Publicaciones de la Escuela Moderna. En memoria de Francisco Ferrer y Guardia.



Educar equivale actualmente a domar, adiestrar, domesticar (…) Para realizarla se han inspirado sencillamente en los principios de disciplina y de autoridad que guían a los organizadores sociales de todos los tiempos (…) que los niños se habitúen a obedecer, a creer y a pensar según los dogmas sociales que nos rigen.


Respecto a la higiene, la suciedad católica domina en España. San Alejo y San Benito Labra son, no los únicos, ni los más caracterizados puercos que figuran en la lista de los supuestos habitantes del reino de los cielos, sino unos de los más populares entre los inmundos e innumerables maestros de la porquería.


Dios era reemplazado por el Estado, la virtud cristiana por el deber cívico, la religión por el patriotismo, la sumisión y la obediencia al rey, al aristócrata y al clero por el acatamiento al funcionario, al propietario y al patrón; (…).

FERRER Y GUARDIA*


* Póstuma explicación y alcance de la Enseñanza Racionalista. Barcelona, Publicaciones de la Escuela Moderna, 1912, pp. 18 y 19Descargar fuente



Publicaciones de la Escuela Moderna fue una pequeña editorial que desarrolló su actividad bibliográfica durante las primeras dos décadas del siglo XX (1901-1920). Editó 127 volúmenes que supusieron la impresión de aproximadamente 20.000 páginas. Vinculada en su inicio a proporcionar libros de texto a la Escuela Moderna, sus primeros pasos (1901-1904) fueron apresurados. La necesidad de libros escolares de la nueva institución de enseñanza espoleó la actividad editorial que, sin una planificación previa, recurría a maestros de la propia escuela -Clemencia Jacquinet, Leopoldina Bonnard-, adoptaba provisionalmente obras de otras publicaciones -el Silabario de Celso Gomis-, convocaba concursos -"Concurso de Aritmética"- y hacía llamamientos -"A los intelectuales"- para captar nuevos autores que proporcionaran obras de uso inmediato en las aulas: cartilla, libros de lectura, manuscrito, Gramática española, Gramática francesa y manual de Historia universal, entre otras.


El bienio representado por los años 1905 y 1906 supone la consolidación de la actividad editorial, con la incorporación al catálogo de una treintena de nuevos volúmenes. Junto a los libros destinados al trabajo escolar, hacen su aparición otros textos que desbordan los límites de la institución educativa: novelas y relatos breves, tratados de Sociología, de Filosofía política y moral, o complejos textos trufados de heterogéneas especulaciones de las más variadas disciplinas. En torno a medio centenar de centros educativos venían haciendo uso de estas publicaciones.


Mateo Morral
En junio de este último año, imputado como cómplice en el atentado perpetrado por Mateo Morral contra el rey Alfonso XIII, es encarcelado el fundador de la Escuela Moderna, ordenado el embargo judicial de sus bienes y suspendida la actividad de su institución educativa. La autoridad gubernativa -desde 1906- ya no volverá a permitir que se reabra la escuela de Ferrer. Absuelto un año más tarde, y levantado el embargo -cuyas últimas medidas se prolongan hasta octubre de 1907- se reanuda la edición de libros (un único texto lleva fecha de 1907: el tomo tercero de la serie El Hombre y la Tierra, de Elíseo Reclus). Puestos a disposición de su legítimo dueño los bienes patrimoniales, el pulso editorial se recupera a buen ritmo: en año y medio se publican nueve títulos y se hacen cinco reediciones de libros anteriores.

Momento exacto de la explosión en la calle Mayor ante la casa número 88


 Fotografía tomada segundos después del atentado contra el rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia.



Otra vez ante los tribunales -1909-. En esta ocasión, Ferrer es acusado de ostentar la jefatura de la rebelión militar que derivó en los acontecimientos conocidos como la Semana Trágica de Barcelona. Fue sentenciado por un Consejo de guerra a la pena de muerte, y fusilado el trece de octubre de ese año. No obstante, la traba sobre sus bienes se mantiene hasta que, los insistentes esfuerzos de albaceas y amigos del de Alella, obtienen una resolución judicial que levanta de nuevo el embargo dos años después -diciembre de 1911-. Por esta razón, los años 1910 y 1911 no registran ni nuevos libros ni reediciones de viejos títulos.

Semana Trágica. La revuelta empezó a partir de una acción antimilitarista y pacifista para transformarse en una huelga general. Fue convocada para impedir el embarque de los soldados reservistas (los que ya habían hecho el servicio militar y que tenían experiencia y familia) a Marruecos desde el puerto de Barcelona. La protesta derivó en la quema de la mayoría de escuelas y edificios religiosos de la ciudad, odiados por la clase trabajadora.

El balance de la semana fue de más de un centenar de edificios quemados, la gran mayoría de ellos religiosos: conventos, iglesias o escuelas anexas. El testimonio fotográfico de “La Actualidad” no dejó lugar a dudas sobre la magnitud de la revuelta urbana: 33 conventos quemados, 33 escuelas religiosas de ambos sexos –separados, lógicamente-, y 20 iglesias reducidas a cenizas. Nadie se explica aún como en practicamente 4 días ardieron simultaneamente, en ocasiones, más de una cinquentena de edificios en barrios muy alejados, es decir, que había, probablemente unos cuarenta grupos organizados de ciudadanos que prendían fuego, en sus respectivos barrios, a aquello que era el símbolo más patente del atraso intelectual del país y del poder temporal, aquellos que habían prohibido la difusión de las ideas de Darwin en la Universidad, y que denunciaban sistemáticamente las publicaciones anarquistas como ataque al dogma, o como pornografía en el caso de las publicaciones neomalthusianas, o de divulgación sexual.

Tomaron parte en los hechos, según informes de la época, más de 30.000 personas, personajes anónimos de la clase media y obrera barcelonesa, obreros vidrieros, ladrilleros, jornaleros y obreras textiles, maestros laicos, empleados de talleres metalúrgicos, pescadores, estribadores, y un largo etcétera. Se enfrentaron a unos 700 guardias civiles y fuerzas del ejército que paulatinamente fueron engrosando su número hasta acabar con la revuelta. Una revolución en toda regla, en la que no hubo pillaje ni robo de las propiedades de la iglesia, al contrario de lo que afirma la historia revisionista de siempre, que ahora empieza, como siempre, a dar su enésima versión de los hechos. Según los periodistas que realizaron las primeras valoraciones de lo acaecido, en todos los conventos e iglesias la multitud lanzó al fuego todo aquello que encontró, incluso joyas o acciones de bolsa, dinero, lienzos o retablos. La idea de quemar la superstición y el oscurantismo abrazó todo lo que los edificios contenían. Por el contrario, y a diferencia de la revolución y quema de iglesias de 1835, se respetó la vida de los frailes, curas y monjas que huyeron despavoridos por tapias y terrazas hacia los patios vecinos donde con mayor o menor fortuna fueron escondidos –o no- por los vecinos. Su salida, vestidos de seglar, pasó por toda una serie de vericuetos que también fueron después narrados por la prensa.

Ver más en la fuente del texto:

https://www.portaloaca.com/historia/otroshistoria/542-la-revolucion-de-1909-en-barcelona-semana-tragica-para-unos-gloriosa-para-otros.html



El período Ferrer (1901-1909) agrupa al 42'5% de la producción total (54 volúmenes). El período Portet (1912-1920) reunirá el 57'5% (73 volúmenes) del contingente bibliográfico editorial. Lorenzo Portet regirá los destinos de las Publicaciones de la Escuela Moderna desde 1912 hasta su desaparición a comienzos de la  década de los años veinte del siglo XX. No obstante, hemos de considerar en este tiempo varios puntos de inflexión. La editorial publica 9 nuevos títulos y hace al menos dos reediciones de textos en el año 1912 -la mayor parte de ellos proyectados, ultimados o imprimiéndose ya en 1909-. El resto son breves folletos o recopilaciones. Sobre la producción editorial de los años 1912 a 1914 planea la sombra de Ferrer. En gran medida los títulos editados en estos años  suponen el cumplimiento, por parte del legatario Portet, de las disposiciones testamentarias del director de la Escuela Moderna y  también de varios de los títulos que, habiéndose comenzado a distribuir en años anteriores, se incorporan ahora a la oferta editorial.


En 1913 no hemos podido registrar publicación alguna. En este año pleitean, ante los Tribunales de Paris, Lorenzo Portet y una antigua maestra de la Escuela Moderna, Leopoldine Bonnard. La resolución es favorable a Bonnard y le supone la obtención de 110.000 francos. Es en 1913 cuando debió planificarse el futuro inmediato de las Publicaciones, concluir con los encargos testamentarios de Ferrer (1914), rebautizar la editorial (1915) y llevar a cabo el despliegue de nuevos títulos más importante de su historia (1916). La muerte de Anselmo Lorenzo se produce en el año 1914, la editorial le homenajea con una biografía, un tomo recopilatorio de algunas de sus obras y un folleto del viejo anarquista.





En el año 1915, Portet decide editar una más de las obras indicadas por Ferrer, La Gran Revolución, de Kropotkin, que pese a estar ultimada en 1909 aún no se había editado. 



Descargar "La Gran revolución" de Kropotkin


También se publicaron cinco volúmenes sobre educación moral y un semanario dedicado a educación y sindicalismo.


De 1915 a 1918, Portet se desembaraza de la voluntad de Ferrer e impone sus propios criterios editoriales: varía la denominación de la empresa ferreriana -ahora pasa a llamarse Casa Editorial Publicaciones de la Escuela Moderna- y rescata una vieja idea rechazada por Ferrer en 1908, la creación de una Biblioteca Popular -con 28 volúmenes de los que se hará una reedición- que bajo la denominación de Los Grandes Pensadores, recogerá compendiadas algunas obras de numerosas figuras de la literatura, la filosofía, la política y la ciencia. Saltará a la otra orilla del Atlántico para requerir los servicios en Buenos Aires de un representante de la casa editorial para Argentina y Uruguay. El año 1916 registra el mayor volumen de nuevos títulos de toda la vida editorial de la institución ferreriana, textos encuadernados en rústica y a precios económicos. En esta fecha se aventura, así mismo, a vender libros que bajo la indicación de Biblioteca de Divulgación eran publicados por empresas ajenas. En el año 1917, aunque salen a la luz 12 nuevos títulos, la producción editorial ha caído prácticamente en un 60% respecto del año anterior. En octubre de este año se pone término a la colaboración editorial con la extensión americana de la Escuela Moderna, replegándose nuevamente a su ubicación hispana. Al año siguiente acontece la muerte de Portet. La producción editorial se ha desplomado hasta 3 nuevos títulos en 1918. Con los herederos de Portet al frente -su mujer Octavie Oerbrechet y los hijos de aquél- el año 1919 únicamente registra un nuevo título. En 1920 sólo hallamos reediciones de obras anteriores. Después de esta fecha no hemos encontrado señales de actividad editorial.


Ubicada en las mismas dependencias que la Escuela Moderna tenía en la ciudad de Barcelona, calle de Bailén número 70, desde el año 1901 a 1903, la dirección editorial sufre una pequeña variación a partir de esta fecha (1903) y hasta el año 1907, fijando su domicilio en el número 56 de la misma. No habiéndose producido traslado alguno de la Escuela Moderna ni de su editorial, esta variación obedece únicamente a una renumeración de la finca urbana. En 1908 desplaza su dirección al número 596 de la Calle Cortes, también en la capital catalana. Las nuevas señas se mantendrán durante el año siguiente (1909) hasta que se produce una nueva interrupción judicial de la actividad editorial -la primera suspensión ya había ocurrido entre junio de 1906 y julio de 1907-. Con la devolución de los bienes de Ferrer -sometidos a embargo por resolución judicial- a su legatario Lorenzo Portet, la editorial se situará en el 478 de la calle Cortes, y éste será el domicilio definitivo hasta el momento en que cese en su actividad (1920).


El dueño de la editorial ferreriana y de la Escuela Moderna era la misma persona: Francisco Ferrer Guardia. Los fondos económicos necesarios para poner en marcha ambas empresas tienen un origen común, el legado testamentario de Ernestine Meunié, amiga personal y antigua alumna del pedagogo alellense cuando éste impartía clases de español en París. El fallecimiento de la Meunié, en abril de 1901, puso en manos de Ferrer un inmueble sito en la calle Petites Écuries, número 11, de la capital francesa, que contaba con numerosas dependencias para arrendar y que proporcionaba a su nuevo dueño cuantiosos ingresos. Obtuvo, así mismo, una renta anual entre 10.000 y 12.000 ptas. Los gastos de la escuela (incluida la puesta en marcha de la editorial) durante los dos primeros años ascendieron a 50.000 ptas.


Una auditoría de cuentas, correspondiente al período de julio de 1904 a enero de 1906, determinó que la renta neta obtenida por Ferrer como consecuencia del alquiler de los locales de su casa de París ascendía a 53.826 francos. La renta anual percibida, y las rentas obtenidas de sus arrendatarios, debieron proporcionar dinero suficiente para hacer frente al alquiler del local de la Escuela Moderna, el acondicionamiento de sus instalaciones, el pago del personal y la obtención de recursos para la puesta en funcionamiento de la misma.


Adquirió una imprenta para la editorial que vendería posteriormente, por resultar más provechoso el encargo de la edición de los volúmenes a diferentes tipográficas barcelonesas. A partir de septiembre de 1903 hay constancia documental de que Ferrer, con el dinero obtenido de hipotecar el inmueble de París, adquirió acciones de la sociedad Fomento de Obras y Construcciones y las pignoró en el Banco de España, de Barcelona, para la obtención de dos cuentas de crédito con garantía de valores: una por valor de 100.000 ptas. y otra de 150.000 ptas. -la última cancelada en octubre de 1904-. Con el crédito obtenido adquirió nuevas acciones de la misma sociedad y volvió a pignorarlas en la misma entidad bancaria, obteniendo dos nuevos créditos por un importe de 150.000 ptas. cada uno (de octubre de 1905 y mayo de 1906).


Los beneficios conseguidos con las operaciones especulativas bursátiles permitieron al fundador de la Escuela Moderna comprar en 1903 la finca "Mas Germinal", en Montgat, por 22.500 ptas.; hacerse en diciembre de 1905 con los derechos de publicación en español de la obra "El Hombre y la Tierra", de Elíseo Reclus, por la que se vio obligado a realizar un primer pago parcial de cuantía 35.000 ptas.; y adquirir, a comienzos de 1906, una finca rústica por 8.270 ptas., además de afrontar los gastos de la escuela y remunerar a los autores de las publicaciones (500 ptas. por tomo a cada autor y por adelantado) y pagar a las tipográficas encargadas de la edición de los libros. La dirección y gestión editorial era llevada en todos sus extremos por el propio Ferrer desde sus inicios en 1901. A comienzos de 1905, se hace con los servicios de Mariano Batllori, que a partir de esa fecha asume las funciones de dependiente de la biblioteca, recoge la correspondencia, se encarga de la venta de ejemplares y lleva la contabilidad editorial. A finales de junio de 1905, el propietario de la editorial acuerda con Alberto Martín -a quien había vendido la imprenta que en los comienzos adquirió para la editorial- que este último desempeñe la función de administrador de la obra de Reclus "El Hombre y la Tierra", para lo cual realiza desembolsos con carácter periódico (desde esta fecha hasta que se complete la obra en 1909). 
En febrero de 1906 Ferrer propuso a Mateo Morral encargarse de las Publicaciones de la Escuela Moderna. Morral comenzó a trabajar sin percibir contraprestación y, a mediados de marzo de ese año, empieza a abrirse paso la posibilidad de que Ferrer ceda la editorial al del Sabadell. El fundador de la Escuela Moderna avaló a Morral para alquilar una habitación en el piso tercero del mismo edificio de la Escuela Moderna, y ampliar así las dependencias destinadas a la biblioteca. Odón de Buen y el propio Ferrer declararán ante el Juez tiempo después que, en aquellos momentos, el director de las publicaciones quería levantar un edificio de nueva planta para ubicar la Escuela Moderna.


En abril o mayo de 1906, Ferrer y Morral tratan de la cesión de la biblioteca a este último por el precio que al primero le había costado y a plazos, acordando los dos formalizar el contrato el 1º de junio de ese año. Hasta ese momento, Morral compartía con Ferrer la disponibilidad indistinta sobre una caja de caudales alquilada en el Crédit Lyonnais, recibía correspondencia relativa a pedidos de la Escuela Moderna y tenía acceso a la contabilidad editorial. En estas circunstancias, Morral se traslada a Madrid y comete un atentado terrorista contra el rey Alfonso XIII. Huido, es detenido dos días después y, tras asesinar a su captor, se suicida. Ferrer es acusado de cómplice en el atentado, son embargadas sus cuentas y permanece encarcelado durante un año, hasta que se dicta sentencia absolutoria por la Sección 4ª de la Audiencia Provincial de Madrid. Para entonces, las garantías de valores se han realizado y se entrega el sobrante a Ferrer (120.500 ptas. nominales en acciones de lo que antes eran 250.000 ptas., y 106.500 ptas. nominales en acciones de lo que en su día habían sido otras 250.000 ptas.). El recientemente puesto en libertad habrá de esperar aún, hasta octubre de 1907, para ver restituidos los bienes que le habían sido arrebatados en junio de 1906.


Desde octubre de 1907 hasta septiembre de 1908, Ferrer cuenta con los servicios de un nuevo administrador editorial -Juan Colominas Maseras- y traslada la dirección de las Publicaciones a la calle Cortes, núm. 596, de Barcelona. La capacidad de decisión del nuevo gestor es mínima, atendiendo al hecho de que mantiene al tanto al propietario de las vicisitudes de cada publicación, de la actividad de autores y traductores, y de que es este último quien supervisa personalmente las pruebas de imprenta, y a quien se consulta acerca del número de ejemplares de cada tirada. La idea de publicar una biblioteca popular paralela a los manuales escolares, propuesta a Ferrer por Colominas Maseras, es rechazada por el dueño de la editorial. En octubre de 1908, el propietario prescinde de los servicios de su administrador. Coincidiendo con la fecha del cese de Colominas Maseras se produce la incorporación de un nuevo administrador, Cristóbal Litrán Canet, que desempeñará además funciones de traductor. El propietario de las Publicaciones, no obstante, continúa llevando a cabo personalmente la gestión editorial: visita las tipográficas donde se imprimen las obras, adquiere papel y clichés, realiza el prospecto de los nuevos títulos en proyecto, busca otros autores, decide sobre los siguientes libros, determina cuáles deben ser publicados y corrige la gestión del administrador cuando lo estima conveniente.


Litrán está al frente de administración editorial hasta que, en 1909, son otra vez embargados los bienes del propietario y sometido éste a un Consejo de guerra, acusado de ser jefe de la rebelión militar que trajo aparejados los hechos conocidos como la Semana Trágica de Barcelona. Resulta condenado y es fusilado el 13 de octubre de ese año. En la madrugada de aquel día otorga testamento, legando a Lorenzo Portet la editorial Publicaciones de la Escuela Moderna, el inmueble de París situado en la calle Petites Écuries núm. 11 -hipotecado en garantía de dos préstamos-, 300 acciones de la sociedad Fomento de Obras y Construcciones pignoradas en garantía de un préstamo, y 432 acciones de la sociedad Catalana General de Crédito. El embargo de los bienes de Ferrer se mantiene hasta que, una providencia de la Sala de Justicia del Consejo Supremo de Guerra y Marina, lo deja sin efecto a comienzos de 1912, permitiendo de ese modo la entrega de los bienes a herederos y legatarios.


Manifestación convocada en Bruselas contra la ejecución de Ferrer.

Lorenzo Portet, el nuevo propietario, había obtenido un legado de Ferrer por un valor aproximado a 861.750 ptas. -del año 1912- que, actualizadas al año 2000, representarían aproximadamente 406.745.995 ptas. Un año más tarde, y como consecuencia de perder un pleito ante la Justicia francesa, debió entregar a la exprofesora de la Escuela Moderna, Leopoldina Bonnard, la cantidad de 110.000 francos (aprox. 115.500 ptas. de 1912 = 54.516.000 ptas. del año 2000). La fortuna con la que Portet afronta, finalmente, la nueva etapa editorial ascenderá a 352.229.995 ptas. (del año 2000).


Con semejante fortuna puso en ejecución una buena parte de la voluntad testamentaria de su antecesor (1912-1915), e inició y desarrolló su propia política editorial (1915-1917) creando la "Biblioteca Popular Los Grandes Pensadores". Estableció un segundo domicilio editorial -c/ Pinchincha, 1867, Buenos Aires-, haciéndose con los servicios de un representante exclusivo -David Solé Miralles- para la distribución de todas las obras del catálogo moderniano en Argentina y Uruguay. 


Uno de los últimos títulos publicados en el año 1917 demuestra que se había abandonado en esa fecha el segundo domicilio editorial, y se volvía de nuevo a hacer constar, como única, la sede de Barcelona. Este hecho, unido a la caída del número de nuevos títulos publicados -en más de la mitad con respecto al año anterior-, abonan la tesis no sólo de una contención del periodo expansionista representado por los años 1915 y 1916, sino de una auténtica regresión. El fallecimiento de Portet al año siguiente (1918) supuso el paso de la editorial a su viuda y sus hijos. Los nuevos títulos públicados -3 en el año 1918, 1 en 1919 y 0 en 1920- no dejan duda del declive definitivo de las Publicaciones de la Escuela Moderna. En el año 1920 sólo hemos registrado reediciones de antiguas obras.


Después de esta fecha no hallamos testimonio alguno que acredite la existencia independiente de la biblioteca ferreriana. La Casa Editorial Maucci la compró -como había hecho con otras a sus respectivos propietarios: la Casa Editorial de Felipe Curriols o la Colección Domenech- a los herederos de Portet, su viuda Octavie Oerbrecht y sus hijos, a comienzos de los años veinte del siglo XX. Este hecho se ampara en el "apéndice", añadido al final de volumen IIIº del Compendio de Historia Universal de Clemencia Jacquinet, en el que la edición de Maucci actualizaba el contenido de la vieja obra hasta el año 1923. 



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Las Publicaciones de la Escuela Moderna figuran desde entonces como una colección más de la oferta editorial de Maucci, y así se recogen en los catálogos de esta empresa desde 1925 hasta, al menos, 1933. Maucci llegó a publicar 82 de los títulos de la editorial de Ferrer, variando ligeramente la encuadernación en algunos de ellos, reproduciendo íntegro el contenido de otros, manteniendo incluso los errores tipográficos, omitiendo fragmentos de prefacios y bibliografía en determinadas obras, corrigiendo faltas de ortografía que estaban presentes en el texto original e incluyendo otras que no estaban en la edición de la Escuela Moderna, censurando parte del texto, añadiendo párrafos y hasta capítulos nuevos, habiendo, así mismo, ejemplos de manipulación deshonesta del contenido, pervirtiendo las ideas del autor e incurriendo en un auténtico fraude al lector.


La empresa Publicaciones de la Escuela Moderna había venido recurriendo durante su existencia a la colaboración de numerosas imprentas de la ciudad de Barcelona, y había puesto en el mercado, a iniciativa propia, la gran mayoría de los títulos incluidos en catálogo (123 de los 127; gráfico 6, p. 414). Únicamente cuatro libros fueron los editados por empresas ajenas y puestos a la venta por nuestra Biblioteca: un silabario, descatalogado en cuanto apareció la Cartilla, y tres volúmenes anunciados bajo el epígrafe de "Biblioteca de divulgación", presentes sólo en la oferta editorial del año 1916. El 78% de la producción total corresponde a libros, un 20% a folletos y el resto a cuadernos, postales, retratos y medallones (gráfico 5, p. 413). El 61% de los volúmenes editados tienen entre 100 y 250 páginas (gráfico 4, p. 414). En sentido estricto, los manuales escolares representan en torno al 26% de la producción total -incluyendo aquí cuadernos de escritura y partituras de solfeo-; el 74% restante pueden ser considerados como un conjunto constituido por libros de consulta, textos de divulgación general y obras de temática especializada (gráfico 2, p. 412; y gráfico 3, p. 413).


Jean Grave
El título que mayor número de ediciones hemos documentado es Las aventuras de Nono, de Juan Grave (Descargar versión digitalizada) con cuatro ediciones correspondientes a los años 1902, 1905, 1908 y 1912. En cinco títulos más recogimos hasta una tercera edición, trece libros tuvieron dos ediciones y la gran mayoría, 108 textos, únicamente registraron una primera edición (gráfico 7, p. 415). Aproximadamente la mitad de la producción editorial se encuadernó en rústica y una tercera parte en tela roja. La ediciones especiales representan en torno al 10% de la producción total, y las más cuidadas de la oferta ferreriana son los seis volúmenes de El Hombre y la Tierra, de Reclus, y La Gran Revolución, de Kropotkine. 


Se recurrió a encuadernaciones en cartoné de obras que suponen en torno a un 5% del total (gráfico 8, p. 415). El 60% de la producción bibliográfica opta por el género literario ensayístico (excluimos aquí los manuales escolares en sentido estricto: nociones, elementos, cartilla, etc., que suponen un 8% adicional), otro 10% de los textos tienen carácter recopilatorio y, en pequeños porcentajes -entre el 2% y el 4%-, podemos agrupar las novelas, cuentos, diálogos, teatro, artículos periodísticos y partituras musicales (gráfico 9, p. 416).


En torno al 10% del total no añaden información complementaria al texto literal de las obras. 89 de estos libros incorporan notas explicativas, gráficos o esquemas, cuadros, tablas o series de datos, mapas o planos, grabados, dibujos, pinturas o fotografías. El espectro es amplio: desde el que adiciona al texto una solitaria nota a pie de página (Ferrer. Páginas para la Historia -1912-) o únicamente el dibujo de la cubierta (El utilitarismo, de John-Stuart Mill -1917-), a los que incorporan información complementaria diversa (los volúmenes que forman parte de la Enciclopedia de Enseñanza Popular Superior -1912, 1914 y 1915-), o hasta los volúmenes que, como El Hombre y la Tierra, de Reclus (1906-1909), completan la redacción literal del texto con cientos de notas explicativas, decenas de grabados, fotografías, mapas, tablas de datos, gráficos y esquemas (gráfico 10, p. 416). Por lo que se refiere al contenido, el mayor contingente de libros trata de Filosofía moral y Filosofía política, Ontología y Filosofía de la religión (41 %), Geografía e Historia (15%), lectura (15%), Sociología y etnografía (9%), Ciencias naturales (7%), Psicopedagogía (5%) y en porcentajes menores a este último: escritura, Aritmética, Gramática, Francés, Música y Derecho (gráfico 11, p. 417).




A 87 asciende el número de autores de obras publicadas por la Escuela Moderna. A 67 de ellos (77%) corresponde una única obra del catálogo, 7 han escrito dos volúmenes (8 %), 5 son los autores de 3 obras (5'7%) y, por debajo del 5%, se encuentran los autores de 4, 5 y 6 volúmenes (gráfico 12, p. 417). Aunque la representación gráfica de los datos tabulados atribuye 24 volúmenes a un solo autor y 9 tomos a otro, en estos dos casos -referidos a Cristóbal Litrán y Anselmo Lorenzo respectivamente- se contabilizan también como obras lo que son prólogos, prefacios, llamadas, breves biografías y escuetas bibliografías. Los dos autores publicados con mayor reiteración por la editorial de Ferrer son Elíseo Reclus (6 volúmenes que superan el medio centenar de páginas cada uno, otro volumen recopilatorio, un folleto, dos prefacios y un prólogo) y Odón de Buen (6 volúmenes); cuatro son los autores de 5 volúmenes: Ch. Letourneau, Carlos Malato, Paraf-Javal, É. Pouget, y dos lo son de cuatro tomos (Juan Grave y P. Kropotkine).


El espectro ideológico mostrado en la bibliografía estaría representado por autores de filiación libertaria española, francesa, belga, italiana y rusa (Ferrer, Lorenzo, Tarrida del Mármol, Urales, Pellicer Perayre, Jacquinet, Paraf-Javal, Albert Bloch, Pataud, Pouget, Camille Pert, Proudhon, Elíseo Reclus, Paul Robin, Malato, René Chaughi, Descaves, Mirbeau, J. Grave, G. Ivetot, Miguel Petit, J.F. Elslander, Malatesta, Kropotkine y Stackelberg); pensadores ilustrados (Diderot, Voltaire, Rousseau), revolucionarios (Condorcet, Volney, Víctor Hugo, Lamennais), republicanos (Renan, Berthelot, Alfred Naquet), socialistas democráticos (J. Jaurés) y librepensadores (Víctor Charbonell) franceses; revolucionarios y republicanos españoles (Pi y Margall, Nicolás Salmerón, Eduardo Benot, Nicolás Estévanez, Suñer y Capdevila, Odón de Buen y Cristóbal Litrán); republicanos portugueses (Teixeira Bastos); liberales (Mill, Spencer) y laboristas (Norman Angell) ingleses están también representados.


Las profesiones presentes en mayor medida son articulistas, periodistas (Anselmo Lorenzo, Teixeira Bastos, Cristóbal Litrán, Urales, Jean Grave, C. Malato, Paraf-Javal, Pataud, Pouget, Pellicer Perayre, Bo y Singla, Charbonel, Chaughí, Ivetot y Stackelberg), literatos y filósofos (Zola, Tolstoi, Volney, Voltaire, Descaves, Diderot, De la Hire, Pompeyo Gener, Kropotkin, Víctor Hugo, Lamennais, Hervieu, Mill, Mirbeau, Camille Pert, Proudhon, Rousseu, Spencer y Elíseo Reclus), científicos (Darwin, Ramón y Cajal), maestros y/o pedagogos (Francisco Ferrer, Fabián Palasí, Jacquinet, Leopoldina Bonnard, Paul Robin y J.F. Elslander) médicos (M. W. Allen, Bessède, Lluria, Petit, Ramón y Cajal, Suñer y Capdevila, Toulouse y Martínez Vargas), ingenieros (Tarrida del Mármol y Celso Gomis), profesores universitarios, docentes y/o investigadores (Odón de Buen, Martínez Vargas, Eduardo Benot, Berthelot, G. Engerrand, F. Laurent, Michelet y Renan) y altas magistraturas del Estado (Pi y Margall, Salmerón, Eduardo Benot, Nicolás Estévanez, Suñer y Capdevila, Pi y Arsuaga, Condorcet, Volney, J. Jaurés y Naquet). Merecen señalarse dos premios Nobel: Ramón y Cajal (Medicina y Fisiología, 1906) y Norman Angell (Nobel de la Paz, 1933).




Algunos de los maestros que impartían enseñanza en la Escuela Moderna escribieron textos para la editorial. Así sucede con Clemencia Jacquinet y Leopoldina Bonnard, las partituras musicales de Adrián Esquerrá y Codina, y los artículos del Boletín de la Escuela Moderna cuya autoría pertenece a José Casasola Salmerón. El operario que trabajaba como mozo de servicio en la editorial Ferreriana -Alfredo Meseguer Roglán- llevó a cabo una reedición -en los años treinta del siglo XX- de los seis volúmenes de El Hombre y la Tierra, de Elíseo Reclus.


Las labores de traducción de obras al español estaban encomendadas a Anselmo Lorenzo -desde 1902 a 1914- y a Cristóbal Litrán -desde 1909 a 1920-. José Nakens tradujo al español, a petición de Ferrer, la obra Science et Religion, de Malvert, y se deben probablemente al propio Francisco Ferrer las traducciones del frances de los títulos Guerre Militarisme y Patriotisme et colonization, recopilaciones de textos que debieron ser llevadas a cabo por Jean Grave. Odón de Buen asumió la responsabilidad de supervisar la traducción francesa -a cargo de Lorenzo- de los seis volúmenes de L'Homme et la Terre, de Elísee Reclus. La presencia de otros traductores -como Soledad Gustavo o Costa Iscar- se debe a que las Publicaciones de la Escuela Moderna incluyeron en su catálogo las obras correspondientes cuando ya habían sido traducidas al español.


Vinculada en sus inicios a una Escuela, los textos de la editorial estuvieron destinados preferentemente al uso escolar. En 1905, la propaganda moderniana informaba de que 48 escuelas usaban estos manuales. Tras el cierre de la institución ferreriana (junio de 1906), continúan abasteciéndose otros centros escolares en Barcelona y a lo largo y ancho de la geografía española . Sigue la producción editorial de manuales escolares: Tierra libre, de Juan Grave, dos nuevas ediciones de la Cartilla, la tercera edición del Compendio de Gramática española, de Fabián Palasí y de Las aventuras de Nono, de Juan Grave (1908). 


Las cartas a Ferrer por parte de directores y responsables de escuelas racionalistas, con motivo de su segundo encausamiento en 1909, dan prueba de ello. Librerías, casas editoriales, centros de suscripciones, establecimientos tipográficos de los más diversos lugares de España -Santiago, Vigo, Bilbao, Madrid, Málaga, Algeciras, Sevilla y Huelva- y otros más allá de nuestras fronteras -París, Lisboa, Buenos Aires y Guatemala, -dan fe del alcance de sus ventas. No obstante, desde el cierre de la Escuela Moderna, la producción editorial abandona paulatinamente la hegemonía de los manuales escolares y el espectro de los destinatarios se diversifica hasta el final de sus días: niños, maestros, escuelas racionalistas y de carácter progresivo, padres y madres, bibliotecas, sociólogos, pedagogos, sindicatos y sociedades obreras, sociedades recreativas, casinos políticos, casas del pueblo, "los enemigos del jesuitismo", los proletarios, el pueblo, los lectores en general -de España y de los países de lengua hispana y anglosajona-, la opinión pública, a "todos" y "en todas partes".  

Autor: Pascual Velázquez Vicente

Director de la Tesis: Antonio Viñao Frago 

1ª Lectura: En la Universidad de Murcia (2009) 

Otras publicaciones de La Escuela Moderna:





Ferrer, páginas para la historia: Consejo de guerra, acusación, defensa y sentencia. Providencia decretando la irresponsabilidad civil y devolución de los bienes.

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La Escuela Moderna. Revista Pedagógica Hispano-Americana (De 01-01-1892 a 01-12-1934) 

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La Escuela Moderna. Ciencias Naturales (Libro de texto para las escuelas racionalistas)



La Escuela Moderna. Ciencias Naturales II (Libro de texto para las escuelas racionalistas)




La Escuela Moderna. Botiquín escolar (Libro de texto para las escuelas racionalistas)





La Escuela Moderna. Elementos de aritmética (Libro de texto para las escuelas racionalistas)





La Escuela Moderna. Gramática (Libro de texto para las escuelas racionalistas)



Algunos textos sobre Ferrer:




Angel Cappelleti. Francisco Ferrer y Guardia y la pedagogía libertaria



Vida Socialista (9 de octubre de 1910)

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Rudolf Rocker. La ejecución de Francisco Ferrer.

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Bel Carrasco. Ferrer Y Guardia, "maldito histórico".

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