Mientras que todo se va al carajo los de abajo sólo sabemos discutir entre nosotros, siempre importa más lo que nos separa que en lo que coincidimos, absurdas peleas ideológicas que en la mayor parte de los casos vienen de personas que interpretan las ideas según su conveniencia o interés. Para muchos el ser anarquista, comunista o socialista es sólo una pose, una manera de pertenecer a un grupo, a una secta, a un rebaño, y claro, después pasa lo que tiene que pasar. Es muy fácil autodenominarse anarquista (cosa que yo nunca hago), el problema viene con el día a día, entonces es cuando se ve de que pie cojea cada uno; aunque a mí, si os digo la verdad, tampoco me importa demasiado de que ismo seas, lo que realmente me importa es tu bondad, tu generosidad, tu humanidad.
Alguien que no respeta las ideas contrarias porque es incapaz de rebatirlas con firmes convicciones y argumentos precisos, difícilmente podrá ponerse a la altura de Kropotkin, Bakunin o Malatesta, porque ellos sí que eran anarquistas y así lo demostraban diariamente. Si además estas enconadas peleas sin sentido son perpetradas contra quienes se supone que son tus afines ¿de qué ostias estamos hablando? ¿de anarquismo o de autoritarismo intransigente? Nada hay en este mundo que le guste más a un anarquista que el discutir, siempre que se haga de manera respetuosa e intentando comprender las razones del contrario para así poder rebatirlas mejor; máxime si quien tienes enfrente es un compañero con el que compartes muchas ideas pero difieres en los matices. Nadie nace de pie ni aprendido (excepto Marx, je) y el anarquismo es la duda constante, el aprendizaje perpétuo, ya que la aseveración sólo conduce al autoritarismo más abyecto.
Escribo esta entrada porque aquí, en Sevilla, el movimiento anarquista no se une ni con Super Glue 3, parece que cada uno tiene su interpretación del anarquismo y esa posición es la más "pura" y la mejón, de patio de colegio vaya. El anarquismo moriría en el mismo momento que se le intentase sistematizar, la discusión permanente, el intercambio de ideas y propuestas o el aprendizaje empírico del día a día son su sangre, pero el enfrentamiento entre iguales, las vanas discusiones por egos personales y el sectarismo son su cáncer. Siento una profunda pena cada vez que me entero de algún enfrentamiento entre grupos anarquistas, la primera imagen que se me viene a la cabeza es la de un cerdo con sombrero de copa que sonríe mientras cuenta su dinero. Si ni siquiera somos capaces de ponernos de acuerdo aunque sea en lo básico ¿cómo ostias vamos a convencer a nadie para que abrace La Idea?
Si en lugar de estar discutiendo zarandajas que solamente conducen a la desunión, nos uniéramos e hiciéramos frente común contra nuestros enemigos reales, este país sería otro. No son horas de discutir matices ideológicos que de nada sirven al bien común, es el momento de la unión de los de abajo, el momento de construir un mundo nuevo con la opinión y el consenso de todos los desheredados, todo lo demás es sólo ruido, ambiciones personales y vanidades insaciables, cosas todas ellas incompatibles con La Idea. Salud, libertad y unidad.
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