Bueno, pues ya estamos en el 2015, nada que ver con las películas de ciencia ficción de los '80 y '70 ¿verdad? A pesar del nivel tecnológico que hemos alcanzado, el hambre, la pobreza y la miseria más absoluta sigue reinando para más de 1/3 de la población mundial, incluso amenaza con extenderse a los llamados países del primer mundo. Hemos puesto el pie en la Luna y estamos a pocos años de ponerlo también en Marte, nuestro cerebro es una maravilla capaz de conseguir esos logros, sin embargo, en nuestra tierra diariamente mueren personas por falta de atención médica, no porque su enfermedad sea incurable, como es el caso de los enfermos de Hepatitis C. Miles de años de acervo cultural, de aprendizaje a través de la paciente observación y la perseverante dedicación, nos han sido arrebatados por quienes solamente viven bien si están por encima de los demás.
La ciencia y la tecnología existente en nuestros días no calló del cielo, es el fruto de miles de años de trabajo abnegado, el legado de nuestros ancestros, pero actualmente, toda esa herencia de la Humanidad es vendida al mejor postor a cambio de una patente, incluso ya se están atreviendo a patentar plantas. No sólo hacen negocio con nuestra herencia común, también quieren convertir en mercancía todo lo que Gaia nos ha dado tras 3.800 millones de años de evolución.
Somos capaces de crear la melodía más sublime, la máquina más eficiente o albergar los sentimientos más puros, pero a la misma vez, muchos de nuestros congéneres no son más que depredadores de su propia especie y todo bicho que se menee en el planeta. Todos estos siglos de imposición católica, islámica, judía, budista, hindú o de cualquier otra religión que solamente sirva para situar a unos sobre otros, no han conseguido más que pervertir el alma de casi toda la Humanidad, excepto donde sus garras nunca pudieron llegar, los pueblos indígenas de las selvas amazónicas, los esquimales o los aborígenes australianos, aunque todos ellos se encuentran en grave peligro de desaparecer. Con ellos desaparecerá toda una sabiduría acumulada durante milenios.
Estos pueblos que los occidentales llaman salvajes despectivamente, son lo poco que le queda de dignidad a la especie humana, si desaparecen habremos perdido los pocos lazos que aún nos unen a nuestra tierra. Para ellos la religión es espiritualidad; respeto a los ríos de los que beben, a los animales de los que comen, a la naturaleza que los mantiene vivos, es sabiduría en pocas palabras. Ellos son la especie humana en su estado más puro, antes que la "civilización", la prepotencia y la religión nos robara nuestra auténtica condición, ser un habitante más del planeta y usar nuestra inteligencia en nuestro provecho siempre que ello no signifique sacrificar todo lo heredado tras millones de años de evolución, dejando sólo un rastro de muerte a cambio.
Siglos, miles de años en algunos casos, de religión promovida por los de arriba, nos han traído a la actual moral del S. XXI, una moral que apesta a cadáver. Ya sean nuestros curas trabuqueros que paseaban al Cabronsísimo bajo palio, los gurús de la India que ven cosa del orden cósmico eso de las castas, imanes que prometen un paraíso lleno de vírgenes complacientes a quien se ponga una bomba al cinto, rabinos con ridículos tirabuzones impartiendo odio, o lamas sanguinjuelas del sufrido pueblo tibetano, todos usan la ignorancia ajena en su propio benefecio y servicio. Una moral impuesta por la violencia, que nunca quiso convencer, bastaba con vencer; pero ese ser deforme que los curas, imanes, gurús, rabinos o lamas amamantan y llaman grandilocuentemente Fe tiene ya poca base donde apoyarse. El problema está en que si no pueden engañar, vuelvan a recurrir a lo que mejor saben hacer, imponerse a través de la violencia gracias a sus incalculables fortunas acumuladas tras siglos de latrocinio impune.
La religión es el mayor de los venenos parido por mente humana, nada que ver con la espiritualidad, cosa intrínseca de nuestra especie. Las religiones que mantienen a una casta de elegidos por el Dedo de Dios por encima de quienes no tienen ese trato de favor, solamente fueron creadas para eso, para mantener a unos sobre y otros y que todo resultase de lo más normal, para hacer ver que lo lógico es que ocurra así y no lo contrario. La Historia nos enseña que eso del neolenguaje que Orwell nos describe en su genial obra 1984, tiene sus orígenes miles de años atrás, que no tiene nada de nuevo, aunque en nuestros días el lenguaje es mucho más rico en matices y por lo tanto se adapta mejor a lo que convenga a los que mandan, que para eso ellos editan el Real Diccionario de la Academia Española.
Símbolos de odio |
Por lo tanto, una moral que se estime como tal, nunca podrá nacer de la imposición, a manos del engaño más miserable o directamente la agresión hacia el no creyente, eso nunca puede ni podrá ser llamado moral. La moral es lo que impide al ser humano ser lobo para sus hermanos, lo que le impulsa a no ser feliz mientras a su alrededor exista el sufrimiento, a ser solidario con quien lo necesita. Mientras que la supuesta moral religiosa azuza a unos contra otros para imponer su verdad revelada y por tanto única, dice que los ricos son ricos porque así Dios lo quiso y escupen a la solidaridad y al apoyo mutuo con su sucia caridad, e incluso mandan a morir matando en nombre de tal o cual Dios.
Elsie Russell. "Altar de Gaia" (Óleo 1992) |
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