Un nuevo método, añadido a los innumerables que se usan, sería una unidad insignificante si no aportase alguna novedad útil y racional que aventaje a los más y permita soportar digna comparación con los reconocidos como mejores.
Esa novedad y esa digna comparación es lo que nos propusimos, no en el abecedario y el silabario, partes del método general de enseñanza de la lectura que admiten pocas novedades, sino en el vocabulario, que hemos procurado que sirva de iniciación al conocimiento del mecanismo del lenguaje, y suministre aquellos elementos gramaticales que, aprendidos intuitivamente en la infancia, han de arraigar en la inteligencia de modo indestructible durante toda la vida.
Hartos de ver que sobre la masa enorme de los analfabetos hay una capa asaz considerable de gentes que saben leer sin entender lo que leen, que saben hacer letras y no pueden escribir el más pobre pensamiento, que hablan repitiendo torpemente frases hechas, lugares comunes, modismos vulgares y torpes interjecciones, todo por haber repetido en la escuela como aves parleras las lecciones gramaticales sin aprovechar la más mínima noción, hemos procurado que el escolar aprenda y comprenda qué es idea, qué es pensamiento, qué son partes de la oración y cual es la significación de estas divisiones.
Para que el método de sus frutos necesitamos la colaboración de los maestros dedicados a la enseñanza libre; sin ella, lo reconocemos ingenuamente, nada representaría nuestro pobre trabajo. Pero con ella contamos y la consideramos otorgada como manifestación de esa solidaridad positiva y eficaz que une a todos los que trabajan por el ideal de paz y de justicia en la humanidad.
Inspirados en tales móviles, y animados con tales propósitos y esperanzas penetramos en el terreno de la pedagogía.
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