La desigualdad sexista, origen de toda desigualdad






La desigualdad entre hombres y mujeres es el origen de todas las desigualdades entre personas. Si una mitad de la población está dispuesta a aceptar que la otra mitad sea menos sólo por tener ovarios en lugar de testículos, parece facilmente asimilable que las demás desigualdades son igualmente aceptables por proceder de un órden cósmico imposible de alterar. Por lo tanto, el feminismo no sólo es cosa de las mujeres, es una reivindicación (o debería serlo) de toda la humanidad en su conjunto. Si la mujer es menos que el hombre es algo que se basa en la brutalidad y la superioridad en masa muscular del hombre moldeado por el heteropatriarcado desde tierna edad, primero en el colegio, después por la Iglesia, sólo hasta hace unos años también por el ejército, y finalmente por el trabajo. El machismo está basado en la misma iniquidad que el capitalismo y el "libre" mercado, la ley del más fuerte. Cualquier hombre que se sienta superior a cualquier mujer por el simple hecho de destilar testosterona, no hace más que poner en evidencia su propia falta de autoestima, ya que necesita creer que otras personas se encuentren por debajo de él para así sentirse alguien, un poco menos infrahumano. No tienen cojones para escupir a su jefe por explotarles, a los políticos por engañarles o al madero por golpearles o multarles; pero siempre muestran un amplio catálogo de insultos para su esposa si la cena no es del gusto del rey de su casa. 


Las sociedades del Paleolítico eran matriarcales, puesto que la mujer es la dadora de vida, la que acoge en su seno a la próxima generación que perpetuará a la especie, fin último de todo ser viviente. Esto fue así hasta que el macho comprendió que en el proceso de creación de nueva vida ellos eran parte imprescindible. Hasta entonces copulaban como cualquier otro animal -como lo que éramos-, por puro instinto, como algo mecánico y sin mayores consecuencias que el placer recibido y el instinto calmado. Pero llegó un momento en el que empezamos a tener conciencia del proceso generacional y entonces pudo más la fuerza muscular que el ser las proveedoras de vida. Desde entonces las mujeres han sufrido por nacer con menos masa muscular que los hombres. Desde entonces se produjo la primera fractura social que llevó a las personas a tener la razón por cojones y no por razones.


La huelga y manifestaciones del día 8, día de la mujer, han sido todo un éxito a la hora de poner los acentos donde corresponde. El que cada dos por tres nos encontremos con mujeres asesinadas por sus maridos o parejas, con violaciones grupales o insultos por parte de nuestra opusiana y cavernaria iglesia católica es algo ya insoportable. Los ultracatólicos dicen sentirse ofendidos porque algun@s nos reímos de sus absurdas y rancias supersticiones, pero no dudan un momento en calificar de asesinas a las mujeres abortistas, de demoníacas a las feministas y de aberraciones a las lesbianas. No respetan nada y pretenden que comulguemos con sus ruedas de molino. Por cojones y por que así lo manda Dios, que viene a ser lo mismo.


Las ministras del PP y la parte femenina de los nuevos mamones de la teta estatal, los Cuñaodanos, dicen ser feministas, peeeeeero que esta huelga y manifestación está amañada por la izquierda, de cemento armado con gavillas del 22 hay que tener el rostro para mostrar semejante postura. La Cifuentes, autodenominada feminista de pro, resulta ser más papista que su padrino Rajoy. Esto no se trata de Mujeres Vs Hombres, la reacción cavernaria española, la Cosa Nuestra, demuestra una vez más que esto es una cosa de Dignidad contra indign@s.




Es curioso como la derechona de nuestra tierra no para de graznar acerca de la falta de nuevas generaciones de esclavos para poder pagar la pensión de los ya exprimidos hasta la vejez, mientras que niegan a las mujeres una carrera laboral en la que ser madres no sea un handicap insalvable. Para muchos cavernarios la culpa del paro es de las mujeres, si ellas no se empeñaran en ganarse la vida sin necesitar de un hombre, tendríamos un 50% más de puestos de trabajo, son los grandes argumentos de los tertulianos opusianos que salen por la cadena de los obispos y cada vez más en todas las demás. Claro que al contrario que en los 80 ó 90, con el sueldo del padre de familia había para pagarlo todo más o menos (incluso para ahorrar oigan) y hoy, ni con dos sueldos se deja de tener deudas para casi toda la vida. Eso y que las mujeres del S. XXI no son las de hace 40 años, quieren ser independientes y eso choca contra nuestra incultura patrocinada por este Estado negador de la igualdad social y el alimento cerebral, sea quien sea el que haya sido presidente de este cenagal.


El que más de la mitad de la población de un país tenga que salir a la calle para pedir respeto es muestra empírica de la sociedad enferma en la que nos vemos sumergid@s sólo por nacer. Hace más de 80 años que las mujeres llevan reclamando la igualdad salarial, pero los hombres que dirigen los sindicatos nunca fueron todo lo feministas que debería esperarse de ellos. Han tenido que ser las mujeres las que den el puñetazo sobre la mesa convocando una huelga de mujeres, y los sindicatos mayoritarios y patrocinados por el Estado sólo han pedido dos horitas de huelga. Sólo se han atrevido a enseñar la patita, no vaya a ser que el amo Estado les cierre la puerta. 


Y el Borbón de turno, ni está ni se le espera. Deja en clara evidencia que no le importa la existencia de esta fractura social entre español@s, él, que se dice rey de tod@s l@s español@s por la maldita gracia de Dios. Si él se impuso como sucesor a sus dos hermanas por ser un hombre. Si su trono es fruto de la voluntad divina de un Dios heteropatriarcal. Si su primer viaje al extranjero fue al Vaticano para que le diera su bendición el al parecer enviado a la Tierra por ese Dios heteropatriarcal. ¿Qué puede esperarse de semejante ser retrógrado y ajeno a la realidad del S. XXI? Nada, sólo silencio, puesto que nada tiene que decir más allá del autodescalificarse si realmente dijera lo que piensa, si es que piensa algo.


Las mujeres son algo más del 50% de la población española, así que ellas tienen el futuro en sus manos. Tras muchos milenios de lucha la mujer puede llegar a alcanzar lo que le pertenece por justicia y por su propia mano, no ser más ni menos que ningún hombre, que se valore su personalidad, su inteligencia y su entrepierna con equidad.


Por otra parte, la llamada paridad política no es más que otro engaño como el de las sufragistas. Miren el comportamiento mostrado por la ministra de Justicia cuando se encuentra rodeada de machotes. Susana Díaz es igual de capillita y retrógrada que cualquier político del PP andaluz. Teresa Rodríguez ve cosa normal que su compañero regale medallas a Vírgenes. Y de las peperas ¿qué os voy a contar que ya no sepáis? Esa llamada paridad no es más que una farsa, antes que ellos o ellas son polític@s. Al igual que siempre se entenderán mejor entre ell@s -sean del partido que sean- antes que con quienes les votan.


Querer menospreciar a las personas por su sexo sólo nos convierte en animales sin raciocinio, sin empatía, sin cerebro. Su trabajo y su sudor tienen la misma composición. Sus neuronas las mismas conexiones. Sus sentimientos son tan frágiles como los de cualquiera. Y sus sueños no pueden catalogarse distintamente porque meen sentadas. Sin ellas nunca habrá revolución, sólo testosterona e imposición.


(De parte de un hombre harto del terrorismo machista que un día sí y otro también asesina a mujeres). 


                            ¡BASTA YA!

       Mañana puede ser tu hermana





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