A dos meses de la próxima rifa electoral amañada de antemano, la tónica general es el conformismo, la desilusión, la sensación de que somos meros monigotes en manos de no se sabe bien quien; de que nada podemos hacer para mejorar la situación, las últimas elecciones en Grecia han aumentado esta angustiosa sensación. Entonces, como única salida se escoge el mal menor, el consuelo de los necios, se acepta la oferta política por miedo a que si no se vota podría volver otro criminal con gorra. No se vota con ilusión, se vota porque es lo que hay. No se vota por convicciones democráticas, puesto que nuestra ley electoral es de todo menos democrática, eso de una persona un voto (regla 1ª de cualquier democracia que quiera tildarse como tal) se lo pasaron por el arco del triunfo quienes ganaron la guerra. No se vota informados de lo que representa tal o cual partido, los programas políticos solamente los leen quienes los escriben. Solamente cuentan quienes acaparan más horas de TV prime time, los padrinos en la sombra se aseguran de que lo más escuchado sea lo más conveniente a sus bastardos intereses. No se vota buscando el bien común, se busca la mejoría de uno mismo aunque ello signifique la esclavitud para otros.
Los fascistas del PP, no contentos con imponer ellos las reglas del juego desde que murió el Cabronsísimo, ahora intentan cambiarlas para evitar posibles "desviaciones electorales". Si ya de por sí la ley electoral actual es una suerte de ingeniería burocrática solamente entendible para expertos en el tema, con las nuevas reformas pretenden hacer de las elecciones algo parecido a un referendum franquista. Ellos son los dueños del tablero ganado en la guerra, así que ellos imponen las reglas de su juego, y al votar un 70% del censo electoral, los electores crean esa falsa imagen de algo acordado entre todos. De esta manera, el voto que en un principio debería servir para mejorar las condiciones de vida de todos, es convertido en un seguro para que siga bien apretado el nudo de aquello tan bien atado que nos dejó en herencia el Cabronsísimo.
El voto es el "arma más potente" con que cuenta el obrero para mejorar sus condiciones de vida, graznan los adalides de la supuesta izquierda, "la fiesta de la democracia" como dirían algunos con la foto de Lenin en el despacho, o "decisión del pueblo", cosa que es común a todo político de partido, a pesar de ver lícito gobernar con 1/3 ó incluso 1/4 del total del censo, todo lo contrario de lo decidido, así esa "arma" queda reducida a tirachinas de corto alcance.
¿Cómo se puede permitir a Rajoy y al PP presentarse a las elecciones sabiendo todo lo que ya sabemos, por más que los jueces se hagan el sueco? Así es como vence el fascismo, dando título de normalidad a la corrupción sistemática, comparando su latrocinio impune y sostenido en el tiempo (desde que eran AP) con el granizo en primavera o la marea alta, cosas del órden cósmico y por tanto inevitables. Cuando se participa en un sistema cuyo presidente es un ladrón, estafador y mafioso, se da carta de legitimidad al fascismo; el arma que creías tener para combatir a los falangistas, queda en tu sien, dirigida por tu mano.
Todos sabemos quien es nuestro principal enemigo, el fascismo del PP. Sin embargo, al parecer, no son muchos los conscientes de que los líderes de la autodenominada izquierda son parte imprescindible de el engaño que ha conducido a la reinstauración del fascio español. Si jugase solo el PP, sería imposible camuflar en democracia este fascismo en el que siempre mandan los mismos. Para que el engaño funcione, se tiene que contar con contrincantes que den la sensación de variedad de opinión, de posibles alternativas, de falsa esperanza ahora llamada "¡sí se puede!". Gracias a esta complicidad, les resulta más cómodo y sencillo gobernar dictando con el beneplácito de 1 de cada tres electores, que quitarse la máscara y dictar bajo autoridad militar. Los demás partidos aspirantes a mandar sin escuchar, no cuestionan esta iniquidad, ya que podría resultarles beneficiosa si el voluble y desclasado elector español cambia de "opinión".
Al final nos encontramos con que la farsa es sostenida por todos los partidos políticos sin excepción alguna, ya que no buscan tu bienestar, sino alcanzar el Poder. Esa es la zanahoria a perseguir que ponen los que mandan sin rostro ante los asnos políticos. Y éstos a su vez, administran la falsa esperanza de un mejor mañana simplemente haciendo confiar al elector en personas de dudosa moral y que de nada conoce, esa es la zanahoria que ellos ponen ante el rostro del crédulo elector. Por lo que si esos autodenominados "mejor preparados", "más eficientes", "con sentido común" o "auténtica izquierda" se dedicasen a denunciar la farsa que ellos conocen tan bien por ser parte de ella, si se negasen a competir en unas elecciones con quienes están dopados hasta las cejas con el dinero robado de la caja común; si negasen a la Iglesia cualquier posibilidad de "educar" o hacer negocios con la espiritualidad, por ser apoyo insustituible de la Corona que manda a los ejércitos garantes de los "principios" del Movimiento, ya que los reyes son elegidos por el Dedo de Dios (que huele a culo de otro) y Cruz, Corona y Espada es la maldita Santa Trinidad del fascio español. Si escupiesen al rostro del Borbón, auténtico nudo gordiano de lo que el criminal de la gorra legó a su padre, quizás podrían tener un poco de credibilidad; mientras tanto, solamente son comparsa del fascismo imperante por la sucia razón de que ellos viven a tutiplén gracias a la estupidez generalizada, mal endémico íbero que debe ser nuestra principal batalla, ya que es el sostén fundamental de la pesadilla que vivimos despiertos aunque con los ojos cerrados. Tras 40 años de dictadura y el actual Cuatrienio Negro, los criminales fascistas viven en mayor opulencia que a la sombra del Cabronsísimo, porque el fascismo se reinstaura gracias a tu voto.
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