Los mismos perros guardando la pocilga



Texto íntegramente copiado del libro "La represión contra el movimiento libertario español (1939-1995)" de Juan J. Alcalde. [Descargar] El título de la entrada sí es cosecha de la casa.

El pacto de la transición en España incluía la permanencia de los servicios de inteligencia franquistas con todas sus dotaciones. El sostén fundamental del régimen, el ejército, con sus servicios de información, se mantuvo y se mantiene intacto en nuestros días, obviando las bajas producidas por jubilación o muerte de sus efectivos. Ellos se han encargado de seguir adiestrando a sus dotaciones en la más rancia tradición franco-fascista. La transición en España no supuso ni el más remoto cambio en las estructuras de defensa del aparato franquista, ni en sus agentes ni en los responsables que desarrollaban las funciones de contra-subversión de manera tan efectiva, traducida en una lista interminable de ajusticiados mediante la ley de fugas, el garrote, el fusilamiento...., han seguido trabajando ininterrumpidamente con la monarquía y sus coyunturales gestores, la UCD, el PSOE y seguirán haciéndolo con el que venga. La transición se pactó así por todas las fuerzas políticas, el que no lo quiera ver o aceptar estaría insultando gravemente a la inteligencia del ser humano. 

La central del C.N.I. es un edificio sin parangón en toda la geografía española
La cruda realidad del presente de la historia de España es la gran cantidad de personajes instalados en los resortes de esas macroestructuras y microestructuras que tienen las manos manchadas de sangre, mientras no se solucionen esas asignaturas pendientes los fantasmas aparecerán en cualquier momento y el estado de derecho tan cacareado por la constitución e importantes prohombres de la política y las letras no dejará de ser más que una apología de la hipocresía.

El trabajo sucio dentro del primer período de la transición en la lucha contra la subversión seguían realizándolo la policía y la guardia civil, haciendo uso de lo que técnicamente se denomina terrorismo de estado indirecto o terrorismo defensivo. 

Central del C.N.I.

El trabajo limpio, la coordinación, lo seguía realizando el ejército a través del SECED. Ellos eran los cerebros de las operaciones, los contactos con las formaciones antifranquistas del interior los llevaban ellos, sobre todo con el PSOE y los nacionalistas vascos y catalanes. La descafeinización de estas organizaciones y su potenciación en detrimento de las formaciones del exilio eran sus objetivos.

José Faura Martín
En 1974 el SECED contactaba con el PSOE; los agentes encargados de la misión fueron Andrés Cassinello Pérez, comandante de infantería y responsable en 1974 de la división de operaciones, y José Faura Martín que en 1994 sería Jefe del Estado Mayor de Ejército. Debían convencer a Felipe González de las aspiraciones democráticas de Suárez. Consiguieron que el PSOE no cuestionara la ley de reforma política y como contraprestación los socialistas obtuvieron el compromiso de no ser molestados en su actividad.


Andrés Cassinello Pérez, íntimo de Felipe González y que en la actualidad es nada menos que presidente de la Asociación para la Defensa de la Transición, tócate los cojones. Cassinello es el autor de los tres manuales que han servido para reprimir a quienes los fachas llaman el enemigo de España que, como todo el mundo sabe, no es exterior, sino interior. Para eso está, precisamente, el famoso artículo de la Constitución española: el Ejército es el garante de la «indisoluble unidad». 

El primer estudio de Cassinello fue un meticuloso trabajo sobre el comunismo en España y su forma de atacarlo, en pleno franquismo. El segundo fue un trabajo mixto: anarquistas, comunistas y separatistas vascos eran el problema y el enemigo. Lo concluyó unos meses antes de la muerte de Franco. A comienzos de 1960, Andrés Cassinello, había desplazado su residencia a EEUU. En Fort Bragg (Escuela de Guerra Especial del Ejército de USA en Carolina del Norte) se diplomó en Contrainsurgencia, primero, y en Operaciones contra-guerrillas, más tarde. Cassinello, que sería el último jefe de los servicios secretos franquistas (SECED), realizaría una carrera fulgurante durante el Gobierno del PSOE, a partir de 1982. Dirigió la Guardia Civil en la época del GAL.

Cassinello fue el autor, en 1966, del libro «Operaciones de Guerrillas y Contraguerrillas», que fue el manual que habían aplicado los norteamericanos en España en su lucha contra el comunismo. Nada nuevo. Un manual de contrainsurgencia al más puro estilo de Washington. Su segundo trabajo de trascendencia citado fue «Subversión y Reversión en la España actual», concluido meses antes de la muerte de Franco y que era, en su parte memorística, un grito contra el «debilitamiento progresivo» del sistema. Ambos trabajos encajaban perfectamente en los postulados de aquella Red Gladio, ¿la recuerdan?, la red invisible promocionada por los norteamericanos para preservar al mundo del comunismo.

El comandante Cassinello había trabajado en la vieja OCN (Organización Contrasubversiva Nacional), sector laboral, y por discrepancias con San Martín (el director general de dicha organización) lo había dejado. Desde entonces se había movido por diferentes países del mundo: Alemania, Estados Unidos, Turquía..., siempre relacionado con el submundo de los servicios secretos, incluso era el autor de un texto teórico sobre el tema, texto que era de obligada lectura y cumplimiento entre los oficiales del servicio. En él se decía que era necesario transformar las instituciones franquistas para evitar el caos y el aislamiento internacional y que la única salida viable era la vuelta a la monarquía constitucional. 

Con la llegada del PSOE al poder y siendo Cassinello el jefe de los servicios secretos de la guardia civil, denominados grupos operativos de los servicios secretos de información (GOSSI) y general del Estado Mayor del mismo, sería el cerebro de la elaboración del plan ZEN (Zona Especial Norte) de la lucha contraterrorista, un viejo proyecto elaborado durante el gobierno de UCD siendo Rosón ministro del Interior. En los informes elaborados por el SECED y destinados, entre otros, a la presidencia del gobierno, aconsejaban al presidente Suárez se potenciara al PSOE en detrimento del PCE.


Los contactos de los servicios de información militar con los socialistas ya se habían realizado con Nicolás Redondo, líder de la UGT, a principios de los 70 por medio de dos de sus agentes: Manuel de la Pascua "Paso" y Luis García Mauriños "Navas". Cuando se convocó el Congreso del PSOE en Suressnes (sudoeste de París), el SECED se encargó de facilitar el viaje a Nicolás Redondo y Enrique Múgica por medio del comandante García Mauriños que habló personalmente con el comandante Valverde. En el congreso de Suressnes triunfaron los renovadores en detrimento de los históricos de Llopis, Felipe González y sus acólitos se hicieron con el control del PSOE, la ayuda del SECED en este asunto fue determinante para "Isidoro" y sus colaboradores. Las buenas relaciones de los agentes del servicio secreto de Carrero Blanco y el PSOE se mantuvieron hasta finales de los 70 actuando conjuntamente en la desarticulación de la Junta Democrática inspirada por Carrillo secretario general del PCE, desprestigiando a uno de sus líderes, García Trevijano.

Ángel Urbieta máximo responsable de los servicios de inteligencia en el País Vasco tenía como interlocutores en el PSOE al que fue senador Enrique Casas, muerto en un atentado, y al ex secretario general de los socialistas vascos y posterior secretario de organización del PSOE Txiqui Benegas.

Red Gladio Internacional
Agentes de SECED también intentaron eliminar a Carrillo en 1976 según denunció el sargento de la guardia civil y agente del SECED José Morata, ex secretario general del clandestino sindicato de la guardia civil, por suerte para Carrillo pudo ser detenido antes por la policía el 22 de diciembre de 1976. Todo el montaje sainetero elaborado por la policía tras su detención, fotos con peluca incluidas, no dejaba de ser un elemento más del folklórico espectáculo montado por los servicios de seguridad civiles que así tapaban de una manera más o menos honrosa para Carrillo el que la policía franquista tuviera que protegerle del sector más reaccionario de los servicios secretos militares españoles en conexión con la red Gladio internacional [ver más] . Las sabrosas conversaciones que el secretario general del partido comunista mantuvo con los más altos representantes del primer gobierno de la monarquía, en el período de tiempo en que estuvo protegido por las fuerzas de seguridad, serán seguramente uno de los secretos mejor guardados de la transición.

Como se puede comprobar ciertos sectores del franquismo no veían con buenos ojos el que la transición se efectuara contando con dirigentes de organizaciones antifranquistas a los que hasta hacía muy poco tiempo se buscaba oficialmente para eliminarles. Pero las directrices de la monarquía eran respetadas por el estamento militar aunque no sin vencer ciertas reticencias. La tensión entre los defensores a ultranza de los principios generales del movimiento franquista y los que con más visión de futuro, obligados por las directrices internacionales, veían que era necesario un lavado de cara para no quedar relegados del concierto de los países occidentales. Las víctimas de esas tensiones, en su mayoría, no vieron a sus verdugos pagar por lo que les habían hecho. Otra asignatura pendiente de la democracia española.

Henry Kisinger y Carrero Blanco decidiendo los destinos de España

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