Francisco Ferrer Guardia es un personaje extraño. Sí, extraño: un hombre que, sin formación pedagógica previa, sin haber tenido acceso a ningún sistema de enseñanza reglada después de los doce años, comprometió su vida con un ideal de emancipación de los seres humanos, y por eso, murió, víctima de los odios que contra su proyecto se generaron entre las oligarquías que, en la España de principios del siglo XX, tenían bastante claro que sus privilegios sociales dependían de impedir, entre otras cuestiones, el despertar de una conciencia libre, crítica y racionalista entre la ciudadanía. Y sabían muy bien que eso empezaba por la educación de los niños.
La sociedad -la Ciudad, que es lo que hace libres a los hombres, como bien se dice desde la Edad Media desde una cierta sabiduría popular- es el resultado, también, de la obra de aquellos que, contracorriente, salvando muchos obstáculos y limitaciones, trabajaron para alcanzar algunas de las condiciones de respeto a la libertad y a la calidad de vida que, en la actualidad, encontramos indispensables. Francisco Ferrer Guardia es un claro ejemplo.
Fuente del texto: http://www.ferrerguardia.org/es/biografia-ferrer-guardia
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