Adarga es la consecuencia de una dejación colectiva de no haberse opuesto con decisión a la proliferación de discursos confusos, intencionados o no, en torno al anarquismo atendiendo a la falacia, que al no tener cátedra, ni papa, ni real academia, ni gran inquisidor o comité central que venga a imprimir la etiqueta de anarquista, cualquiera puede hablar en su nombre, como si éste no presentara un corpus que, dentro de su diversidad, lo define.
El proceso de construcción de la revista arranca del deseo, también colectivo, y la voluntad de enfrentarse a esa falacia, a esa mentira, señalándolo con voz alta y clara. Pero igualmente se presenta como una crítica del presente con del deseo y la voluntad de intervenir activamente mediante cualquier medio, siendo uno de ellos la escritura, contra toda sociedad o institución donde la explotación y el poder sea su modus vivendi.
Si bien Adarga está abierta al debate, a la discusión razonada, a la libre discrepancia de idas, propicia a romper todo pensamiento monolítico, no es neutral y por tanto se mueve en dirección contraria a ese intento de concebir lo anarquista como un nebuloso mundo donde todo cabe y todo es, desde la aberración municipalista de Murray Bookchin al estatismo buenista chomskiano, o desde las elecciones en cualquiera de sus variantes al partido anarquista, y así, si todo es nada es.
Adarga pretende abrir un campo en el que la voluntad de sacar a la luz y dar cabida a todo discurso/acción que sea favorable a la toma de decisiones mediante asamblea, al federalismo con mandato imperativo, a la autonomía individual y de grupo, a la acción directa, a la concordancia entre medios y fines, que rechace la delegación en todas sus formas, a los comités (si por alguna causa existieran) que tomen decisiones o actúen (cualquiera que sean los motivos) sin que hayan sido acordadas o mandatadas por la asamblea, que sea antiparlamentario, anti-estatista y anticapitalista, que impugne toda acción fracturada de su discurso, en definitiva al discurso/acción que explicite, sin tapujos, sin recovecos, sin atajos el deseo de una sociedad anarquista.
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