciente del daño que le podía hacer la rememoración de la dictadura desde sus orígenes, decidió contraatacar recuperando su memoria y convirtiéndola en instrumento de lucha política. Parece que este país carece en la actualidad de la dignidad que en los años 30 fue ejemplo para to@s l@s trabajador@s del mundo y que en la actualidad todo se reduce a un espúreo y bastardo interés partidista y monetario.

A buenas horas se le ocurre al PSOE acordarse de l@s trabajador@s muert@s a manos del fascismo internacional, en muchos casos de su propio partido. Claro que el PSOE es tan parecido al PSOE de los años 30 como puede serlo un polluelo con respecto al huevo del que nació. Que el PP intente tapar la verdad es algo genético, pero que el PSOE nunca se haya molestado por recuperar nuestra memoria hasta que perdió el Poder por corrupto e impostor, es algo que no debe olvidarse. Bono, Chávez o Griñán entre muchos otros, no son más que cachorros del régimen, hijos de prebostes franquistas. De obreros y socialistas tienen menos que yo de monaguillo.

Jose María García Márquez
Jose María García Márquez expone en el libro Violencia Roja y Azul como los represores fascistas ocultaban sus crímenes de lesa humanidad desde el mismo momento en que fueron perpetrados. En Sevilla, ciudad que cayó en pocos días, la represión se empleó a fondo sin necesidad de ello. En Sevilla no existió guerra civil, sólo ocupación militar por parte de un ejército criminal que traicionó lo que prometió con la mano puesta sobre su "sagrada" Biblia. Veamos:

<<Según la información que se nos proporcionó la primera investigación que se llevó a cabo sobre la represión en la ciudad de Sevilla, entre el 18 de julio y el 31 de diciembre de 1936, se produjeron 2971 enterramientos innominados en la fosa común. Unos años después, una nueva investigación nos aportó las inscripciones que se habían realizado en el Registro Civil de la capital en relación con la represión. Pues bien, si analizamos los datos que ofrece este registro comprobamos que solamente 97 de esos 2971 fueron inscritos en el mismo año 1936. La cifra, por sí sola, expresa bien el ocultamiento de la matanza llevada a cabo por los sublevados. Pero incluso esa cifra de 97 inscritos tiene una segunda lectura, ya que 44 de ellos lo fueron por ser miembros de la columna minera destrozada el 19 de julio de 1936 a consecuencia de la traición de la Guardia Civil, juzgados en consejo de guerra público y ejecutados en pleno día en diferentes puntos clave de la ciudad. De modo que fue por esta razón, por pasar por un consejo de guerra al que se dio amplia cobertura periodística y que buscaba amedrentar a los contrarios al golpe, por lo que se procedió a su inscripción en el Registro Civil tras su eliminación.

Por lo que respecta a los libros de enterramientos y al movimiento de las fosas comunes de los cementerios —hasta la fecha y según las investigaciones locales que se llevan a cabo— de los 101 pueblos que tenía entonces la provincia de Sevilla tan sólo han aparecido referencias en tres de ellos. En cuanto a los archivos municipales el panorama, en general, es desolador. Mientras que en algunos, los menos, se ha conservado alguna valiosa documentación sobre la represión, aunque escasa, en la mayoría se observa un auténtico saqueo, lo que unido a la desidia hace que en muchos pueblos los investigadores locales se encuentren con dificultades insalvables para llevar a cabo un intento de reconstrucción de lo ocurrido en ellos a partir del 18 de julio.

En estas condiciones es, por tanto, prácticamente imposible que la investigación sobre la represión causada por los «bandos de guerra» pueda desarrollarse con normalidad. De ahí que, cada vez más, los archivos judiciales militares se hayan convertido en una fuente documental imprescindible para el estudio de la represión y para demostrar de manera fehaciente la ocultación que se practicó desde el primer momento.

El 26 de octubre de 1936 fuerzas de la Guardia Civil de varios pueblos a las que se unieron derechistas locales dieron una batida en los alrededores de Guillena que acabó con la vida de veintidós personas. No hay noticia de que los huidos llevasen armas, pero uno de ellos tenía en el bolsillo 53,45 pesetas. Y fue precisamente la entrega de esta cantidad a las autoridades militares la que provocó que la Auditoría abriese diligencias por «incautación a un marxista muerto». Así fue como quedó constancia de esta carnicería, cuyas víctimas nunca fueron inscritas en ningún registro y de las que se ignora incluso dónde fueron enterradas. Aquí tenemos cómo una circunstancia fortuita, destino de los diez duros, ha desvelado a la investigación un crimen oculto del que desapareció todo rastro documental.">>                                                                                                                                                          J. María García Márquez                                                             (Violencia roja y azul)



La impunidad del terror fascista es el sello de la transición española. Sólo podemos conocer la verdad a medias y a través de indicios, puesto que las pruebas fueron sañudamente borradas, como los discos duros del PP. Pasamos de una dictadura negadora de toda inteligencia a una democracia homologada por los países europeos pero terriblemente contaminada por la amenaza constante de involución. Una España en la que siempre mandan los mismos y siempre pagan los mismos. Los herederos directos franquistas nunca reconocerán los crímenes perpetrados por criminales que decían vociferar por boca de td@s l@s español@s aunque solamente les importase su propio beneficio.

La derecha española, o mejor dicho la oligarquía centenaria de nuestra tierra, ya no tiene reparos en mostrar su verdadero rostro, puesto que se siente apoyada en las urnas a pesar de los repetidos atentados cometidos y de todo lo robado y golpeado. Ningún partido gana con la "mayoría" con la que lo hizo Rajoy sin tener amplios apoyos entre sectores obreros, ninguno. La única verdad que dijo Franco en su arrastrada vida fue "Mi mayor monumento para la posteridad no será el Valle de los Caídos, lo será la clase media española". Y así ha sido desde que por fin dejó de respirar y matar. 

No hace muchos años era raro que las personas trabajadoras mostraran públicamente su apoyo a los meapilas del Partido Pecaminoso, se sentían avergonzados a la par que de clase media. Se preguntaban, ¿es que tengo que pedir perdón porque me vaya mejor en la vida que al vecino?, pues no, voto al PP simplemente porque él me asegura que pagaré menos impuestos.  En este país de paletos analfabetos con título de todólogos, basta con que un obrero gane más que el vecino o con que tenga una gorra para creerse por encima del resto de los mortales que tienen que ganarse el pan con el sudor de su frente al igual que él mismo, como al parecer nos condenó el primer patrón, Dios.

El auténtico cáncer de España

El rey y su padre se dicen reyes de tod@s l@s español@s, pero nunca han movido ni un dedo a favor de aquell@s español@s enterrad@s en las cunetas de nuestra tierra, ni un sólo dedo. Es más, nunca se les ha escuchado decir una palabra al respecto, ni para bien ni para mal, ni a él ni a su padre; los muertos a manos del fascismo patrio e internacional parece ser que no son español@s a ojos de los Borbones. Es cosa lógica que los Borbones no quieran remover la podredumbre en la que está basada su poder. Y mucho más lógico que quienes no quieren ningún rey impuesto por un dictador luchen por derrocarlo, ya que los Borbones son el verdadero nudo gordiano de aquello que tan bien atado dejó el Cabronsísimo.

Como ven, no existe más que vacío ético en quienes van por la vida de honorables servidores de la patria. Nunca aceptarán la verdad, y cuando aceptan algunas cifras por incontestables, recurren a aquello de que fue una guerra donde todos dejaron parte de su sangre a la par que hoy muestran la misma mala baba que sus antepasados criminales. El fascismo ha llegado a alcanzar el 14% de representación en el parlamento alemán, ¿qué puede pasar en un país como el nuestro en el que nunca se ha llevado a cabo la adecuada pedagogía para vacunarse de semejante degeneración humana? Un país sin memoria sólo puede aspirar a la miseria ética, social y económica. Sin memoria nunca aspiraremos más que a la miseria.





No hay comentarios: